Nadie discute que fue 
el ejército estadounidense el que en la madrugada del sábado 3 de 
octubre llevó a cabo el ataque aéreo contra un hospital de la ciudad de 
Kunduz, en Afganistán. El ataque contra el centro asistencial de Médicos
 Sin Fronteras, el Centro de Trauma de Kunduz, fue devastador y provocó 
la muerte de al menos 30 personas. Los pacientes de la única unidad de 
cuidados intensivos de la región murieron incinerados en sus camas. 
Integrantes del equipo médico perdieron la vida a causa de bombas de 
metralla que les arrancaron las extremidades. Al menos una persona fue 
decapitada por el impacto. Mientras la gente huía del edificio en 
llamas, el helicóptero de combate aéreo AC-130 de Estados Unidos los 
masacraba desde el aire con armas automáticas. Médicos y otros 
integrantes del personal hospitalario recibieron disparos cuando corrían
 hacia otro sector del complejo intentando ponerse a salvo.
El 
Centro de Trauma de Kunduz estaba en el mismo lugar, practicando miles 
de cirugías y brindando tratamiento a decenas de miles de personas en la
 sala de emergencias, desde hacía cuatro años. Médicos Sin Fronteras, 
conocida internacionalmente por su nombre en francés Medecins Sans 
Frontieres o MSF, le había proporcionado en repetidas oportunidades las 
coordenadas de GPS exactas del hospital a funcionarios de gobierno de 
Estados Unidos y de Afganistán. Jason Cone, director ejecutivo de 
Médicos Sin Fronteras Estados Unidos dijo en el noticiero “Democracy 
Now!”: “Como condición previa a la apertura del hospital, negociamos con
 Estados Unidos, con Afganistán y con la OTAN, así como con las fuerzas 
de la oposición, con el Talibán. Recibimos el apoyo de todos esos grupos
 para operar este hospital”. Cone continuó: “Como parte de las 
negociaciones se acordó que proporcionaríamos nuestras coordenadas de 
GPS a las distintas partes. Se las proporcionamos incluso recientemente,
 el 29 de septiembre. Eso fue para reforzar el hecho de que sabíamos que
 estaban pasando cosas. Empezaban a llevarse a cabo más bombardeos y se 
nos dijo que esa era la forma de garantizar la protección de nuestras 
instalaciones". El 29 de septiembre fue un día de gran importancia en 
Kunduz, donde se venían librando batallas por el control de la ciudad 
entre el Talibán y las fuerzas afganas desde el mes de abril. El 28 de 
septiembre, una unidad del Talibán de tan solo 500 hombres, según se 
informó, logró derrotar a los 7.000 soldados del Ejército Nacional 
Afgano allí apostados, tomando así el control de Kunduz. Fue la primera 
ciudad importante que el Talibán reconquistó desde el inicio de la 
invasión y posterior ocupación por parte de Estados Unidos en octubre de
 2001, cuando los talibanes fueron expulsados del poder. Médicos Sin 
Fronteras sabía que la primera línea del conflicto les golpeaba la 
puerta y que el hospital se vería inundado por muchas víctimas más. Cone
 afirmó: “Este hospital estaba abierto desde hacía cuatro años. De 
hecho, esa noche se trataba probablemente del edificio más iluminado de 
toda la ciudad de Kunduz, que tiene una población de unas 300.000 
personas, porque teníamos generadores funcionando esa noche. Por lo que 
estaba bien iluminado y resultaba fácilmente visible desde el cielo. 
