 
- Las calles desiertas de Nueva York, cuya población se halla bajo confinamiento por la crisis del coronavirus. 
 A través de la Historia, las grandes epidemias que destruyeron 
economías de países enteros se vieron a menudo seguidas de 
derrocamientos de gobiernos. La epidemia de Covid-19 no debería ser la 
excepción, independientemente de la cifra total de decesos que llegue a 
provocar. Es por eso que, prácticamente en todo el mundo, 
los dirigentes políticos están aplicando medidas cuya inutilidad 
conocen, sólo para mostrar a sus conciudadanos que hacen todo 
lo posible por protegerlos. 
La sicología social nos muestra que el miedo no es directamente 
proporcional al nivel de peligro sino a la imposibilidad de evaluar 
ese peligro y a la incapacidad para controlar sus causas. 
Cuando aparece una enfermedad desconocida, la Ciencia trata de 
estudiarla dudando de todo. Pero los responsables políticos, con mucho 
menos conocimiento de la enfermedad que los hombres de ciencia, se ven 
empujados a tomar decisiones rápidas. Algunos se rodean entonces de 
personalidades que en algún momento se destacaron en el campo de la 
ciencia, califican a esas personalidades de «expertos» –aun tratándose de un problema que esas personalidades todavía no conocen– y utilizan a esos «expertos»
 para justificar sus decisiones políticas. El objetivo de esos 
políticos no es salvar vidas sino garantizar la continuación de su 
propio poder. 
Confinamiento(s)
Los medios de difusión tratan de convencer a sus conciudadanos de que «su» gobierno
 ha adoptado las mismas medidas que otros gobiernos y de que por esa 
razón no puede ser acusado de laxismo. Esos medios oscurecen el debate 
al afirmar injustificadamente que 3 000 millones de personas están 
confinadas simultáneamente en todo el mundo por razones médicas, 
afirmación que es simplemente una mentira ya que los medios mezclan de 
forma indiscriminada situaciones muy diferentes. 
El término «confinamiento» está siendo utilizado hoy para designar indiferenciadamente: 
 Una cuarentena,
 que en realidad es una medida de encerramiento o retención en un 
espacio controlado, generalmente a bordo de un barco y por decisión de 
autoridades aduanales, durante el tiempo suficiente para garantizar que
 personas, objetos o sustancias que deberían entrar en un país o 
territorio no son portadores de alguna enfermedad. Esta medida fue 
inventada en 1374 por el duque de Milán. Fue la medida que el gobierno 
de Japón aplicó en febrero de 2020 al crucero británico Diamond Princess.
 Una cuarentena,
 que en realidad es una medida de encerramiento o retención en un 
espacio controlado, generalmente a bordo de un barco y por decisión de 
autoridades aduanales, durante el tiempo suficiente para garantizar que
 personas, objetos o sustancias que deberían entrar en un país o 
territorio no son portadores de alguna enfermedad. Esta medida fue 
inventada en 1374 por el duque de Milán. Fue la medida que el gobierno 
de Japón aplicó en febrero de 2020 al crucero británico Diamond Princess.  Un cordón sanitario,
 o sea la medida de aislamiento aplicada a un país vecino o un grupo 
poblacional afectado por alguna enfermedad para evitar que la 
enfermedad se transmita a otras poblaciones. Esta fue la medida 
aplicada por las autoridades chinas para la provincia de Hubei. En el 
siglo XVII, Italia y España recurrieron a la imposición de cordones 
sanitarios utilizando para ello el ejército, que incluso tenía órdenes 
de disparar a matar contra los pobladores que violaran la medida.
 Un cordón sanitario,
 o sea la medida de aislamiento aplicada a un país vecino o un grupo 
poblacional afectado por alguna enfermedad para evitar que la 
enfermedad se transmita a otras poblaciones. Esta fue la medida 
aplicada por las autoridades chinas para la provincia de Hubei. En el 
siglo XVII, Italia y España recurrieron a la imposición de cordones 
sanitarios utilizando para ello el ejército, que incluso tenía órdenes 
de disparar a matar contra los pobladores que violaran la medida.  El encierro de personas pertenecientes a grupos de riesgo.
