
En
 el marco de las transformaciones institucionales que Estados Unidos 
adelanta para reconquistar la hegemonía global, ha puesto en marcha en 
enero de este 2020, la denominada Corporación Financiera de Desarrollo 
Internacional (DFC, en sus siglas en inglés), como la nueva agencia que 
operará el financiamiento necesario para su reposicionamiento en el 
mundo.
La intención de 
modernizar el esquema de financiamiento al desarrollo internacional, 
está contenida en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional (ESN), 
promulgada a finales del año 2017, y donde refiere que Estados Unidos 
debe armarse con nuevas herramientas para enfrentar la creciente 
influencia de China y otras potencias, sobre la escena internacional.
La
 ESN reconoce que Estados Unidos viene perdiendo la batalla por esa 
preeminencia global, y orienta la conformación del nuevo esquema de 
financiamiento, entendiendo que esta acción será fundamental para 
actualizar su posición geopolítica. El cuestionamiento que hace el 
documento de la situación de la hegemonía estadounidense, se vincula a 
su incapacidad para ofrecer relaciones comerciales justas y atractivas, 
en contraposición a lo que China viene logrando, especialmente en 
América Latina y el Caribe. “Hoy, Estados Unidos debe competir por 
relaciones positivas en todo el mundo. China y Rusia dirigen sus 
inversiones en el mundo, para expandir su influencia, y obtener ventajas
 competitivas frente a Estados Unidos”, reitera la ESN.
China
 y su promoción de un mundo pluripolar, es definido en la ESN, como la 
mayor amenaza para los objetivos de Estados Unidos. Y desde este 
criterio, la ESN refiere que este país debe utilizar una nueva 
metodología para el financiamiento internacional, priorizando la 
promoción del capital privado sobre áreas que tributen a los grandes 
objetivos de la política exterior imperial.
La
 nueva doctrina de seguridad nacional estadounidense, plantea que la 
nueva DFC debe confrontar abiertamente el proyecto de la Franja y la 
Ruta de China, y a la vez, favorecer la expansión del capital privado 
estadounidense, para fomentar nuevas alianzas y fortalecer las ya 
existentes: “Estados Unidos puede desempeñar un papel catalizador, en la
 promoción del crecimiento económico, liderado por el sector privado”, 
aclara el documento.
La 
iniciativa legal que crea la DFC, aprobado en consenso por republicanos y
 demócratas, fusiona la antigua Corporación de Inversiones Privadas en 
el Extranjero (OPIC), y la Autoridad de Crédito para el Desarrollo 
(DCA), perteneciente a la USAID, en una supra agencia de ayuda al 
desarrollo, la más grande e importante creada en ese país.
Para
 materializar esta operación geopolítica, la DFC administrará unos 60 
mil millones de USD, doblando la capacidad financiera de su antecesora 
OPIC. La nueva Corporación asumirá también, la gestión de las carteras 
crediticias de la OPIC y la DCA; es decir, inicia sus labores, 
administrando poco menos de 30 mil millones de USD, distribuidos en 
diversidad de proyectos en todo el mundo.
La
 legislación brindó a la DFC, de novedosas herramientas financieras, que
 le garantizan mayor flexibilidad en su nuevo rol, y priorizando su eje 
de acción, en la inversión de proyectos energéticos y de 
infraestructuras, contenidos en las siguientes iniciativas regionales 
dispuesta por Estados Unidos para su reposicionamiento geopolítico: Connect Africa, 2X Women’s Initiative, Feed the Future, América Crece, Indo-Pacific Strategy, US-India Development Foundation, y, European Energy Security and Diversification.
Desde
 esta perspectiva, el Gobierno de Estados Unidos hizo efectivo en 
diciembre del 2019, el lanzamiento de la iniciativa "América Crece", 
como la respuesta del Gobierno de Donald Trump al avance significativo 
de China y Rusia en el continente.
En
 los últimos años, países de América Latina y el Caribe han profundizado
 sus relaciones económicas con China, estableciendo cada vez más 
acuerdos y flujos comerciales con la nación asiática. Según un informe 
del Foro Económico Mundial del 2018, China desplazó a Estados Unidos 
como el principal socio comercial de Argentina, Brasil, Chile, Perú y 
Uruguay, y ha invertido más de 110 mil millones de USD en proyectos 
gubernamentales en toda la región. El informe destaca la particularidad 
de que los bancos chinos, se abstienen de imponer condiciones políticas a
 los Gobiernos receptores de préstamos.
En
 este escenario, que vislumbra una transición del orden político, 
económico y cultural en latinoamericana y caribeña, Estados Unidos 
plantea la iniciativa América Crece, como una instrumentalización 
actualizada de la vieja Doctrina Monroe.
Entre
 otras cosas, Estados Unidos busca con la implementación de la 
iniciativa América Crece, el cambio de la matriz energética de la región
 caribeña, para redirigir sus crecientes excedentes de gas natural 
licuado (GNL). La Agencia Internacional de la Energía (AIE), señaló en 
un informe fechado en noviembre del 2017, que Estados Unidos se 
convertirá, en 2025, en el mayor exportador del mundo de GNL, 
proveniente de la extracción del gas esquisto en su territorio.
