5 puntos para entender la situación en la región
1.- Nuestra región es un espacio en disputa,
 donde se desarrolla actualmente un enfrentamiento en dos niveles: un 
nivel estratégico global o geopolítico, en el cual se confrontan, por 
mercados, recursos naturales y energéticos, los Estados-potencias que 
tienen estrategias económicas y militares de alcance mundial (Estados 
Unidos y sus aliados subalternos Europeos, China y Rusia). Y otro nivel 
restringido, a lo interno de los diferentes Estados, en el cual se libra
 la histórica lucha de los pueblos contra las élites políticas y 
económicas por establecer sociedades más democráticas e igualitarias.
 Por supuesto, estos niveles no están separados, ni son compartimientos 
estancos: al contrario, se tejen en diversas y complejas relaciones 
políticas y económicas que orientan e impulsan la dinámica y el 
conflicto social. 
 2.-Escenario. En el año 2008, emergió 
en los Estados Unidos de Norteamérica –centro del sistema capitalista 
mundial–, una crisis económica financiera de repercusión global. Dicha 
crisis, guarda en su seno razones históricas y estructurales que han 
estado moviendo en los últimos años las placas tectónicas del orden 
económico y geopolítico mundial. Teóricos sociales como Inmanuel 
Wallerstein plantean que nos encontramos en el marco de una crisis 
global del sistema mundo-capitalista, que conlleva un proceso de 
transición que se caracteriza por bruscas oscilaciones de todas las 
estructuras y procesos del sistema. Este desequilibrio puede “generar una ansiedad considerable y por tanto violencia en lo que las personas (agregamos: Estados, instituciones, empresas) intentan
 preservar los privilegios adquiridos y el rango jerárquico en una 
situación muy inestable. En general, este proceso puede llevar a 
conflictos sociales que pueden tomar una forma bastante desagradable” (Wallerstein 2004: 106).
 Otros análisis vinculan la crisis al agotamiento de un ciclo largo de producción del sistema capitalista, llamado también onda de Kondratieff,
 en honor al economista soviético que las determinó. Desde esta 
perspectiva, estaríamos ante la declinación de la onda de expansión 
neoliberal, caracterizada por la configuración de cadenas globales de 
producción, fenómeno que fue posible gracias a la reducción de los 
costos de las transacciones transfronterizas, asociado al desarrollo de 
las tecnologías de la información y comunicación (fibra óptica e 
internet) y la aplicación de políticas comerciales más abiertas. Como se
 sabe, este proceso, estuvo motivado fundamentalmente por el aumento de 
las ganancias que generó el uso masivo de mano de obra barata, las 
ventajas comparativas y el aprovechamiento de la economía de escala. No 
obstante, la fase de expansión neoliberal se encontraría en crisis 
debido fundamentalmente a la reducción de las ganancias en las empresas 
productoras, ocasionado por la sobreproducción competitiva y el 
deterioro del consumo originado por el abaratamiento laboral; 
contradicción propia del sistema. 
 Un síntoma claro de la 
declinación o adecuación de la estrategia de acumulación neoliberal se 
observa en la pérdida de fuerza que ha tenido la internacionalización de
 las cadenas de valor después de la gran crisis del año 2008i.
 Este proceso, responde en buena medida a acciones tomadas por los 
Estados centrales del sistema para proteger la salud rentable de los 
monopolios y oligopoliosii
 comerciales que hacen posible la posición privilegiada de estos dentro 
de la economía mundo. En este sentido, se desencadenó una ola de 
conflictos económicos expresados fundamentalmente en la aplicación de 
medidas proteccionistas a los flujos comerciales entre diferentes 
Estados centrales y semiperiféricos del sistema, siendo la manifestación
 más conocida de este fenómeno la denominada “guerra comercial” entre 
EEUU y China. 
 Ahora bien, este proceso de repliegue hacia las 
fronteras nacionales y hacia la centralidad de los Estados –el retorno a
 los nacionalismos-, tiene aparejado otra crisis, que estando vinculada 
al ámbito económico y la competencia propia del capitalismo, trasciende 
dicho proceso en la dimensión geopolítica, se trata de la crisis de 
hegemonía de los EEUU en el mundo. 
