La cuenta regresiva  
 para la elección del 3 de noviembre en Estados Unidos se ha iniciado. 
El panorama sobre lo que sucederá en las semanas que vienen es gris, por
 no decir negro. La escenografía que de fondo se ha encargado en 
construir el actual presidente recuerda algunas wagnerianas y sus 
tramas, donde las sombras y los claroscuros son parte integral e 
imprescindible del drama. Así parece estar escribiéndose el proceso 
electoral cada vez que Donald Trump hace una declaración sobre lo que 
sucederá antes, durante y después de la jornada electoral. La escalada 
que el presidente estadunidense ha desplegado contra la democracia, a la
 que Tocqueville dibujó como impresionante experimento visionario, tiene
 varios capítulos hilvanados en una trama sinuosa llena de falsedades y vendettas cuyo epílogo es el asalto a la Casa Blanca por otros cuatro años.
En ello coadyuvará la disfunción en que ha derivado el sistema 
electoral estadunidense. Una revisión a vuelo de pájaro de su compleja 
construcción da cuenta de los tropiezos que las elecciones pudieran 
sufrir en las próximas semanas, y de los barruntos que se ciernen sobre 
la democracia en ese país, que Tocqueville en su loa sobre la naciente 
democracia en el siglo XVII no podía imaginar. Cualquiera que sea el 
desenlace, muy probablemente dará paso a una historia que por ahora 
también es difícil imaginar. La posibilidad de subvertir el proceso 
electoral parte de su construcción original y la atomización en que 
paulatinamente ha derivado; paradójicamente, la confianza histórica que 
han tenido los estadunidenses se ha convertido en una de sus más 
evidentes debilidades recientes. 
El espejo de tal paradoja es México, 
donde la desconfianza en los comicios obligó a construir un cuerpo de 
regulaciones y un Instituto Federal Electoral que, no sin algunos 
tropiezos, han dado la confianza necesaria a los votantes a la hora de 
acudir a las urnas. En Estados Unidos el desarrollo parece haber ido en 
sentido contrario; la confianza en el proceso electoral, institución 
cuyos cimientos históricamente han sido firmes, en las últimas décadas 
ha empezado a cuartearse.
De esa peculiar construcción y de sus vicisitudes habrá que hacer un bosquejo en las siguientes entregas.
Un abrazo solidario a la familia, y a los compañeros de La Jornada con motivo de la sensible muerte de Marco Antonio Hinojosa.
 

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