En Guatemala no se habla de genocidio porque la mayor parte de la 
sociedad lo sigue negando y no por desconocimiento sino por racismo y 
clasismo; porque en Guatemala somos todo menos indígenas.  Mal propio 
del capitalino clase media y burgués que cree que con un cartón de 
universidad,  o por tener sirvienta en su casa  es más y mejor que los 
demás: un remedo de cacique por su mente colonizada y por ende la presa 
fácil para los cazadores de arrogancias y tibiezas.
Un cartón de universidad no da las agallas, un teléfono celular 
inteligente no da la dignidad, el sentido común y la sabiduría.  Saber 
de gramática, de artistas plásticos, de autores reconocidos y 
fanfarronear con sus lecturas, viajar por el mundo y codearse con gente 
plástica que aparenta humanidad   no significa conocer de injusticia 
social, conocer el dolor del hambre, de la exclusión y de la miseria: 
son mundos aparte, y  mucho menos significa querer internarse en esos 
otros mundos de los que se toman tantas fotografías para portadas y 
documentales, para disparar como metralleta en redes sociales, pero 
desde lejos, sin untarse porque en Guatemala solo se unta el que no le 
teme a la vida: la vida está lejos de las burbujas del racismo y el 
clasismo: lejos del asfalto…
Mucho se puede decir desde la facilidad de una computadora y  un 
celular, en una red social se pueden disparar palabras como metralletas 
bajo la sombra de la comodidad, pero otra cosa es poner el lomo, ver de 
frente al sol, astillarse las manos, ampollárselas, caminar: otra cosa 
es caminar y en Guatemala los únicos que caminan cientos de kilómetros y
 ponen el lomo  y se astillan las manos son los pueblos originarios. 
¿Quién tiene la dignidad para verlos de frente y unirse a ellos con sus 
zapatos de charol?
Son tan arrogantes los capitalinos que creen que los rurales no 
tienen el conocimiento ni la capacidad, solo porque no tienen sirvienta 
en sus casas, carros del año, teléfonos inteligentes y un simple cartón 
de universidad; pero los rurales tienen mucho más que eso, tienen la 
sabiduría milenaria, el amor de la madre tierra, el respeto al 
ecosistema, tienen palabra y la palabra vale más que cualquier firma y 
cualquier sello. Tienen dignidad que vale más que cualquier 
manifestación de sábado de ir a broncearse. Tienen agallas que valen más
 que cualquier viaje vacacional al extranjero. 
Tanto les cuesta aprender a los capitalinos, son tan ignorantes, su 
arrogancia los ahoga, los maniata, los entorpece, que si vieran lo 
diminutos que son comparados con la inmensidad de la lucha, la 
sabiduría  y la humildad de los pueblos originarios tendrían la 
capacidad de unirse a ellos, aceptando la superioridad de conocimiento 
milenario sin fanfarronear con su clase social que es solo eso, una 
burda clase social, lograrían empezar a transformar el sistema con un 
frente inquebrantable, pero tienen miedo de que la sirvienta que les 
limpia el baño y les prepara el desayuno y el peón que les trabaja en la
 finca y les corta la grama en su casa,  un día los vea de tú a tú y 
tenga los mismos derechos y sus hijos vayan al mismo colegio que los de 
ellos y quien quita, un día hasta compartan el mismo vuelo en sus viajes
 vacacionales al extranjero. Es eso. ¡Niéguenlo, racistas!
Por eso en Guatemala no se habla de genocidio ni de racismo, porque 
por muy salsas, saben que si se profundiza otros tendrán los derechos 
que ustedes pseudo progresistas de pacotilla les han robado y a medias 
tintas siempre apoyando la balanza para el lado de los opresores, se 
empeñan en la continuidad del sistema de explotación. Pero un día, 
porque el único que avanza el es que camina, los pueblos originarios 
recuperarán lo robado y ustedes verán de qué lado masca la iguana. 
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Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado
16 de mayo de 2019. 
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