 3.- La crisis de hegemonía de Estados Unidos en el mundo. En diciembre del 2017, el gobierno de los EEUU publicó “Una Nueva Estrategia Para una nueva Era”,
 en el cual presenta su estrategia de seguridad nacional. Allí se 
describen las amenazas, desafíos y tendencias a las que se enfrenta en “la competición geopolítica”
 mundial. En la primera parte de dicho documento destaca la descripción 
de China y Rusia como países que intentan “configurar un mundo 
antitético a los valores” e interesesiii estadounidenses. 
 EEUU - China
 El FMI, según una proyección estadística realizada en el año 2017,
 estimaba que en los siguientes cinco años China recortaría de manera 
acelerada la diferencia que la separa de la primera economía del mundo. 
EEUU continuaría en el primer lugar, pasando de los 19.485 billones de 
dólares en 2017 a 24.670 billones en el 2023, mientras China disminuiría
 la diferencia desde el segundo puesto, pasando de 12.014 billones a 
19.580 billones de dólaresiv.
 Estos datos apuntan, indudablemente, a que en un futuro no muy lejano 
China superará a EEUU como primera potencia económica mundial. 
 En la actualidad, el listado de las empresas más grandes del mundo
 –capital monopólico– según su capitalización bursátil en el año 2019, 
muestra que Estados Unidos sigue siendo el hogar de más de la mitad de 
las empresas más grandes del mundo, contando con 53 del listado de las 
100 empresas más grandes. China avanza en el listado al segundo puesto 
con once empresas entre las 100 más grandes del mundo. Las primeras 
siete compañías del total del ranking son empresas relacionadas con 
tecnologías de la comunicación, fundamental para el desarrollo de 
estrategias de dominación. De estas, cinco son estadounidenses, y dos 
son chinas.
 En marzo de 2018, el presidente estadounidense 
Donald Trump tomó una serie de medidas proteccionistas que impusieron a 
los productos chinos aranceles por el orden de los cincuenta mil 
millones de dólares. Esta acción desencadenó una escalada de medidas y 
contramedidas proteccionistas entre estos dos colosos de la economía 
mundial, que ha terminado por afectar el sistema económico en su 
conjunto. La intensidad de esta lucha, conocida como “guerra comercial”,
 ha develado un profundo mar de fondo donde se debate qué potencia 
dominará como hegemón absoluto el tablero de la geopolítica 
mundial. Es en estas turbulentas aguas donde se mueven,por consecuencia,
 toda la política internacional y sus relaciones. A decir de Immanuel 
Wallerstein, este conflicto permanecerá siendo la actividad geopolítica 
por excelencia del sistema–mundo de las décadas venideras. China seguirá
 en su resolución de ser la primera potencia mundial, enmarcada en una 
estrategia de “ascenso pacífico”, como lo demuestra su enorme proyecto 
de interconexión e infraestructura de alcance global –la Franja y la 
Ruta–, mientras EEUU implementará cada vez más la coacción y la fuerza 
por mantener su deteriorada posición de dominio. 
 EEUU - Rusia
 La Federación Rusa a partir del año 2007 ha decidido jugar muy fuerte 
en la geopolítica mundial. El punto de inflexión de la vuelta de Rusia 
como actor principal de la política mundial lo estableció públicamente 
el presidente Vladimir Putin, en la Conferencia de Seguridad de Munich,
 en el año 2007, donde en una breve intervención, considerada por 
analistas del escenario internacional como histórica, condenó firmemente
 los esfuerzos de EEUU por construir un mundo unipolar y señaló el 
peligroso acercamiento de la OTAN hacia las fronteras de Rusia. Un año 
más tarde, en el 2008, Rusia dio un giro en su Concepto de Política 
Exterior. El Kremlín estableció entre sus objetivos en el documento guía de sus relaciones internacionales
 “lograr fuertes posiciones de autoridad que satisfagan los intereses de
 la Federación Rusa en la comunidad internacional”, así como, “influir 
en los procesos globales para garantizar la formación de un orden 
mundial más justo y democrático, basado en el derecho internacional y en
 las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas”. 
