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Mais Médicos. Foto: Araquém Alcântara.
La campaña del gobierno de Donald Trump contra Cuba alcanzó niveles 
que tocan el absurdo. Ahora, Washington acusa a La Habana de obtener 
dinero “explotando” y “esclavizando” a las y los médicos cubanos que 
prestan servicios en el extranjero. Paradojas de la política: quienes 
inventaron la explotación laboral y fundaron su país sobre leyes 
esclavistas, acusando a otros de practicar sus métodos. De tal 
modo, no se sabe si Estados Unidos acusa a la isla por explotación en 
sí, o por aparente plagio de su sistema de gobierno.
Pero, ni lo uno ni lo otro.
Lo que pasa es que el secretario de Estado, Mike Pompeo, salió en 
twitter a anunciar que restringiría las visas a funcionarios cubanos 
relacionados a las mundialmente famosas misiones médicas cubanas, con 
base en la Ley de Inmigración y Nacionalidad estadounidense. Dijo Pompeo
 que el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se beneficia con
 dinero al explotar a las y los profesionales de la medicina cubana.
La narrativa de Pompeo parte de la salida de más de catorce 
mil profesionales médicos cubanos de Brasil, tras el arribo de Jair 
Bolsonaro. Afirma Estados Unidos que Cuba se queda con más de 
ochenta por ciento de los sueldos destinados a las y los médicos, por 
parte de los países beneficiados con las misiones. El presidente 
brasileño chantajeó con el cuento de que la misión médica cubana podía 
quedarse en territorio brasileño siempre y cuando les dieran a sus 
integrantes el cien por ciento de las ganancias y empataran sus estudios
 a la norma de ese país.
A esto se ha sumado una demanda en tribunales de Miami (claro, tenía 
que ser en Miami) de dos supuestos médicos cubanos contra la 
Organización Panamericana de la Salud acusándola de facilitar la 
creación de una “red de tráfico humano” y “esclavitud” por parte del 
Estado cubano. Pero la OPS –dependiente de la Organización Mundial de la
 Salud–, se ha extrañado porque esta denuncia se puso en la capital de 
Florida y no en Washington donde el organismo tiene su sede.
Lo de fondo es la intención de utilizar el sistema montado por la contra-cubana en esa ciudad dominada por el senador Marco Rubio, para replicar las acusaciones contra las misiones médicas de Cuba, en consonancia con la narrativa del gobierno de Donald Trump.
Pero, entonces, ¿explota Cuba a sus médicos y médicas? ¿Se queda con más de la mitad de su sueldo?
Lo primero que se tiene que advertir es que Estados Unidos 
ocupa conceptos como “explotación” o “esclavitud” sin entender realmente
 su significado.
Por ejemplo, explotación profesional es, en cualquier parte del 
mundo, la promesa de obtener éxito económico estudiando una carrera 
universitaria, pagando cientos de miles de dólares a cambio, con la 
amenaza de que, si no pagas ese dinero, el banco se quedará con tu casa y
 todas tus propiedades. Ese es un tipo de explotación que sufren 
millones de jóvenes en Estados Unidos que no tienen acceso a una 
Universidad porque, de hacerlo, tendrían que rentarse en dos o tres 
trabajos mal pagados para cancelar sus cuentas. Eso, además, es 
esclavitud.
En Cuba, cualquiera puede estudiar lo que quiera sin que le cueste un
 peso. Ningún graduado de la Facultad de Ciencias Médicas o de la 
Escuela Latinoamericana de Medicina tuvo que quitarse el pan de la boca 
con tal de estudiar en las mejores aulas médicas del continente 
americano.
¿Cómo es esto posible, siendo la isla un país pobre?
Sencillo. Los servicios de salud proporcionados por la 
empresa Servicios Médicos Cubanos S.A., dependiente del Ministerio de 
Salud, pagan los sueños de miles.
Todo el mundo sabe que la medicina cubana tiene mucho prestigio, y 
eso se debe a que la salud en Cuba es vista como un derecho, no como un 
bien de consumo. Por eso a Mike Pompeo le cuesta creer que las y los 
médicos cubanos prestan sus servicios sin afanes comerciales. Son héroes
 en su país, y tanto a ellos como a sus familias nada les falta. La 
riqueza que producen, va para ellos, sus familias y para mantener el 
sueño de miles de cubanos que vienen detrás, y de cientos de jóvenes 
provenientes de naciones del tercer mundo que estudian gratuitamente en 
universidades cubanas.
En cambio, en México, el costo de una colegiatura 
universitaria puede elevarse hasta los mil dólares mensuales. ¿Y en 
Estados Unidos?…
Pero volvamos a Cuba.
La isla ha sostenido por cincuenta años más de seiscientas mil 
misiones médicas en ciento sesenta y cuatro países, en las cuales han 
colaborado más de cuatrocientos mil trabajadores y trabajadoras de la 
salud. Si dos de estos recientemente ocupan la estructura anti-cubana de
 Miami para intentar denostar al sistema que les dio escuela y salud, no
 es por gusto, sino por un pago a cambio.
Las misiones médicas cubanas han combatido el ébola en África, la ceguera en Latinoamérica y el Caribe;
 el cólera en Haití y se han formado veintiséis brigadas del Contingente
 de Médicos Especializados en desastres y grandes epidemias para 
hecatombes en Pakistán, México, Indonesia, Ecuador, Perú, Chile, 
Venezuela y tantos otros.
¿Cuánto le costaría a Estados Unidos pagar ese servicio?
Hoy, miles de indígenas en la Amazonía brasileña mueren por 
enfermedades curables debido a la salida de médicos cubanos; porque, 
claro está, a esos lugares nunca han querido ir quienes sólo estudian 
medicina para hacerse millonarios con las medicinas y el negocio de la 
muerte.
Las misiones médicas cubanas siempre han ido a lugares remotos y de 
difícil acceso; les mueve una vocación solidaria y atenderían hasta los 
hijos de Trump y Bolsonaro.
Así le ocurrió al político ultra-conservador chileno, Andrés 
Allamand, unido a Cuba y a su sistema de salud cuando su pequeño hijo, a
 la edad de cuatro años, sufrió un accidente neurológico al caer en una 
piscina:
«Mi mujer y yo recibimos un llamado directo de Fidel Castro donde nos ofrecía ayuda para el tratamiento y recuperación de nuestro niño», dijo Allamand al diario Cooperativa. La oferta de ayuda por parte del Comandante cubano lo «impresionó enormemente”.
Dijo el político chileno: “La primera vez que hablé con él le dije 
que si sabía quién era yo, le dije que era un dirigente de la oposición y
 me respondió: ‘lo tengo absolutamente claro y ésto no tiene nada que 
ver con eso'”.
Fidel “tomó la recuperación de mi niño como algo personal y le dedicó
 todo el tiempo durante muchos, muchos años” (…) “Mi familia y yo 
tenemos el mayor agradecimiento humano”, dijo Allamand.
De tal modo , cuando en el año de 2003 el hijo de Andrés Allamand 
murió, la familia decidió “como una muestra de agradecimiento, llevar 
sus cenizas a Cuba”.
Esa es, pues, la verdadera impronta de la medicina cubana. No la que 
quiere vender Pompeo, y la maquinaria de propaganda a su servicio.
(Tomado de Desde Abajo MX)
 
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