El codirector del Centro para la Investigación Económica y Política, Mark Weisbrot, opina en este artículo que, durante los últimos 20 años el cuadro que se observa en este sentido no es nada beneficioso.
Desde 1994 (año en que se rubricó el pacto), México, con un crecimiento inferior al 1 % anual, ocupa el 18º lugar entre los 20 países de América Latina, que incluye América del Sur, Centroamérica más México.
En comparación con estos datos, indica el experto, la renta per cápita mexicana entre 1960 y 1980, llegó casi a duplicarse y en consecuencia, aumentaron los niveles de vida para la mayoría de la población.
Weisbrot opina que si México hubiera mantenido ese ritmo, la realidad del país sería otra, sin embargo su decisión de involucrarse con las políticas neoliberales, lo ha llevado a un camino que ha afectado gravemente su posición económica y por ende a mantener su índice de pobreza.
En este sentido, adujo que este tratado, en el que se priorizaron las más estrictas políticas fiscales y monetarias, sin considerar en absoluto el aspecto industrial y de desarrollo, puso fin al crecimiento y desarrollo del país azteca.
Asimismo, el tratado ató aun más a México a la economía de EE.UU., ineficaz en las dos décadas siguientes: el aumento de la tasa de interés del Sistema de Reserva Federal (FED) estadounidense en 1994, el colapso del mercado de valores, la recesión en 2001, pero sobre todo la crisis de la burbuja de vivienda que impactó en México mucho más que en otras partes de la región.
El experto concluye el artículo, indicando que como era de esperar, la tasa nacional de pobreza en 2012 en México fue del 52,3 %, casi la misma cifra que en 1994 (52,4 %), lo que muestra que en el país no hay crecimiento económico.
Desde el año 2000, América Latina en su conjunto ha aumentado su tasa de crecimiento a un 1,9 % anual per cápita. Pero en México no se observó este crecimiento, que se mantiene por debajo del 1 %, menos de la mitad del promedio de la región, desde el año 2000.
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