 Se trata de la designación de una categoría de la población cuyas 
características la hacen más vulnerable a la enfermedad o que puede ser
 considerada como potencialmente enferma por lo cual se prohíbe a esa 
población el contacto con otras personas, tanto para no exponerla 
al riesgo de infección como para evitar que infecten a los demás. 
Eso es lo que se está haciendo en Francia, donde se prohíbe el acceso a
 las instituciones dedicadas al cuidado de personas de la tercera edad y
 estas últimas no tienen derecho a salir de dichas instituciones.
 El encierro de personas pertenecientes a grupos de riesgo.
 Se trata de la designación de una categoría de la población cuyas 
características la hacen más vulnerable a la enfermedad o que puede ser
 considerada como potencialmente enferma por lo cual se prohíbe a esa 
población el contacto con otras personas, tanto para no exponerla 
al riesgo de infección como para evitar que infecten a los demás. 
Eso es lo que se está haciendo en Francia, donde se prohíbe el acceso a
 las instituciones dedicadas al cuidado de personas de la tercera edad y
 estas últimas no tienen derecho a salir de dichas instituciones.  El encierro a domicilio de toda una población, sin distinción de personas.
 Los médicos especializados en epidemiología o virología no han 
solicitado esta medida. Los solicitantes son los especialistas en 
estadísticas sobre epidemias y su objetivo es evitar que los hospitales 
lleguen a verse desbordados por una afluencia masiva de enfermos en un 
corto plazo de tiempo. Esta medida no tiene precedente histórico. 
 El encierro a domicilio de toda una población, sin distinción de personas.
 Los médicos especializados en epidemiología o virología no han 
solicitado esta medida. Los solicitantes son los especialistas en 
estadísticas sobre epidemias y su objetivo es evitar que los hospitales 
lleguen a verse desbordados por una afluencia masiva de enfermos en un 
corto plazo de tiempo. Esta medida no tiene precedente histórico. 
Históricamente, las únicas medidas que han dado a veces resultados 
positivos han sido las tendientes a impedir que una enfermedad llegue a
 infectar un territorio, como en 1919, cuando la Samoa estadounidense 
logró protegerse eficazmente de la gripe española, que sin embargo 
asoló la vecina Samoa Occidental (el hoy Estado Independiente de 
Samoa). Sin embargo, el cierre de una frontera es inútil cuando 
la enfermedad ya ha penetrado en el país. 
Lo que sí está demostrado es que las medidas que buscan frenar 
temporalmente una epidemia nunca han logrado disminuir la mortalidad. 
Peor aún, al prolongar en el tiempo el periodo de propagación de la 
enfermedad, esas medidas hacen que la población sea más vulnerable a una
 segunda y a una tercera ola de contaminación, hasta la eventual 
aparición de una vacuna y su producción masiva –lo cual requiere como 
mínimo 18 meses de preparación. 
Mientras tanto, las poblaciones que rechazan el encierro a domicilio 
van adquiriendo una inmunidad de grupo que las protege ante las nuevas 
olas de contaminación. Contrariamente a lo que afirma el discurso 
dominante, las formas actuales de confinamiento favorecen 
considerablemente la cantidad de decesos. Dado el hecho que algunos 
países –como Corea del Sur y Suecia– no practican tales medidas, 
en el futuro será posible comparar los resultados ante nuevas olas de 
contaminación. La política de híper precaución de los dirigentes 
políticos puede entonces volverse contra ellos. 
 
- Las videoconferencias surgieron como una manera de acercar a las personas geográficamente distantes. Hoy sirven para evitar el contacto físico. 
