25 Julio 2010 

La mayoría de los indígenas paraguayos debe tomar  agua de lluvia que recolecta en pozos improvisados. Niños y ancianos son  las principales víctimas de la falta del líquido y de la ausencia de  médicos que atiendan los graves problemas sanitarios. Sin tecnología que  les permita, por lo menos, tratar el agua de lluvia, los pueblos indios  de Paraguay sobreviven entre el olvido y la marginación
Natalia Ruiz Díaz / Voces de la Tierra-IPS Asunción, Paraguay. De los  muchos bienes que no son para todos en Paraguay, el agua potable es el  que más extraña la población indígena.
“El agua que sacamos del tajamar  (pozo de lluvia) no es potable, pero tomamos igual. No tenemos otra  salida, no es agua limpia, pero es agua”, dijo a IPS la indígena  sanapaná Neira Esquivel, de la comunidad Karanda’y Puku, en el vasto  Chaco paraguayo.
Esquivel viajó a Asunción  acompañando a algunos líderes de su comunidad para reclamar agua,  alimentos y regularización de la tenencia de sus tierras al Instituto  Nacional del Indígena.
Las peregrinaciones son  permanentes, sobre todo por el agua. Las comunidades de la región  Occidental, a la que pertenece el Chaco, son las que más sufren, porque a  la ausencia de infraestructura para la provisión hídrica se le añade la  sequía.
En la zona de Karanda’ y Puku,  con 70 familias, “hace más de siete meses que no llueve; nuestro tajamar  está seco y el tanque de reserva está vacío”, dijo Esquivel.
 
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