Entrevista con el médico Daniel Márquez, que trabajó en las favelas de Brasil y en las cárceles de Uruguay
El Observador
| Asegura que el encierro “genera afectaciones irreparables a la salud” | 
Daniel Márquez 
trabajó como médico de familia en las favelas de Brasil y a su regreso 
fue contratado por la Administración de los Servicios de Salud del 
Estado (ASSE) donde sirvió primero como adjunto al directorio y luego 
como encargado de poblaciones vulnerables: presos, enfermos con VIH, 
personas trans y testigos protegidos. Cansado de estar sentado detrás de
 un escritorio renunció a ASSE la semana pasada y seguirá trabajando a 
través de la ONG Nada Crece a la Sombra en la que considera es la pieza 
clave del puzle de enfermedades sociales: la cárcel.
 -Tenemos fama de ser un país solidario pero estas poblaciones vulnerables sufren de una gran soledad. 
 De odio, estigma, discriminación. 
 -¿Por qué pasa? 
 Ni que hablar que es una cuestión de clase, seguro ahí hay algo súper fuerte. 
 -Claro, la mayoría son de sectores pobres. 
 Por eso digo que hay una cuestión de clase que los y las atraviesa a todos. 
 - Doble estigma. 
 Claro. Me pasó muchas veces en estas poblaciones sentir que su 
principal problema de salud era el odio que recibían. Lejos. Después 
podíamos abordar lo biológico, la tuberculosis, el VIH, lo que fuera que
 tuvieran, pero sobre todo era cargar con esa mochila, el odio en la 
calle, en las redes, en los medios. Eso me pasó todo el tiempo. Sin ir 
más lejos cuando empezó a aparecer la ley trans y se empezaron a 
organizar las marchas, volvían con daños físicos de golpizas en las 
calles. 
 Cuando hablamos de enfermedades decimos que en primer 
lugar están las cardiovasculares, luego los tumores. Ahora, nuestra 
situación psiquiátrica como población ¿no está un tanto solapada? 
 Sí, pero acá también hay una concepción desde la formación que tenemos 
los equipos de salud. Yo siento que tenemos que erradicar o hacer más 
común el concepto de problema de salud que enfermedad. Hay una 
diferencia clarísima: el problema de salud es algo que el individuo 
también siente y no solo el médico diagnostica. O que la familia o el 
entorno sienten. La enfermedad es diagnosticada por alguien que tiene su
 subjetividad también. Entonces cuando hablamos de problemas de salud 
estamos hablando de algo bastante más amplio. 
 -En enfermedades mentales quizás haya casos de gente que nunca consultó a un médico. 
 Claro. El consumo de cualquier sustancia que podría ser controlada está
 a la mano de cualquiera y la automedicación es súper frecuente. Si 
hablamos de estas poblaciones, todas las que hablamos tienen un consumo 
súper alto de bendazepina, de analgésicos, antidepresivos, de 
automedicación inclusive para cortar el dolor que muchas veces es 
producto de otras situaciones. Por ejemplo, el encierro. 
 -La pieza más notoria de todo esto son las personas privadas de libertad, ¿por qué? 
 Creo que todavía no se asume que falta una solución que es bien clara, 
entender a la salud como la atención del equipo de salud. Y también de 
quienes generan acciones en salud, no podemos delimitar a que solamente 
es un servicio asistencial que genera salud. Si vos comes azúcar, eso 
repercute directamente en tu salud. Si vos estás encerrado 24 horas no 
podemos no pensar que eso no genera problemas de salud, y eso aumenta el
 consumo de psicofármacos y eso aumenta la violencia. Todo eso son 
problemas de salud, pero está encarado por diferentes órbitas. Me pasó 
de estar hasta hoy en ASSE y siento que mi lugar no es en el escritorio 
ni encerrado en un consultorio, es en el territorio, ahí está la verdad.
 No hay otra forma de que la verdad no esté ahí. Me pasó viendo personas
 en el consultorio y después verlas en el territorio y los diagnósticos,
 la realidad, la llegada, la visión, el completar el puzle está ahí. 
Como pasa en (la ONG) Nada Crece a la Sombra. Yo entiendo que mi lugar 
es ahí porque hay un equipo multidisciplinario que aborda diferentes 
áreas. Estoy convencido de que podemos probar esta hipótesis de medir la
 intervención en talleres socioeducativos como rap, teatro, música, 
audiovisual, todo eso baja el consumo de psicofármacos en el encierro. 
Estar encerrados maquinando todo el día en una celda con otras personas 
sin luz, sin agua, no hay mucha forma que no te pueda afectar. Si vos 
estas ocupando la mente en otra cosa inclusive podes crear. Yo soy actor
 también, y me pasa que no he visto creaciones tan genuinas como la que 
hacen los presos, porque es lo único que tienen. 
 -Si alguien que no tiene idea de nada te pregunta ¿cómo es la cárcel? 
 El infierno. Más en detalle, la cárcel es un lugar violento, que genera
 violencia y que no es impermeable al odio del afuera. A una persona que
 me pregunta cómo es la cárcel le diría que es el lugar que estamos 
creando todos, también para generar condiciones de inseguridad a 
posteriori. Porque esas personas salen y capaz desde mi lugar desde la 
salud te lo puedo decir, salen con todas las enfermedades que tienen en 
la cárcel. Salen con enfermedades desde infectocontagiosas hasta de 
salud mental, y cardiovasculares. Esas personas salen y están 
desafiliadas socialmente. 
