|  Por Carmen Esquivel* 
 La
 Habana (PL) Luego de más de medio siglo la bandera de Cuba volvió a 
ondear en la sede diplomática en Estados Unidos y ambos países 
restablecieron sus relaciones, pero en el proceso hacia la normalización
 de los vínculos aún gravita el bloqueo contra la isla.
 Se trata del cerco económico, comercial y financiero más prolongado del
 que se tenga noticias en la historia y fue impuesto por Washington 
contra La Habana bajo el gobierno del presidente John F. Kennedy.
 
 Yo nací el 3 de febrero de 1962, el mismo día en que Kennedy firmó el 
decreto 3447 para su puesta en vigor, aunque ya desde antes habían 
comenzado las medidas contra la Revolución y las carencias materiales se
 hacían sentir.
 
 Más del 70 por ciento de la población cubana nació bajo el bloqueo y no ha conocido otra realidad.
 
 Esa política que -de acuerdo con la Convención de Ginebra de 1948 
califica como un acto de genocidio- ocasiona importantes afectaciones al
 bienestar material, psíquico y espiritual del pueblo.
 
 A pesar 
de las múltiples resoluciones aprobadas por la Asamblea General de la 
ONU que exigen su levantamiento, el bloqueo no sólo se mantiene, sino 
que se recrudeció con su alcance extraterritorial y el acoso sin 
precedentes a las transacciones financieras.
 
 La necesidad de 
poner fin a ese asedio fue reiterada por Cuba cuando este 20 de julio 
los dos países reanudaron los vínculos diplomáticos, rotos por la Casa 
Blanca en 1961, y en Washington fue izada la bandera cubana.
 
 Al 
hablar en la ceremonia, el ministro cubano de Relaciones Exteriores, 
Bruno Rodríguez, advirtió que con la reapertura de Embajadas culmina una
 primera etapa del diálogo bilateral y se abre paso al complejo y 
seguramente largo proceso hacia la normalización de las relaciones.
 
 "Solo la eliminación del bloqueo económico, comercial y financiero que 
tanto daño y privaciones ocasiona a nuestro pueblo, la devolución del 
territorio ocupado en Guantánamo y el respeto a la soberanía de Cuba 
darán sentido al hecho histórico que estamos viviendo hoy", señaló 
Rodríguez.
 
 A nivel continental la noticia de la reanudación de 
los nexos, luego de 54 años de ruptura, fue acogida con beneplácito y 
considerada como un paso importante, si bien varios gobiernos y 
analistas recordaron la persistencia de medidas coercitivas unilaterales
 por parte de Washington.
 
 En su cuenta en Twitter, el presidente
 de Venezuela, Nicolás Maduro, felicitó a los pueblos de Cuba y Estados 
Unidos por la reapertura de sus respectivas embajadas, y al propio 
tiempo, llamó a luchar por levantar el bloqueo criminal y a superar el 
intervencionismo en nuestra región.
 
 "Este nuevo paso confirma 
que el diálogo, el respeto de la soberanía de las naciones y los 
pueblos, y la observancia del derecho internacional son las únicas vías 
legítimas para la resolución de diferencias", señaló, por su parte, un 
comunicado de la cancillería argentina.
 
 El gobierno de Buenos 
Aires expresó sus votos porque "a este importante acontecimiento le 
suceda, en el mismo espíritu, el levantamiento inmediato y definitivo 
del injusto e ilegal bloqueo que sufre el pueblo cubano".
 
 De 
acuerdo con el informe presentado a la Asamblea General de la ONU el 
pasado año, el cerco contra Cuba ocasionó hasta ahora daños por un 
billón 112 mil 534 millones de dólares, considerando la depreciación del
 dólar frente al valor del oro en el mercado internacional.
 
 Esta
 política es contraria a los propósitos y principios de la Carta de la 
ONU y afecta los intereses de todos los países, incluyendo los de 
Estados Unidos.
 
 Un sondeo, publicado en fecha reciente por 
Beyond the Beltway Insights, indica que 64 por ciento de los votantes 
norteamericanos son favorables al fin del bloqueo.
 
 En una 
entrevista concedida a Prensa Latina durante mi estancia en Francia como
 corresponsal, el web master del sitio de información alternativa Le 
Grand Soir, Víktor Dedaj, se refirió a los efectos provocados en ese 
país por las legislaciones extraterritoriales como la Torricelli y la 
Helms Burton.
 
 "Yo trabajé hace años en una compañía que hacía 
tubos para los aviones norteamericanos, entre ellos la Boeing, y cada 
pieza tenía que ir acompañada de una información sobre la calidad, pero 
el documento más ancho era uno que garantizaba que en la fabricación no 
se utilizaba ni una gota de níquel cubano", recordó Dedaj.
 
 De 
acuerdo con el periodista galo, "si bien Estados Unidos fracasó en su 
propósito de destruir la Revolución, el bloqueo causa daños porque 
cualquier intento de comerciar con la mayor de las Antillas es casi como
 ir contra las leyes de la gravedad".
 
 El pasado 17 de diciembre 
los presidentes de Cuba, Raúl Castro, y de Estados Unidos, Barack Obama,
 anunciaron la disposición de comenzar un acercamiento bilateral.
 
 Obama instó al Congreso a iniciar los trabajos para poner fin al 
bloqueo y adoptó algunas disposiciones destinadas a flexibilizar los 
viajes de estadounidenses a la isla, el envío de remesas y el comercio, 
pero éstas son incompletas e insuficientes y no cambian la esencia de 
esa política hostil.
 
 Cuba reconoce la exhortación del mandatario
 al Congreso para eliminar definitivamente ese cerco, no obstante 
considera que, en virtud de sus prerrogativas ejecutivas, Obama puede 
continuar dando pasos para contribuir significativamente a su 
desmantelamiento.
 
 * Editora Jefa de Prensa Latina.
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