 
Posteriormente, en el año 2013 se desarrolló en Ucrania un conflicto de 
alcance geopolítico, entre partidarios ucranianos de EEUU y la Comunidad
 Europea y partidarios ucranianos a favor de Rusia, dicho diferendo 
desencadenó una guerra civil, que con diferentes grados de intensidad, 
aún se mantiene latente. Este conflicto, tiene hondas raíces 
geopolíticasv,
 tensionadas a partir de los intereses de Europa, Estados Unidos y Rusia
 en el control de Euroasia, así como, en el proyecto ruso de hacer de 
Ucrania un país de tránsito de su tubería de gas a Europa. Estos hechos,
 sumados a la intervención rusa en Siria, Libia y Venezuela, han marcado
 el resurgimiento de Rusia como actor principalísimo del escenario 
global, en el cual ha venido escalando posiciones aceleradamente como el
 más destacado factor de contra poder militar a los Estados Unidos de 
Norteamérica. 
 4.- Consecuencias de la crisis económica y geopolítica en América Latina. La
 inserción periférica de América Latina al mercado mundial continúa 
siendo una herramienta de primer orden para comprender los últimos 
acontecimientos políticos y sociales en la región. Efectivamente, la división axial del trabajo
 en la economía mundo capitalista hace que sea transparente la 
vulnerabilidad de la región frente a los cambios coyunturales o 
estructurales que se generan en las economías del centro. 
 Inmediatas. La Cepal en su más reciente informe sobre el desempeño de las economías latinoamericanas durante el año 2019,
 establece que 18 de los 20 países de América Latina, así como 23 de las
 33 economías de América Latina y el Caribe presentan una desaceleración
 en la tasa de crecimiento de su actividad económica. Este proceso, es 
consecuencia del impacto que ha tenido la crisis económica mundial en la
 demanda y los precios de los commodities latinoamericanos. Dicha
 crisis se agudizó durante el año 2019, producto del estallido de la 
llamada “guerra comercial” entre EEUU y China, principales socios 
comerciales de los países de América Latina y el Caribe. 
 Ahora 
bien, el informe de la Cepal revela, asimismo, que el panorama 
macroeconómico reciente es parte de una desaceleración tendencial de la 
actividad económica de los últimos seis años (2014 a 2019), con 
proyecciones que apuntan a que estas cifras negativas se extiendan hasta
 el 2020, año en el cual se estima apenas un crecimiento económico del 
1,3% en promedio para toda la región. Es decir, estamos ante una 
tendencia que se agudiza por razones coyunturales durante el año 2019. 
Sin embargo, la misma responde a causas estructurales de mediano y largo
 plazo que es preciso dilucidar para comprender las consecuencias 
económicas y políticas de fondo que se vierten sobre la región.
 Estructurales. Como
 bien describimos anteriormente nos encontramos ante la declinación de 
la estrategia de acumulación neoliberal, producto de la sobreproducción y
 consecuente reducción de los márgenes de ganancia en las principales 
empresas que dominan el sistema económico mundial. Este es el mar de 
fondo que desencadenó la crisis económica que estalló en el año 2008 en 
EEUU, aunque la crisis se haya presentado al mundo, en su momento, como 
una crisis de origen exclusivamente financiero o bursátil. A partir de 
este momento, los principales Estados del sistema-mundo han intervenido 
con mucho más ímpetu en la actividad económica para salir de la crisis. 
En principio, se trató solo del rescate con fondos públicos de los 
bancos y bolsas financieras en quiebra, pero luego se generó una serie 
de políticas proteccionistas que tienen como propósito mantener la salud
 rentable de las principales corporaciones empresariales del mundo, la 
mayor parte de ellas ubicadas en los Estados Unidosvi,
 Europa y China. Esto ha agudizado las rivalidades interestatales entre 
Estados Unidos y otros países centrales y semi-periféricos del sistema, 
pero especialmente ha agudizado la rivalidad con su más cercano 
competidor, China, al punto de que se ha desencadenado un peligroso 
desequilibrio en el orden mundial. 
