 
  
La fábrica de mentiras más grande del mundo es la 
Casa Blanca de los Estados Unidos. El «cartel de los soles», es solo un 
nombre rutilante para engañar a incautos. No existe. ¿Cuál es su 
estructura? ¿Quiénes son los integrantes del sonoro cartel? Ese es un 
invento envenenado salido de la poderosa usina de fakes news y de 
desinformación que manipula Washington. La vinculación de los 
negociadores de paz de las FARC-EP, Iván Márquez y Jesús Santrich a una 
organización nebulosa, utilizada para justificar la injusta agresión de 
los Estados Unidos a Venezuela, debe ser cuestionada por infame. 
Rememora la injusticia contra Simón Trinidad. ¡Qué cartel de los soles 
ni que carajo! Dejen que la verdad pura y limpia despliegue sus alas y 
vuele libre, para que el mundo pueda ver la implosión de una mentira 
apuntalada en el viento.
La guerra contra las drogas es un fracaso, y es un 
fraude. Jesse Ventura, exgobernador de Minnesota, denunció hace unos 
años que la DEA y la CIA financian la desestabilización de gobiernos 
democráticos y soberanos, con dineros del narcotráfico. Y lo hacen porque
 estiman improbable, por inmoral, la aprobación por el Congreso de 
recursos destinados a una causa horrible como impresentable. Saben 
también esas agencias, que jamás obtendrían el beneplácito del pueblo de
 los Estados Unidos para propósitos tan sucios. Eso explica el por qué 
en la gran nación del norte, no existe una persecución coherente a la 
mafia de la distribución de la cocaína, que es la que finalmente se 
levanta con las exorbitadas ganancias del negocio.
La postura del gobierno de Washington contra el 
narcotráfico es totalmente hipócrita. Es ciega o aparenta serlo cuando 
las conductas delictivas contribuyen a reforzar su ambición de 
predominio.
A estas alturas, quién no sabe que Iván Duque se 
eligió presidente de Colombia con dineros de la mafia recolectados por el
 narcotraficante conocido como el «Ñeñe Hernández», dineros malhabidos 
que se utilizaron para el fraude electoral y la compra de votos. A ese 
señor Duque debería aplicársele la revocatoria del mandato, y también, 
lo que él mismo pidió como candidato presidencial: que no solo vayan a 
la cárcel los tesoreros de las campañas, sino lo propios candidatos.
Pero las huellas del expresidente Uribe en su añejo 
trasegar por los senderos del narcotráfico, son mucho más profundas, 
porque siendo Director de la Aeronáutica Civil, autorizó a Pablo Escobar
 la utilización de pistas clandestinas, licencia que le permitió 
despachar aviones repletos de cocaína hacia los Estados Unidos. En plata
 blanca, fue Uribe quien le dio renombre a Escobar al abrirle el 
corredor aéreo hacia el norte, lo que finalmente lo catapultó como el más
 poderoso capo mafioso de la época. Con razón Pablo Escobar, agradecido, 
se refería al joven funcionario como «ése bendito muchacho». Dicen que 
Uribe siempre ha sido frentero. Y tal vez por eso permitió, siendo 
presidente, la utilización del aeropuerto internacional de El Dorado de 
Bogotá, para despachar, por esa puerta grande, inmensos cargamentos de 
cocaína, y que por esa misma vía, retornaran algunas ganancias. Bueno; y
 hasta el embajador de Duque en Uruguay, el señor Sanclemente, tenía un 
laboratorio de procesamiento de cocaína en las adyacencias de Bogotá.
Y estos hipócritas se ofenden, cuando alguien, al 
leer la realidad, concluye que Colombia es un narcoestado. Persiguen con
 saña al eslabón más débil de la cadena, que son los campesinos pobres, 
pero nunca a los banqueros y empresarios lavadores de activos. 
Pregúntenle a la actual vicepresidente, Marta Lucía Ramírez, que 
mientras pagó con sigilo la fianza a su hermano Bernardo, preso en 
Estados Unidos por tráfico de heroína, y teniendo unas relaciones turbias
 con el mafioso conocido como el «Memo Fantasma», quiere comerse vivos a 
los campesinos, a las pobres «mulas», y condenarlos por los siglos de 
los siglos…
El pueblo estadounidense debiera ayudar a su gobierno a quitarse la vergonzosa venda «que no lo deja ver».
Está claro: La Casa Blanca utiliza a presidentes 
débiles, con rabo de paja. Les ofrece inmunidad a cambio de que se 
conviertan en sus marionetas. Y las mejores marionetas que ha tenido en 
Suramérica, sin duda, han sido, Álvaro Uribe e Iván Duque de Colombia. 
Por eso, para ellos no hay persecución ni castigo judicial.
Los mentirosos, como los burros, se juntan para rascarse.
Cierro estas líneas rememorando el injusto montaje 
judicial de Álvaro Uribe y su Fiscal General de bolsillo, señor Camilo 
Osorio, mediante el cual se extraditó a los Estados Unidos al intachable
 líder guerrillero Simón Trinidad, bajo el cargo mendaz de narcotráfico. 
La opinión recuerda que Simón derrotó en los estrados judiciales de ese 
país, la mentira de los dos abyectos personajes. Tuvieron que inventarse
 otro cargo, ajeno al motivo de su extradición, para poderlo condenar: 
el de ser integrante del Estado Mayor Central de las FARC. Y fue así 
como lo condenaron a 60 años de prisión, de los cuales ya ha purgado más
 de 15. Actualmente está recluido en una de las cárceles más inhumanas 
de los Estados Unidos, la de Florence, Colorado. Informo al mundo que en
 esa prisión se encuentra encadenado un hombre inocente llamado Simón 
Trinidad de las FARC, para el cual pido solidaridad y justicia, y a 
través de ella su liberación. Simón nunca fue integrante del Estado 
Mayor Central de las FARC, aunque sí ostentó el elevadísimo rango de 
negociador de paz de una fuerza insurgente. Mintió el Secretario de 
Estado, John Kerry, cuando nos aseguró en La Habana que con la firma del 
Acuerdo de Paz considerarían la liberación de Simón Trinidad.
Junio 21 de 2020
FARC-EP
Segunda Marquetalia
 


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