Un
 núcleo sustancial de los proyectos, contenido en la iniciativa América 
Crece, refleja la intención de Estados Unidos, de colocar sus excedentes
 de gas en la región caribeña.
El
 pasado 21 de julio del 2020, Estados Unidos y Honduras firmaron también
 un memorando de entendimiento, en el que el país centroamericano 
formaliza su incorporación a la iniciativa América Crece, con la promesa
 de inversión de mil millones de USD, en proyectos privados, durante los
 próximos tres años, priorizando el asunto energético: “Nuestro enfoque 
será en proyectos para fortalecer la infraestructura del país, avanzar 
en la conectividad digital, fortalecer el sector salud, expandir los 
servicios financieros, y ayudar a sentar las bases para un futuro más 
próspero”, refirió el Director Ejecutivo de la DFC, Adam Boehler, 
durante la firma de documento, que contó con la presencia virtual del 
Presidente hondureño, Juan Orlando Hernández.
El
 documento, negociado entre Estados Unidos y Honduras, toma puntos 
referenciales de los acuerdos ya firmados con Panamá, Chile, Argentina, 
Jamaica, Colombia, Brasil, Perú, El Salvador, y establece el marco legal
 de referencia, de las futuras actuaciones financieras de la DFC en 
América Latina y el Caribe.
A
 diferencia del tipo de financiamiento que China brinda a los países de 
América Latina y el Caribe, donde se priorizan los proyectos nacionales,
 y se fortalecen las capacidades de los Gobiernos para generar mayores 
niveles de bienestar a la población, la acción de la DFC, reforzaría la 
dependencia económica, y la expansión del capital privado 
estadounidense, mercantilizando el fenómeno de la asistencia al 
desarrollo.
La 
configuración de la DFC como nueva instancia financiera de la política 
exterior estadounidense, ha generado entusiasmo en los grupos 
conservadores anti chinos. El pasado 14 de agosto del 2020, los 
Senadores Marco Rubio (republicano), y Bob Menéndez (demócrata), 
caracterizados por sus posiciones extremistas contra gobiernos soberanos
 en América Latina y el Caribe, presentaron el proyecto de Ley para la 
Promoción de la Competitividad, la Transparencia y la Seguridad en las 
Américas (ACTSA).
De 
acuerdo a la iniciativa presentada, la propuesta bipartidista buscaría, 
por un lado, fortalecer la competitividad económica de Estados Unidos, y
 por el otro, criminalizar la presencia política y comercial de China en
 la región. “El objetivo de China es utilizar el poder económico para 
desplazar a EE.UU. Me enorgullece unirme al Senador Menéndez, en 
presentar este proyecto, que busca fortalecer nuestra capacidad 
económica, para contrarrestar la creciente influencia maligna de Beijing
 en América Latina y el Caribe”, señaló el senador Rubio en sus redes 
sociales.
El proyecto 
ACTSA involucra a la nueva DFC, y propondrá para la aprobación del 
Congreso, que se dedique el 35% del presupuesto financiero de dicha 
agencia para la región durante los próximos diez años.
La
 agenda de la DFC, desde el inicio formal de sus operaciones el 02 de 
enero de este año, ha estado afectada por el reacomodo institucional, la
 captación del capital humano que hará efectivo el trabajo de este 
órgano, y, por supuesto, las consecuencias de la pandemia del Covid-19.
Sin
 embargo, su Director Ejecutivo, Adam Boehler, joven empresario ligado a
 la prestación de servicios sanitarios, graduado en el año 2000 en 
Ciencias Económicas de la Universidad de Pensilvania, no ha perdido 
tiempo, y ha entablado reuniones de trabajo con diferentes personajes y 
funcionarios de América Latina y el Caribe, llevando la promesa del 
Gobierno de Trump, de generar grandes inversiones para los proyectos que
 puedan ser presentados a esta institución.
Antes
 de terminar 2019, visitó al Presidente colombiano, Iván Duque, en 
Cartagena, donde ratificó que desde su agencia, impulsarán gestiones que
 garanticen el financiamiento de la mayor cantidad de proyectos, 
especialmente en energía e infraestructura.
También
 mantuvo reuniones con el mismo criterio discursivo, con los Presidente 
Nayib Bukele, de El Salvador, Juan Orlando Hernández, de Honduras, 
Alejandro Giammattei, de Guatemala, y el Canciller mexicano Marcelo 
Ebrard, con quien firmó una carta de intención para financiar un 
gasoducto, que será construido por la empresa Rassini SAB de CV en los 
estados del sur del país, por un monto de 632 millones de USD.
Tal
 cual está planteada la nueva agenda de la DFC, basada en los 
lineamientos expuestos en la Estrategia de Seguridad Nacional 
estadounidense, podría contribuir a la profundización de la 
inestabilidad política en la región, y escenarios todavía más 
explosivos, en la medida que se profundice la desigualdad económica, la 
inequidad en la distribución de los recursos, y la dependencia política.
- Ansonith Albano, Profesor. Facultad de Ciencias Políticas, Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.
      https://www.alainet.org/es/articulo/208834    
 
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