 La gran paradoja para la 
estrategia de acumulación neoliberal, desarrollada a partir de los años 
ochenta del siglo pasado en EEUU y Gran Bretaña, es que su eficiencia en
 la producción llegó a un punto de desarrollo que ocasionó no solo la 
reducción de los márgenes de ganancia de las principales empresas 
monopólicas en el mundo, sino que puso en peligro el liderazgo económico
 de los países promotores de dicha política. Es decir, la 
internacionalización de las cadenas de valor y la explotación de mano de
 obra barata ubicada en países emergentes, han generado no solo un 
proceso de sobreproducción de mercancías que reduce los márgenes de 
ganancia de los grandes conglomerados empresariales, sino la emergencia 
de nuevos competidores empresariales que erosionan y resquebrajan la 
posición privilegiada de los primeros. De allí, que nos encontremos no 
solo en un proceso de redefinición de la estrategia de acumulación 
capitalista en los países del centro, sino en un momento de agudización 
de la competencia por el liderazgo económico del sistema en su conjunto.
 
 Son varias las consecuencias de este proceso para los países 
de América Latina. La primera, como ya se dijo, es que la crisis de 
sobreproducción ha disminuido la demanda y los precios de las materias 
primas, principales productos de exportación de la región. Pero de igual
 forma, la redefinición de la estrategia de acumulación neoliberal, así 
como, la agudización de la competencia entre las grandes corporaciones 
empresariales y estados, trajo consigo la profundización de la relación 
desigual centro – periferia, generando el aumento exponencial de la 
transferencia de plusvalía y recursos naturales a los países del centro 
y, por ende, vulnerando en buena medida las posibilidades internas de 
acumulación y desarrollo de los países de la periferia. 
 En 
efecto, las corporaciones empresariales rivales chinas y estadounidenses
 se debaten actualmente en América Latina las sociedades comerciales con
 los Estados y las empresas privadas en función de obtener materia prima
 barata –fundamentalmente recursos agrarios, minerales y energéticos– 
que satisfaga las necesidades productivas del capital monopolista 
situado en estos países. Para esto, ambos contendientes tienen grandes 
mecanismos de presión: “son grandes compradores de nuestras 
exportaciones –soya, minería, petróleo–, son grandes proveedores de 
bienes industriales y de capital; y son grandes inversores y 
prestamistas (…)”vii.
 Por supuesto, estos mecanismos de negociación sumados a los fuertes e 
históricos intereses de las elites económicas internas de los diferentes
 países latinoamericanos, han generado que se profundice el histórico 
patrón de desarrollo primario exportador. Además de consolidar una 
tendencia hacía la desintegraciónviii
 que ha puesto en jaque las viejas estrategias de integración regional 
(Mercosur, La Comunidad del Caribe y el Mercado Común Centro Americano).
 
 Este contexto, configura para la región una situación que 
podría describirse como de estancamiento estructural neocolonial, que 
inhibe en buena media cualquier proyecto de desarrollo independiente que
 a mediano y largo plazo se proponga mejorar significativamente las 
condiciones de vida de la población. Muy por el contrario, la 
situación ha profundizado los procesos de explotación de mano de obra y 
recursos naturales en estos países, trayendo consigo la agudización 
tanto, de los históricos problemas políticos-sociales, como de nuevos y 
peligrosos problemas de orden ecológico. 
 Políticas. Un 
problema importante para los países de la región, que se desprende 
directamente de la situación antes descrita, es que han aumentado 
significativamente las exigencias y presiones de alineación política por
 parte de los países contendientes en el tablero mundial, concretamente 
de parte de los EEUU, China y Rusia.
 En este sentido, aunque 
América Latina ha estado históricamente bajo la sombra de la hegemonía 
estadounidense, la pugna mundial con China ha hecho que EEUU haya tenido
 que redoblar sus esfuerzos por mantener el control político y económico
 de los países de la región, lo que ha desembocado en que sus múltiples 
intervenciones tomen un cariz –cada vez más descarado y violento–, tal y
 como lo demuestra su injerencia directa e indirecta en los golpes de 
Estado ocurridos en países que se perciben contrarios a sus intereses. 
Estos son los casos de Venezuela 2002, Haití 2004, Honduras 2009 y 
Bolivia 2019. Además, los Estados Unidos han apoyado abiertamente 
procesos judiciales que han desplazado del poder a presidentes en 
Paraguay 2012 y Brasil 2016. 