 -¿La favela es horrible? 
 Es horrible y es hermosa, como la cárcel. Y suena loco lo que te digo. 
Yo que estoy ahora enamorado del proyecto también es porque es horrible y
 es hermoso. La sensación de comunidad que tiene la favela no lo vivo 
acá en ninguna comunidad de las que he trabajado porque se expresa en lo
 cultural, en la sensación de pertenencia al lugar. Pero la vida en la 
cárcel es mucho peor que en las favelas. Sobre todo por la autonomía. 
Vos estás en la favela o cualquier lugar del mundo y tenés autonomía de 
poder orinar, defecar, comer. Si vos estás en la cárcel no tenés 
autonomía para ninguna de esas cosas básicas. Ni siquiera ver el sol. 
 -¿Cuál es el impacto psiquiátrico de estar meses sin salir de una celda? 
 Sin dudas hay una afectación de la salud mental. Después es también 
físico, nosotros estamos acostumbrados a movernos, a que los músculos 
generen contracción y que el estímulo de la luz nos genere muchas 
secreción 
 de neurotransmisores. Si queremos hablar de lo 
específico molecular. Entonces la afectación es desde lo molecular, 
micro hasta lo macro que se traduce en el cuerpo. Yo veo el daño del 
cuerpo cuando voy, una persona que entra a la cárcel nunca va a ser 
igual que antes de la cárcel. Hay un antes y un después. La cárcel 
genera afectaciones a la salud incluso irreparables. 
 La 
referencia a la salud de las personas que salen, de pronto vamos en un 
ómnibus y de un lado tenemos un rapiñero y del otro un homicida recién 
salidos de la cárcel, con toda su carga de insalubridad y ni nos 
enteramos. 
 Eso es genial hasta el punto de vista que decís. Hay 
que matarlos a todos pero ¿vos matas a una persona que tenés al lado 
tuyo? Que no sabes su trayectoria de vida en la calle o que es una 
persona ayer estuvo en el Comcar. Es como que no se entiende y creo que 
cada impulso sanitario tiene un foco fuerte que hay que atender. Es muy 
loco que en el año 2019 se siga pagando una pena, una condena con salud,
 eso es lo que no puede ser. Básicamente las personas ahí tienen que 
tener derecho de acceso a la salud. 
 - ¿Solucionamos la situación de las cárceles, solucionamos un pedazo grande de la seguridad pública? 
 Sí, porque la inseguridad también está dada en todo lo que pasa en las 
cárceles. Esto de la entrada y salida, si lo que le estamos dando a las 
personas es cero posibilidad educativa. Un pibe que se acostumbró toda 
la vida a estar en un sistema violento, que tenía vulneración de 
derechos todo el tiempo, entra a la cárcel y se le sigue violentado sus 
derechos, me pongo en ese lugar después de una trayectoria así… 
 -Desde una óptica de crónica policial pensamos que el relato de la seguridad pública se termina cuando alguien va a la cárcel. 
 Pero nunca pensamos el después ni el vínculo con la salud en las 
cárceles. El Sistema Integrado de Salud no llegó a la cárcel. En la 
cárcel hay un vínculo en el cual es como el aspecto de salud antiguo 
donde las personas van al consultorio, el medico los ve ahí. No hay 
actividades planificadas de prevención, promoción y educación para la 
salud. Hay muchas cosas para prevenir ahí pero sin embargo hay un encare
 de la salud bien lineal, tenés un síntoma, allá va el médico. ¿No 
tendré que pensar que por tu encierro no te queda otra que achicar la 
mente y tomar antidepresivos, bendazepina y todo lo que termina en pam, 
clonazepam, diazepam? Y que se transa en la cárcel y no tiene indicación
 médica y es una moneda de cambio en la cárcel. ¿No tendré que dejar de 
abordar tus síntomas y abordar tu salud integral? 
 - ¿Qué es esto del diagnóstico participativo de la cárcel de mujeres? 
 Es la apuesta de este año de Nada Crece a la Sombra que me toca 
coordinar. Es generar un diagnóstico de la situación de las mujeres 
privadas de libertad pero con un foco en la voz de ellas mismas. Es lo 
que hablábamos recién, la diferencia entre enfermedad y problemas de 
salud. Muchas mujeres no tienen acceso a lo que sí tienen muchas mujeres
 de afuera, un papanicolau, pero le tengo que preguntar ‘para vos ¿cuál 
es tu problema de salud?’ Porque ahí hay un diálogo que también tiene 
que existir, yo como médico me puedo acercar y decirte: el hemograma te 
dio anemia, pero para vos capaz que la anemia no es tu problema de salud
 ahora sino que es otro. 
 - Si pudiera aprobar una normal o ley o lo que fuere que encaminara a una solución en tema cárceles, ¿cuál sería? 
Te diría que generar muchas más herramientas socio educativas 
sanitarias dentro de la cárcel para que disminuya, y creo que lo puede 
hacer notoriamente, la violencia, las enfermedades, problemas de salud y
 la salida de la cárcel ya sea con una reinserción social. Creo que la 
medida sería mirar el afuera como final del camino de la cárcel. Que 
ahora lo que estamos mirando es la cárcel como inicio y fin, pero no el 
afuera como fin. Todas las personas que están condenadas tienen un 
afuera y tenemos que pensar en ese afuera. 
 
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