Decadencia de la civilización
No es posible vivir juntos si tenemos miedo unos de otros. 
La civilización no puede basarse en la desconfianza. Eso implica que 
no es humanamente aceptable, por ejemplo, prohibir el acompañamiento de 
los enfermos en su lecho de muerte. No podemos aceptar que nos priven de
 nuestra libertad sin razones válidas. 
La Convención Europea de Derechos Humanos del 4 de noviembre de 1950,
 firmada por todos los Estados del continente europeo –desde el 
Reino Unido hasta Rusia– autoriza en su Artículo 5 «la detención regular de una persona susceptible de propagar una enfermedad contagiosa», pero no para manejar la afluencia de pacientes a los hospitales. 
Los Tratados de la Unión Europea ponen la barra más alto aún al afirmar que el «derecho de circulación de las personas»
 es parte de la identidad misma de la Unión Europea. De hecho, varios 
Estados miembros de la Unión Europea se han puesto al margen de esa 
regla fundamental, iniciando así la desagregación del Estado 
supranacional. 
Varios gobiernos han optado por convertir a los ciudadanos en 
enemigos. Al hacerlo, privan al Estado de su legitimidad ya que 
lo convierten en enemigo de la población. 
En Francia, el prefecto de policía de París, Didier Lallement, 
declaró públicamente que los enfermos que hoy se encuentran en unidades
 de cuidados intensivos son personas que violaron las medidas de 
confinamiento. 
En otras latitudes, el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ordenó inicialmente a la policía «tirar a matar» contra todo ciudadano que intentara violar las reglas de confinamiento, orden que luego modificó. 
Si bien todos parecen conscientes del costo económico exorbitante de 
la política actual y de su impacto psicológicamente destructivo en las 
personas vulnerables, pocos tienen conciencia del precio político 
futuro. 
 
- Uso de trajes herméticos para evitar el contagio con el Covid-19 en Wuhan. ¿Cuándo tendremos algo que nos proteja contra la NBC y CNN?
Medidas de tipo placebo
Sin saber nada de la nueva enfermedad, las autoridades médicas y 
políticas aplican medidas que no pasan de ser simples placebos, para 
mantener alta la moral de sus conciudadanos. 
 
- Traje utilizado por los médicos en tiempos de la peste. La máscara llegó hasta nuestra época como un elemento tradicional del carnaval de Venecia.
 En el siglo XVII, los médicos que luchaban contra la peste portaban 
una especie de traje confeccionado con lino, cuero o tejido encerado y 
una máscara con un pico alargado en el que ponían esencias de menta, de 
alcanfor u otras para purificar el aire que respiraban. El uso de esa 
indumentaria, inventada por el médico del rey de Francia, se extendió 
por toda Europa. Hoy en día, ante el coronavirus, el personal sanitario
 recurre al uso de trajes herméticos de plástico o de goma y de 
máscaras, tapabocas o nasobucos quirúrgicos. El uso de este último 
accesorio sanitario por parte de la población se inició en tiempos de 
la epidemia de gripe española, en 1918, en Japón e infundió cierta 
confianza a la población japonesa al equiparla con un accesorio similar 
al que usaban los cirujanos occidentales. El uso del nasobuco 
se extendió paulatinamente por Asia y ahora se expande mundialmente, 
incentivado por la epidemia de coronavirus. 
En realidad, la eficacia de la indumentaria que usaban los médicos 
contra la peste nunca llegó a demostrarse, como tampoco se ha 
demostrado ahora la eficacia del uso masivo de máscaras quirúrgicas 
ante la actual epidemia de coronavirus. Pero al recomendar el uso de ese
 accesorio, las autoridades chinas, y posteriormente los dirigentes 
políticos de casi todo el mundo, proponen una “solución” para un 
problema que de hecho nadie puede resolver en este momento. Lo esencial
 no es prevenir y mucho menos curar, sino hacer ver que algo hacen. 
 
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