 En el caso de Venezuela, por ser 
un país estratégico por su condición de país petrolero, la intervención 
estadounidense ha sido especialmente abierta en función de sacar del 
poder, en principio, al Presidente Hugo Chávez, y ahora a Nicolás 
Maduro. Este proceso ha implicado la aprobación de severas y 
costosísimas sanciones económicas que han afectado la economía y los 
derechos humanos de la población de este país. De igual forma, EEUU 
durante el 2019, trató de generar una situación de instabilidad política
 que pudo desembocar en una guerra civil a lo interno del país caribeño 
al reconocer durante el 2019 al diputado recién juramentado presidente 
de la Asamblea Nacional como Presidente de la República de Venezuela, 
situación que se mantiene hasta la fecha gracias al cuantioso 
financiamiento estadounidense. 
 Finalmente son paradigmáticas, 
desde el punto de vista de la intervención política directa, las 
declaraciones del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, en 
cuanto al propósito de su país de impedir que los recientes disturbios y
 protestas legítimas de la ciudadanía en Ecuador, Chile y Colombia se 
transformen en revueltas sociales. 
 A pesar de la agresiva 
política estadounidense en América Latina, China, no ha dejado de jugar 
sus propias cartas para ejercer presión y exigir alineación política en 
una región que considera estratégica para su propósito de “ascenso 
pacífico” como primera potencia mundial. De esta forma, ha establecido 
un conjunto de convenios con varios países de la región para el 
desarrollo de gigantescos proyectos de infraestructuras comunicacionales
 (ferrocarriles, puertos, canales, rutas) que faciliten la exportación 
de materia prima al mercado chino y hagan más eficiente las cadenas que 
agregan valor a sus productos. Según cifras de la Cepal, 19 países de la
 región firmaron memorándum de entendimiento con China en el marco de la
 iniciativa de interconexión mundial denominada “La Ruta y La Franja”. 
Relacionado con esto, China se ha convertido en la principal fuente de 
financiamiento de proyectos de desarrollo regional superando incluso a 
entes de financiamiento como el Banco Interamericano de Desarrollo y el 
Banco Mundial. Sumando solo el financiamiento de los bancos estatales 
chinos (China Development Bank y China Ex-Im Bank) a los seis países que
 más han recibido dinero de esta fuente de financiamiento, la cifra 
alcanza la nada despreciable cantidad de más de US$136.000 millones de 
dólares: Venezuela $67.2 billones, Brasil 28.9 billones, Ecuador $18,4 
billones, Argentina $16.9 billones, Trinidad y Tobago $2.6 billones y 
Bolivia $2.5 billonesix. 
 Como bien lo señala el informe de la Cepal denominado La inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe del 2019,
 China ha establecido una gran cantidad de acuerdos comerciales con 
empresas privadas –muchos de los cuales han desplazado capital 
estadounidense y europeo– en los sectores de las industrias extractivas,
 generación de energías, minería y agroindustria. Este proceso no solo 
ha respondido a fines lógicos de lucro, sino a una estrategia de dominio
 y alineamiento geopolítico. De hecho, así queda demostrado en el 
proceso de desafiliación paulatina que han tenido varios países 
latinoamericanos a la posición política internacional de reconocimiento 
de la provincia rebelde china, Taiwán. De esta forma, Panamá, República 
Dominicana y El Salvador, que antes reconocían a Taiwán, hoy solo 
reconocen en la arena internacional a la República Popular China. Así lo
 demuestra también el énfasis de la inversión China en países que salen 
momentáneamente del control político de Washington. 
 En la pugna
 por América Latina también han entrado otros dos poderosos actores de 
la geopolítica mundial, nos referimos a los países de la Unión Europea y
 a Rusia. Los países de la Unión Europea han participado en la dinámica 
geopolítica en la región fundamentalmente en apoyo a la línea política 
internacional establecida por el gobierno estadounidense. Como se 
refleja claramente en el reconocimiento político de este bloque estatal 
al diputado autoproclamado presente de Venezuela, así como, a los 
factores políticos, sociales y empresariales que desplazaron 
inconstitucionalmente del poder al Presidente Evo Morales en Bolivia. 