Además, se trataba de uno de los edificios más conocidos de la zona”.Cuando
 le preguntamos si el ataque constituía un crímen de guerra, Jason Cone 
empleó las palabras precisas de un trabajador de ayuda humanitaria: “Se 
ha discutido mucho si se trató o no de un error. La intencionalidad o no
 no es necesariamente el umbral que hay que atravesar para que 
constituya una grave violación del derecho humanitario internacional. Si
 el ejército no logra distinguir entre blancos militares y civiles, como
 en este caso, desde nuestro punto de vista y en función de todo aquello
 que sabemos, consideramos que son culpables de violar el derecho 
humanitario internacional”.MSF llevó a cabo una exhaustiva 
investigación interna y compartió sus conclusiones con el gobierno de 
Estados Unidos, la OTAN y el gobierno afgano. Al día siguiente, la 
dieron a conocer públicamente. Cone sostuvo: “Es parte de nuestros 
esfuerzos para cooperar con la investigación. Pero aún así, sentimos que
 es necesario que se lleve a cabo una investigación independiente e 
imparcial del bombardeo”. MSF solicitó al gobierno estadounidense que 
acepte la intervención de la Comisión Humanitaria Internacional, un 
organismo con sede en Suiza fundado hace casi un cuarto de siglo en el 
marco de la Convención de Ginebra con el cometido específico de 
investigar posibles crímenes de guerra. Hasta la fecha, nunca se le 
encomendó a la mencionada comisión que realice ninguna investigación. 
Paralelamente, quienes perpetraron el ataque, es decir el gobierno de 
Estados Unidos, la OTAN y el gobierno afgano, llevan a cabo sus propias 
investigaciones. El pedido público de Médicos Sin Fronteras de que se 
lleve a cabo una investigación independiente cuenta con el apoyo de una 
petición mundial que hasta el momento ha sido suscrita por 500.000 
personas.Tres semanas después del ataque registrado en Kunduz, 
otro hospital de Médicos Sin Fronteras sufrió un ataque; esta vez en 
Yemen. El hospital recibió varios ataques en el transcurso de dos horas,
 aún cuando en el techo figuraba el logo de MSF y las coordenadas de GPS
 habían sido proporcionadas en múltiples oportunidades a la coalición 
que encabeza Arabia Saudita. Todo indica que el Ejército de Arabia 
Saudita lanzó el ataque, haciendo uso de los bombarderos y las armas 
proporcionadas por Estados Unidos.Cone afirmó en relación con el
 ataque en Yemen: “Definitivamente constituye una violación al derecho 
humanitario y hemos estado en contacto directo con autoridades saudíes 
en relación a ello. Desafortunadamente, han modificado su versión en 
varias oportunidades. Para nosotros, se trata simplemente de reforzar el
 hecho de que existe la Convención de Ginebra, de que esa Convención 
rige las leyes de guerra. No somos ingenuos. Somos conscientes de los 
riesgos de trabajar en zonas de guerra. Venimos trabajando en ellas 
desde hace más de 40 años. Sin embargo, es necesario saber que los 
gobiernos continúan respetando esas reglas, porque son las reglas que 
nos permiten seguir enviando gente a las regiones en guerra para tratar a
 las víctimas".El horror vivido durante el ataque al hospital de
 Kunduz nunca abandonará a la enfermera de MSF Lajos Zoltan Jecs, que 
dormía en un lugar seguro dentro del hospital cuando impactaron las 
bombas. “Intentamos entrar a uno de los edificios en llamas. No puedo 
describir lo que se vivía en el interior. No hay palabras para 
transmitir lo terrible que era. En la Unidad de Cuidados Intensivos 
había seis pacientes que se estaban quemando vivos en sus camas. Vimos 
morir a nuestros compañeros. A nuestro farmacéutico... La noche anterior
 había estado hablando con él y planificando el stock y después murió 
ahí en nuestra oficina”, relató.Por el momento, ninguno de los 
ataques contra los hospitales ha sido mencionado en los debates o foros 
presidenciales de Estados Unidos. Es necesario que se lleve a cabo una 
completa investigación de estos crímenes para hacer que los responsables
 rindan cuentas. Y es necesario que se lleve a cabo un profundo debate 
en este año de elecciones presidenciales para determinar si se permitirá
 que continúen perpetrándose ataques como estos que únicamente perpetúan
 el terror.© 2015 Amy GoodmanTraducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.orgAmy
 Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional 
que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en
 inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que 
luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios 
en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.Fuente: http://www.democracynow.org/es/blog/2015/11/13/tambien_las_guerras_tienen_reglas 
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