Observatorio de la crisis
Tarde o temprano, la
«presión máxima» que Estados Unidos ejerce sobre Irán tenía que ser
compensada por una «máxima contrapresión». Ahora las chispas del
conflicto están a punto de volar.
Durante el último tiempo, círculos
de inteligencia de toda Eurasia han estado recomendado a Teherán que
piense en este escenario: “el Comandante en jefe de la Guardia
Revolucionaria, el General Qasem Soleimani, debería explicar a los
medios de comunicación occidentales que Washington no tiene capacidad
militar para mantener abierto el Estrecho”.
Tal como he informado
en otros artículos, si Irán decide cerrar el Estrecho de Ormuz el
mercado de derivados del petróleo, que alcanza la friolera de 1,2
billones de dólares, haría estallar la economía estadounidense. Un golpe
económico de este tipo haría colapsar el sistema bancario global
causando una depresión sin precedentes.
Las autoridades iraníes
saben que su país necesita exportar a lo menos dos millones de barriles
de petróleo diarios para la supervivencia de su economía. De hecho, las
exportaciones, antes de las sanciones ilegales estadounidenses,
normalmente eran de 2,5 millones de barriles al día, ahora se han
reducido a 400.000.
Hoy el Golfo Pérsico es prácticamente un "pasadizo a punto de detonar".
Según
he confirmado, en fuentes de inteligencia, toda la frontera norte del
Golfo Pérsico está blindada con modernos antimisiles capaces de destruir
cualquiera embarcación enemiga.
Avisaremos cuando esté cerrado
Bueno…
hace unos días el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán,
el General de División Mohammad Baqeri, ha ido directo al grano; “Si el
Gobierno decide cerrar el Golfo Pérsico, esa acción se anunciará
públicamente antes de ejecutarla en su totalidad”.
Los hechos son
porfiados. Teherán no aceptará una guerra económica que le impide
exportar su petróleo. Como se trata ni más ni menos que de su
supervivencia la cuestión del Estrecho de Ormuz ha sido abordada
oficialmente.
Ahora es el momento del mercado de derivados
Un
análisis del mercado de derivados del petróleo y del poder de las
fuerzas militares iraníes obligarían ir a pedir consejos al mago de las
finanzas Warren Buffett. El catastrófico alcance de una posible crisis
de los “derivados» es un tema omnipresente en la Banca mundial y en las
instituciones del consenso de Washington.
Según una de mis
fuentes, la cifra correcta –de 1.200 millones de dólares– proviene de la
Banca Suiza. De manera extraoficial la institución que ha dado este
monto es el Banco de Pagos Internacionales (BPI) el Banco Central de los
Bancos Centrales, ubicado en Basilea.
El punto es que no importa cómo se haya bloqueado el Estrecho de Ormuz
Podría
ser una bandera falsa. O podría ser que el Gobierno iraní siente que va
a ser atacado y decide hundir un barco de carga o dos. Lo que importa
es el resultado final, cualquier bloqueo del flujo de energía hará que
el precio del petróleo alcance entre los 200 y 500 dólares el barril.
Otra
fuente bancaria estadounidense explica: «La clave del análisis es lo
que llaman nocional y una crisis nocional puede volverse tremendamente
real. Por ejemplo, si compro un millón de barriles de petróleo a 100
dólares el barril y el Estrecho está cerrado, todos los intereses se
disparan inmediatamente”.
El Banco de Pagos Internacionales
reconoce oficialmente que el monto teórico pendiente de pago para
contratos de derivados se estima en 542,4 billones de dólares. Y esta
colosal cifra es sólo una estimación.
Mi fuente añade: “En este
caso lo nocional tiene mucho sentido. Los derivados pueden llegar a
tener tasas de interés fuera de todo control. Y aunque es teórico, si el
petróleo llega a los mil dólares el barril, esto hecho afectará a todos
los tipos de interés. La razón está a la vista: el 45 % del PIB mundial
es petróleo. Esto es lo que se llama en los negocios un pasivo
contingente».
Las proyecciones de Goldman Sachs calculan que unas
semanas después del cierre del Estrecho de Ormuz el precio del barril
de petróleo llegaría a unos 1.000 dólares Esta cifra, multiplicada por
100 millones de barriles de petróleo producidos por día, lleva al 45 %
del PIB mundial, unos 80 billones de dólares.
Basándose sólo en estos números es evidente que la economía mundial terminaría derrumbándose.
Pero los perros de guerra siguen ladrando
Hasta
un 30 % del suministro mundial de petróleo transita por el Estrecho de
Ormuz. Los sagaces comerciantes del Golfo Pérsico han llegado una
conclusión unánime, si Teherán fuera realmente responsable del incidente
del petrolero en el Golfo, los precios del petróleo ya estarían por las
nubes.
Las aguas territoriales de Irán en el Estrecho de Ormuz
suman 12 millas náuticas (22 km) y desde 1959, Irán sólo reconoce el
tránsito naval no militar. Por la otra orilla las aguas territoriales de
Omán en el mismo estrecho también suman 12 millas náuticas. En la parte
más estrecha, el ancho del Estrecho es de 21 millas náuticas (39 km).
Esto significa que la mitad se encuentra en aguas territoriales iraníes y
la otra mitad en las de Omán. No hay «aguas internacionales».
A
esta realidad geográfica hay que añadir que ahora Teherán ha declarado
públicamente que puede decidir cerrar el Estrecho de Ormuz y que no lo
hará a hurtadillas.
La respuesta asimétrica de Irán a cualquier
aventura estadounidense será muy dolorosa. El profesor Mohammad Marandi,
de la Universidad de Teherán, me confirmó que: "incluso un ataque
limitado se encontrará con una respuesta importante y desproporcionada".
Esto significa quitarse los guantes a lo grande. En palabras de
Marandi “cualquier cosa puede volar por los aires, desde los barcos de
carga hasta las instalaciones petrolíferas saudíes y de los Emiratos
Árabes Unidos”.
Hezbolá tiene en la mira a Israel
En
un reciente discurso el líder de Hezbolá, Hasan Nasrallah, ha afirmado
que "una guerra contra Irán no permanecerá dentro de las fronteras de
ese país. Si se agrede a la nación persa se incendiara todo Oriente
Medio y las fuerzas e intereses estadounidenses en toda la región serán
aniquilados, y con ello los conjurados de la guerra: primero Israel y
luego la familia gobernante saudita". La inteligencia israelí sabe a
quién están dirigidas las palabras de Hezbolá.
A pesar de lo peligroso de la situación, los perros de la guerra no dejan de ladrar.
A
principios de esta semana, el Secretario de Estado de Estados Unidos,
Mike Pompeo, voló al CENTCOM en Tampa para discutir con los generales
escépticos sobre «cuestiones de seguridad regional y operaciones en
curso», un eufemismo para justificar una «presión máxima» que puede
finalmente desembocar en una guerra contra Irán.
La diplomacia
iraní, discretamente, ya ha informado a la Unión Europea -y a los
suizos- sobre su capacidad para derrumbar la economía estadounidense.
Pero aún así, este aviso no ha sido suficiente para detener las
sanciones y el bloqueo del Imperio del caos.
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