Pedro Echeverría V.
1. En el gran barco venezolano anclado en el puerto de Progreso, Yucatán, hicimos unas 230 personas, entre 191 militares de la marina venezolanos y unos 40 civiles yucatecos cercanos a la izquierda y al lopezobradorismo, un homenaje muy emotivo en el que faltaron los discursos, los poemas y las canciones dirigidas a Simón Bolívar, el héroe más destacado de la independencia nacional de unos cinco países de América Latina. Estuvieron presente algunas autoridades de Venezuela, Cuba y de México.
2. Luego los venezolanos, con toda la amabilidad del mundo nos sirvieron refrescos, muy sabrosas y agradables botanas y dulces; lo que más gusto nos causó es que se abrió un intensa relación entre la tripulación de la nave, que lleva varios meses recorriendo la extensa región del Golfo, el Caribe, hasta cumplir con la ruta propuesta. Como los marinos de Venezuela, también nosotros estuvimos muy dispuestos a estrechar la tan deseada y esperada amistad latinoamericana. El homenaje fue un buen motivo para saludarnos.
3. Hacía varias semanas que no salía del hogar; me sirvió mucho hacerlo porque en ese acto estuvieron presentes mis amigos Villebaldo, los hermanos Bermejo, los hermanos Durán, Chucho Solís, Cristóbal, García Acosta y otros, entre ellos los que me hicieron la invitación y me alegraron el día, sobre todo en el café de Progreso donde los escuché analizar y discutir sus posiciones acerca del gobierno de López Obrador, de manera particular la convocatoria a reuniones con motivo a la visita a Yucatán del dirigente nacional de mercados, profesor de la UNAM y exdiputado del PT, Joaquín Vela.
4. Pienso que todas esas inquietudes organizativas deben ser apoyadas, sobre todo en Yucatán donde nada se mueve en serio por causa de toda una formación religiosa-cultural histórica. Incluso la lucha reivindicativa indígena llamada Guerra de Castas de mediados del siglo XIX -que partió del lejano oriente de Yucatán, después de cubrir un importante zona- tuvo que retirarse al no poder tomar Mérida y sufrir el rechazo de los trabajadores manipulados por hacendados. Al fracasar la guerra campesina se vieron obligados a refugiase 50 años en las selvas de Quintana Roo hasta que Porfirio Díaz en 1901 los asesinó con su ejército para separar Q.Roo de Yucatán.
5. Hay que preguntarse porque en Yucatán no hubo lucha de independencia, de Reforma, la Revolución la impuso Alvarado y el mismo Carrillo-puertismo y Cardenismo de 1937 no funcionaron. Claro, no debe olvidarse que Yucatán está a 1500 kilómetros de la capital (CDMX) –donde se ha cocido la política y los movimientos sociales-; que el avión apenas llegó en 1931; el ferrocarril del sureste hasta 1957; el servicio de autobuses a la capital en los años 50 y la televisión en esa década. Pero la distancia no ha sido determinante porque lo más importante es: ¿Quién construyó su filosofía, su pensamiento, su mente, además de los padres, la escuela y la iglesia? ¿Por qué los estudiantes y profesionistas nunca han participado en luchas sociales?
5. Me gustó la discusión de mis amigos en el café al que asistimos unos 25. Me manifestó un real interés por reagruparse en Yucatán sin olvidar que ha habido cientos de proyectos y millones de deseos a través de las décadas. He visto y reconfirmado en los últimos 60 años que al no sentirse Yucatán parte importante de México sólo parece interesado por los asuntos locales de la entidad; incluso a nivel local quizá sólo hay preocupación por la familia en lo individual. Hay que investigar a fondo, hay que estudiar porqué en Yucatán las luchas sociales en México les vale un cacahuate? ¿Por qué ocupa Yucatán el último lugar en la República en las luchas de la CNTE?
6. La parte chusca que me hizo reír es que todos los venezolanos lucieron su elegante uniforme blanco y todos mis compañeros de Yucatán vistieron con guayabera blanca o crema. Como siempre, no entendí la señal y llevé playera roja. Obvio preferí como siempre estar escuchando y observando desde atrás porque al fin nunca canto el himno nacional, ni saludo a la bandera ni hago homenaje alguno a los llamados héroes patrios mexicanos. A mis amigos los admiro, los quiero y los siento; a algunos de ellos al morir –como a María Eugenia Regalado, Javier Centeno, Luis Sosa, Cisneros, (El Llanero Solitito), Róger Aguilar y otros, los he homenajeado con artículos a través de su vida política. (24/VI/19)
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