El 10 de enero, cuando la OEA
acordó ilegalmente declarar ilegítima la relección del presidente
Nicolás Maduro, una activista estadunidense, Medea Benjamin, irrumpió en
la sesión con un cartel en que se leía: OEA, no apoye un golpe en
Venezuela. El acto puede haber parecido menor por tratarse de una sola
persona. Pero independientemente del prestigio de Benjamin como
activista feminista y pacifista desde su adolescencia, cuando se opuso a
la guerra de Vietnam, y más tarde su liderazgo contra la agresión a
Irak, es conocido que la opinión pública en Estados Unidos se opone a
las intervenciones militares de la superpotencia, al final decididas por
una pequeña élite, incluso sin consultar al Legislativo. Así que la
resuelta mujer actuaba en ese momento como expresión de una corriente de
la sociedad estadunidense que rechaza la guerra ejercida históricamente
por su gobierno a lo largo y ancho del mundo.
El 13 de febrero, en el Senado de Estados Unidos, miembros de
Codepink, organización de la que Benjamin es referente, interrumpieron
la comparecencia ante una comisión de Elliott Abrams, emisario especial
del Departamento de Estado para Venezuela. Los activistas le recordaron
su pasado como criminal de guerra en Nicaragua. Este hombre propició y
enmascaró masacres en El Salvador y Honduras, además de ser uno de los
operativos del escándalo Irán- contras, aprobado por Ronald Reagan para burlar la ley que prohibía suministrar armas a la contra
nicaragüense. Con la agravante de que los aviones de la CIA que
llevaban las armas regresaban cargados de drogas que la agencia vendía
en los barrios negros de Los Ángeles para continuar financiando las
armas ilegales. Un tribunal federal halló a Abrams culpable, pero fue
indultado por el difunto George H. W. Bush al inicio de su presidencia.
Luego fue funcionario a las órdenes directas de Bush hijo; hay fuertes
indicios de que participó en el golpe de Estado contra el presidente
Hugo Chávez.
Abrams, el secretario de Estado Pompeo, el director del consejo de
seguridad nacional John Bolton, el senador Marco Rubio (encargado por
Trump de los planes contra Cuba, Venezuela y Nicaragua) y el subdirector
del citado consejo Mauricio Claver Carone, se hacen llamar
equipo Venezuelay según denunció Peter Kornbluh, experto en relaciones Cuba-Estados Unidos, la obsesión del grupo es derrocar al gobierno revolucionario de Cuba una vez que acaben con Maduro.
Así como Medea Benjamin y otros activistas de Code Pink han mostrado
una firme voluntad solidaria con Venezuela dentro de Estados Unidos,
crecen en el mudo acciones de solidaridad con la revolución bolivariana.
Desde que estuvimos en La Habana en la cuarta Conferencia por el
Equilibrio del Mundo, a finales de enero, donde se hizo un vibrante
llamado a la solidaridad con Venezuela y todas y todos nos comprometimos
a actuar enérgicamente en esa dirección, se aprecia una ola ascendente
de videos realizados por activistas que denuncian las mentiras de los
medios contra la patria de Bolívar y, en algunos casos, filman en
Venezuela el país real, totalmente contrario al que dibujan las
desvergonzadas bocinas corporativas.
De la misma manera, circulan en las redes digitales artículos muy
bien argumentados en defensa del chavismo, con miles de reproducciones, y
Maduro ha concedido una serie de entrevistas muy esclarecedoras de gran
repercusión. Entre ellas destaca la publicada en La Jornada por
Luis Hernández Navarro dada la eficacia de las preguntas y respuestas,
muy leída en México. Diariamente encuentra uno declaraciones de
importantes personalidades condenando la política de Estados Unidos
contra Venezuela y repudiando la amenaza de intervención militar
reiterada por Trump. Hace unas horas se difunde Tambores de la paz, canción del cubano Raúl Torres que promete ser todo un jonrón de la imprescindible Telesur.
Pero a la vez, durante la visita del ultraderechista presidente colombiano, Iván Duque, a Washington, Trump vuelve con que
todas las opciones están sobre la mesasi Maduro no se va. Esto, en medio del peligrosísimo espectáculo montado con la supuesta ayuda
humanitariade la USAID y de otros países, en cuya distribución no participan ni la ONU ni la Cruz Roja Internacional, puesto que es obvio que en Venezuela no existe crisis humanitaria y que lo que intentan hacer en la frontera venezolana Estados Unidos y sus satélites es una flagrante violación del derecho internacional. También es sabido cuántas veces esas dos palabras han estado unidas a las intervenciones militares de Washington. Ojalá no se llegue a ese fatídico extremo en Venezuela. Pero si llegare, topará una encarnizada resistencia sin fin de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y sus millones de milicianos y milicianas.
Twitter: @aguerraguerra
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