Hace algún tiempo publiqué en “Historia y Presente” (www.historiaypresente.com)
 una serie de artículos en los que di cuenta de los principales estudios
 que se han realizado sobre el gobierno de Rafael Correa (2007-2017). 
Destaqué varias publicaciones internacionales, que están lejos de las 
pasiones internas entre “correístas” y “anticorreístas”. Entre ellas, 
los estudios de las NNUU, CEPAL e incluso BM y hasta FMI. 
De 
acuerdo con el BM, entre 2006 y 2014 el país tuvo un crecimiento 
promedio del PIB de 4.3%; la pobreza disminuyó del 37.6% al 22.5%; y el 
coeficiente de Gini se redujo de 0.54% a 0.47%. Los informes anuales de 
la Cepal destacaron el progreso económico y social del Ecuador. Alicia 
Bárcena, secretaria ejecutiva de la entidad, frecuentemente consideró al
 Ecuador un ejemplo para América Latina, tal como lo destacaban estudios
 e informes europeos, que, además, observaron el progreso institucional 
del país, que superó las herencias de las décadas de 1980 y 1990. En la 
región, Ecuador era un referente para las izquierdas y su gobierno 
identificado con los procesos hacia un nuevo socialismo. Se movilizaron 
valores “extraeconómicos”, pero de indudable significado histórico: 
soberanía nacional, orgullo y patriotismo, latinoamericanismo, 
antimperialismo, dignidad, independencia.
En Ecuador, varios 
estudios coincidieron con esos análisis objetivos del exterior, aunque 
más resonancia mediática tuvieron aquellas publicaciones cargadas de 
anticorreísmo, que hicieron malabares ideológicos para sostener sus 
argumentos. Por cierto, varias de las más sonoras obras provinieron de 
autores identificados con la izquierda tradicional y con la que rompió 
con el “correato” y se unió al morenismo en la “descorreización” del 
país.
Cierto es que desde 2014 comenzaron serias dificultades 
por el derrumbe de precios del petróleo, la apreciación del dólar, el 
terremoto en Manabí y otros factores externos. De acuerdo con el BM, 
entre 2014 y 2016 el desempleo urbano aumentó de 4,5% a 6,5% y el 
subempleo urbano aumentó de 11,7% a 18,8%, aunque “En este mismo 
periodo, la pobreza y el coeficiente de Gini de desigualdad 
permanecieron básicamente estancados”. En los dos últimos años se 
tomaron medidas cuestionables, como algunas flexibilizaciones laborales y
 ciertas “privatizaciones”. Sin embargo, de acuerdo con la CEPAL, las 
políticas económicas adoptadas para sortear la recesión en marcha, 
dieron resultados y en 2017 la economía se recuperó al 2.4% y no se 
habían perdido los logros sociales de la década.
Los golpes más
 eficaces contra el “correísmo” han provenido del gobierno de Lenín 
Moreno, los medios de comunicación que han sostenido abiertamente su 
gestión y la nueva era del americanismo inducida desde los EEUU por la 
política del presidente Trump. Sin duda, resultó impactante el 
descubrimiento de una serie de casos de corrupción que derrumbaron la 
imagen de la Revolución Ciudadana. Pero es igualmente inocultable que se
 ha unido la persecución estatal sistemática, la judicialización 
política y hasta la arbitrariedad para ajustar “casos” a la conveniencia
 de las vendettas, en un ambiente institucional captado por el 
Ejecutivo.
El combate al pasado no oculta las realidades del 
presente: cae la economía; las estadísticas oficiales reflejan el 
deterioro social y laboral; aumentan pobreza, desempleo, subempleo y 
concentración de la riqueza; revierte la atención en servicios públicos;
 se debilita el manejo tributario; caminan aceleradas las 
privatizaciones; se destapa la megaminería; hegemonizan las cámaras de 
la producción. 
De acuerdo con el INEC, a junio de 2019 la pobreza ha 
La “escandalosa” deuda externa del “correísmo”, que inicialmente se 
dijo que ascendía al 57% del PIB(unos 58.979 millones de dólares) 
resulta que era mucho menor, pues solo llegó, en total, al 38.2%. En la 
carta de intención con el FMI se afirma: “A lo largo del último 
decenio, nuestra deuda pública total se casi duplicó al pasar del 24 
por ciento del PIB en 2008 al 46 por ciento del PIB en 2018, de acuerdo a
 la metodología del FMI”. Y, además, por recientes datos del BCE, en 
dos años el gobierno de Moreno aumentó la deuda entre mayo 2017 y enero 
2019, puesllegó a 11.722 millones de dólares, una cantidad similar a la 
que el gobierno de Rafael Correa contrajo en 9 años.
El país 
perdió antiguos valores y es de tal magnitud su giro que hasta en 
política internacional se acabó con el latinoamericanismo (CELAC, 
UNASUR, MERCOSUR, ALBA) y no hay límites para ponderar los tratados de 
libre comercio, los bilaterales de inversión, la Alianza del Pacífico o 
la Carta con el FMI.
Ecuador no es más un referente 
latinoamericano y peor mundial. En cambio, pasó a ser un país de enorme 
interés para los EEUU, que considera al gobierno de Moreno como aliado 
de suma importancia. Como en ninguna otra época en la historia 
republicana, llegan al país las más altas personalidades de Estado de 
los EEUU: el vicepresidente Mike Pence; el secretario de Estado, Mike 
Pompeo; el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, Thomas 
Shannon; el viceministro para Asuntos Políticos, David Hale; el 
administrador de USAID, Mark Green; el almirante Craig S. Faller, jefe 
del Comando Sur. Consiguen revivir caducos acuerdos militares de 
cooperación, una “base” de abastecimiento en Galápagos y, además, la 
adopción por el Estado de objetivos “comunes” en una serie de materias 
de particular interés de los EEUU.
 Frente a datos y 
procesos objetivos, resulta inconcebible que se afirme que Ecuador se 
encaminaba a ser otra Venezuela, comparación que, desde la perspectiva 
diplomática e histórica, es un insulto para esa república. Lo que sí 
cabe decir es que Ecuador se encamina a ser una especie de segunda 
república de tipo “macrista”, porque sería un insulto contra el pueblo 
argentino decir que se encamina a ser otra Argentina. 
 

No hay comentarios:
Publicar un comentario