*Jorge Santibáñez
Apesar de los operativos 
mexicanos para detener la migración centroamericana de los países del 
llamado Triángulo Norte –El Salvador, Honduras y Guatemala– atendiendo a
 las instrucciones de la administración Trump, este flujo continuará por
 razones estructurales que ahí están, y que no se modificarán con esos 
operativos.
Ninguno de los países involucrados cree que esa es la solución, lo 
saben perfectamente. Cualquier persona medianamente informada sabe que 
detener a los migrantes sólo los desvía. Eso no quiere decir que los 
operativos mexicanos, que deberían avergonzarnos, son anodinos, 
responden a la dimensión política del proceso y no a la dimensión social
 y económica que es la que realmente está detrás del mismo. Para su 
campaña de relección Donald Trump requiere que el tema esté vivo y 
demostrar que él está deteniendo a los migrantes. México, también en una
 agenda política que nada tiene que ver con los migrantes, se presta a 
hacer ese trabajo.
Los migrantes centroamericanos no le importan positivamente a nadie. 
En las naciones de salida incluso se ve con buenos ojos que cientos de 
miles de sus jóvenes abandonen el país. Eso aligera tensiones sociales, 
además de que enviarán dólares. México, en lo general, los usa 
políticamente; construye una relación con su poderoso vecino, mostrando 
que los puede detener y algún día derivar en beneficios comerciales.
El gobierno mexicano busca que las cosas no empeoren y, en lo 
particular, enriquecer la agenda político-personal de los actores 
involucrados, pues se atraen reflectores cuando se presentan como éxitos
 la detención de miles de migrantes. La dimensión de derechos humanos, 
que alguna vez tuvo un papel relevante, ha desaparecido ante 
lasubordinación frente a Estados Unidos. Muchas organizaciones y 
liderazgos con activismo en el tema, son ahora cercanos al gobierno 
mexicano o sus empleados. Estados Unidos, como ya dijimos, 
sobredimensiona su utilización política.
El flujo migratorio desde Centroamérica hacia Estados Unidos no se 
detendrá, por lo menos durante un tiempo. Las razones son relativamente 
sencillas y se pueden resumir en cuatro o cinco. Exceso de jóvenes en la
 región en busca de oportunidades, pobreza extrema, violencia, falta de 
jóvenes en Estados Unidos y la presencia de redes sociales y familiares 
en Estados Unidos que funcionan como facilitadores de la migración.
Los datos abundan y me parece increíble que quienes de una u otra 
manera están involucrados en la gestión del proceso, los ignoren. Me 
parece además perverso, por decir lo menos, que con toda esa información
 alguien crea que la Guardia Nacional mexicana deteniendo migrantes 
resolverá el problema de fondo.
El grupo de edad de 15 a 24 años en el que se concentra la migración,
 representa para los países involucrados alrededor de 21 por ciento de 
la población (en México andamos en 18 por ciento). En Estados Unidos, 
ese grupo poblacional es apenas 13 por ciento. Esta nación sabe que 
necesita jóvenes para realizar los trabajos rudos y de baja calificación
 y en un futuro no muy lejano, para pagar las pensiones de los 
estadunidenses que se retirarán y dejarán de producir. De la violencia y
 pobreza extrema en América Central no hay ni siquiera necesidad de 
aportar información, y en cuanto a las redes sociales y familiares que 
ya están en Estados Unidos sólo aportaré un dato: uno de cada cinco 
salvadoreños vive en Estados Unidos. Para ellos la migración es un 
proceso de reunificación familiar y social.
En esta lógica, la idea de inyectar recursos en la región es buena, 
pero no nos engañemos, no está ocurriendo, y no ocurrirá mientras en 
Estados Unidos el discurso antimigrante siga siendo rentable 
políticamente. Estados Unidos no va a poner un dólar para el desarrollo 
de la región. Lo que México y los países centroamericanos plantean suena
 bien, pero es poco realista y finalmente, como ocurrió en México, la 
salida de centroamericanos la detendrá la demografía. ¿O de verdad 
alguien cree que la salida de mexicanos se detuvo por mejores 
oportunidades de desarrollo?
¿No se puede hacer nada entonces? ¿Habrá que esperar tranquilamente 10 o 15 años para que haya menos jóvenes en la región?
Por supuesto que no. Quienes están involucrados en la gestión del 
tema o no les interesa la comunidad migrante, y varios presidentes 
mexicanos me lo han dicho explícitamente o usan el tema políticamente en
 su agenda personal. Sólo los migrantes verán por ellos mismos y para 
ello se requiere que se organicen, que pesen políticamente como grupo, 
en México y en Estados Unidos, que voten en las elecciones de ambas 
naciones, que quienes pueden se hagan ciudadanos en Estados Unidos y 
participen electoralmente. Son, como dice una colega, una especie de 
tigre dormido. Es el momento de despertar.
*  Presidente de Mexa Institute
Twitter: @mexainstitute
 

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