 Rusia, por su parte, ha jugado en los últimos años un papel mucho más 
relevante en América Latina. Con mucho más énfasis a partir del 
planteamiento estratégico establecido por el Kremlin, de contribuir a la
 conformación de un nuevo orden mundial de carácter multipolar. De esta 
forma, Rusia ha venido conformando desde hace aproximadamente una década
 un conjunto de alianzas políticas y económicas con países 
latinoamericanos que han estado liderados fundamentalmente por gobiernos
 de izquierda o de corte nacional – popular. Estas alianzas también han 
respondido a una política de reciprocidad ante la intervención 
estadounidense –y de la OTAN– en países cercanos a la frontera rusa, 
como en el caso de Euroasia, lo cual hace que la política rusa en la 
región se caracterice por su marcado contenido antinorteamericano, así 
como, por el movimiento constante de piezas y de asechanzas mutuas en el
 tablero mundial. Esto ha implicado, incluso, la reciente visita a la 
región de bombarderos y buques estratégicos de la armada rusa. 
 
Rusia durante estos años ha establecido relaciones políticas comerciales
 con Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador. En los casos de Cuba y
 Venezuela firmó sendos contratos de ventas de armas, así como, amplios 
convenios de cooperación militar. Sin embargo, Rusia no mira a la región
 solo desde el punto de vista político coyuntural, sino con perspectiva 
estratégica, por lo cual sus relaciones trascienden las limitadas 
posiciones ideológicas. Este es el caso de su relación con Brasil, país 
que también es miembro del consorcio de los BRICS. 
 De igual 
forma, el Kremlin ha venido jugando en la región un fuerte papel en el 
área comunicacional, donde a través de sus medios, encabezados por el 
canal de televisión Russia Today (RT) y su expansión en las redes 
sociales, se ha presentado como una de las contracaras más visibles en 
la política comunicacional estadounidense. En este sentido, desde estos 
medios ha difundido mensajes de denuncias que se contraponen a la 
política estadounidense en la región, especialmente en las dimensiones 
de políticas económicas, derechos humanos, migración, represión, 
corrupción, entre otras. Estos medios, a su vez, han permitido escuchar y
 difundir la voz de los sectores sociales, populares y políticos que se 
oponen a las elites económicas y políticas de los países de la región. 
 Sociales.
 Como decíamos, la pugna por el liderazgo mundial también se ha visto 
reflejada en el desarrollo de nuevas cadenas de medios de comunicación 
social que acompañan estos intereses. Esta también se ve reflejada en el
 desarrollo de sofisticados mecanismos de control y manipulación social 
desplegados a través de las redes sociales. De esta forma tenemos que 
plataformas de redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram, 
Whatsapp se convierten en campos de batalla donde se dilucidan el 
control político de la población en función de liderazgos locales afines
 a los contendientes mundiales. El ejemplo más claro de esto es 
Venezuela donde las operaciones militares cibernéticas, el desarrollo de
 tropas cibernéticas, así como el uso de “bots políticos” para manipular
 la opinión pública y amplificar discursos de odio están a la orden del 
día. Así quedó reflejado en un estudio realizado por la universidad de 
Oxford sobre las redes sociales en el mundo. 
 Por supuesto, 
todos estos elementos económicos estructurales y procesos políticos se 
mueven dentro las condiciones internas que genera la agudización de la 
lucha de clases –con sus particularidades étnicas y culturales– en cada 
uno de los países latinoamericanos. Esta lucha desencadenada por la 
defensa de intereses económicos contradictorios se ha agudizado en la 
región por las condiciones estructurales antes descritas que propician 
la explotación de la fuerza de trabajo. En efecto, la crisis del sistema
 ha propiciado que las políticas de precarización laboral se encuentren a
 la orden del día en función de satisfacer tanto las necesidades de 
extracción de plusvalía de los agentes económicos internos como los 
intereses de las transnacionales que se debaten el dominio económico 
global. En ese sentido, la sobre explotación del trabajo sostenidas por 
mecanismos represivos cada vez más agresivos es lo que se encuentra como
 telón de fondo del fenómeno de las grandes migraciones en Centro 
América, así como, de las masivas protestas y estallidos sociales 
observados durante el último año en Ecuador, Chile y Colombia.
 Reflexiones finales. 
- Estas condiciones de pugna mundial por el dominio de recursos naturales estratégicos han facilitado la instalación de estados de excepción que favorecen determinados intereses externos en países como Venezuela y Bolivia que se presentan como grandes reservorios de gas, litio y petróleo.
- La democracia, la soberanía y la concepción de la ciudadanía tal y como se concibió a partir del proyecto de la Ilustración se encuentran en entredicho en la región, sobremanera a partir de la implementación de sofisticados mecanismos tecnológicos de origen cibernético de control social que a través del uso de las redes sociales y la big data desencadenan comportamientos sociales y políticos que favorecen los intereses políticos y económicos de las potencias en pugna.
- El proyecto liberal de desarrollo adelantado por varios países de la región se ve obstaculizado ampliamente por las políticas de proteccionismo comercial, de dominio de recursos naturales estratégicos, así como, de control de las tecnologías avanzadas por parte de las potencias mundiales. Este cambio en las condiciones de juego inhiben cualquier posibilidad de “derrame tecnológico” hacia los países de la periferia.
- El fenómeno de las grandes migraciones centroamericanas no es sino consecuencia de la agudización de la explotación laboral en esta región, como lo demuestra el hecho de que durante el 2019 la exportación de bienes agrícolas se mantuviera en aumento mientras los precios de estos rubros hayan bajado considerablemente en el mercado mundial. De igual forma, el estallido de las protestas en países como Ecuador, Chile y Colombia responde a la agudización de la explotación laboral en el marco de la crisis económica mundial. Estos fenómenos sociales han cobrado grandes dimensiones y notoriedad, dadas las condiciones de pugna mundial por el control político y económico de la región.
- El plantear un programa político y de desarrollo en América Latina implica necesariamente establecer amplias alianzas con fuerzas políticas y sociales latinoamericanas de corte nacionalista y popular que permitan la construcción de alternativas de desarrollo a mediano y largo plazo relativamente independientes a la dinámica de confrontación mundial.
- La dinámica de explotación irracional de los recursos naturales de la región implican necesariamente el fortalecimiento de un movimiento mundial de protección ecológica y de defensa de los derechos ciudadanos frente a las grandes corporaciones empresariales del mundo.
 Bibliografía
- Wallerstein, Immanuel (2005), Análisis de Sistemas-Mundo, siglo WWI editores, México.
- Márquez Covarrubias, Humberto (2010), Crisis del Sistema Capitalista Mundial: paradoas y respuestas, Polis revista Latinoamericana.
- Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (03/07/2017), Junta de Comercio y Desarrollo, Tema 7 del programa provisional.
- Informe del FMI, Impacto en América Latina de caídas del crecimiento en China y Estados Unidos.
- Cepal (2019), Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe, Publicación de las Naciones Unidas.
Notas:
  i
  Una cifra reveladora de este proceso es como han disminuido las  
importaciones de bienes intermedios en comparación con la  exportación 
de productos terminados, desde que se manifestó la  crisis del 2008. Al 
respecto ver:  https://unctad.org/meetings/es/SessionalDocuments/tdb64d5_es.pdf
  ii
  EEUU sigue siendo el hogar de más de la mitad de las empresas más  
grandes del mundo, contando con 53 en el listado de las 100 empresas  
más grandes. China cuenta con 11 empresas entre las 100 más  grandes del
 mundo.  
  iii http://www.ieee.es/Galerias/fichero/OtrasPublicaciones/Nacional/2017/Resena_US_Estrategia_Seg.Nacional_Dec2017.pdf
  vi
  Muestra de la repatriación de  la actividad económica es la reducción 
constante a partir de la  crisis del 2008, de la proporción de 
importaciones de bienes  intermedios con respecto a las exportaciones en
 los países  desarrollados. Conferencia de las Naciones Unidas sobre 
Comercio y  Desarrollo. Ginebra 11 a 22 de septiembre 2017.
  vii  https://asialink.americaeconomia.com/columna/como-afecta-latinoamerica-la-guerra-comercial-china-eeuu
  viii
  Así queda reflejado muy  claramente en el informe económico de la 
CEPAL, la contracción en  el comercio intrarregional ha sido una 
constante desde al año 2013  hasta la fecha, siendo el año 2019 donde se
 ha producido la más  grande disminución en el intercambio económico 
intrarregional  dentro del Mercosur y de la Comunidad del Caribe (-21.5%
 y -18,5%  respectivamente).
 Miguel H. Saavedra, sociólogo venezolano. 
 
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