Entrevista a Ian Gibson
El hispanista publica Los últimos caminos de Antonio Machado. De Collioure a Sevilla (Espasa), testimonio de ese periplo vital del poeta andaluz y del desgarro interior que le supuso la Guerra Civil.
Ian Gibson (Dublin, 1939) no puede evitar conmoverse cuando evoca los últimos días de Machado en Collioure. Su último libro  Los últimos caminos de Antonio Machado (Espasa)
 indaga en ese desgarro interior del poeta, ese que le provocó la guerra
 y el desmoronamiento de su anhelada República. Hablamos con el 
hispanista de camino a ese pueblo pesquero en el que los Machado se 
refugiaron huyendo de las bombas, un sol y un mar que apenas pudieron 
redimir a un poeta enfermo y transido de dolor, pero que –tal y como nos
 recuerda el hispanista– no dejó de contemplar buscando, quizá, regresar
 a esos días eternos de la infancia. 
Este nuevo libro evidencia el peso que tuvo la infancia en Machado, ¿hasta qué punto marca su obra? 
 No es algo habitual el hecho de nacer en un auténtico paraíso bíblico. 
El Palacio de las Dueñas, donde Machado vivió los primeros cuatro años 
de su vida, es un sitio único. Está rodeado de una tapia altísima que le
 aísla del bullicio de la ciudad, en el centro –y este es uno de los 
descubrimientos que hice durante la escritura del libro– encontramos una
 fuente no muy elevada, de tal forma que un niño de cuatro años puede 
asomarse y ver el reflejo de los limoneros. Ese jardín y los pasillos 
que llevan a las galerías están muy presentes en la poesía de Machado, 
no es descabellado afirmar que sin el Palacio de las Dueñas no 
tendríamos el Machado que tenemos. 
 Se percibe también un esfuerzo divulgativo... 
 Seamos honestos; es poco probable que un joven se lea mi biografía de 
700 páginas. Por ello pensé en este libro como la posibilidad de narrar 
de forma casi novelística su periplo vital y hacer más accesible la 
figura y la poesía de Machado. La idea de empezar por su entierro 
responde precisamente a ese aspecto circular que tiene su obra, siempre 
volviendo a la infancia y siempre con algo premonitorio. 
 ¿Qué opina del manoseo político del legado de Machado? 
 Lo que pienso es que hay que ser leal. No puedes permitirte ser 
hipócrita, si amas a Machado, si de verdad lo haces, no lo mencionarías 
para dividir a la sociedad. Su obra y su trayectoria fueron un intento 
de ayudar a España a que fuera un país floreciente culturalmente. Me 
parece patético lo que están haciendo en su nombre, ni siquiera aciertan
 cuando hablan de las dos Españas; su división no era entre la España 
roja y la España golpista, sino entre la España liberal y la del 
bostezo, el casino provincial y la Iglesia. 
 Le acusó en su día la derecha de ingenuo, de haber comprado ciegamente los preceptos marxistas... 
 Sí, así fue. Machado no ocultó que el marxismo le parecía una gran 
contribución a la humanidad, pero al final siempre matizaba que lo 
materialista no era lo más importante para él. Yo creo que, por encima 
de todo, Machado fue un viejo republicano. No olvidemos que él venía de 
una familia medularmente republicana. 
 La pérdida de la correspondencia con Pilar de Valderrama aparece en el libro como un hecho desgarrador, difícilmente mesurable. 
 ¿No se estará excediendo? 
 Es que aquí está todo, aquí hubo una mezcla de culturas importantísima 
que nunca se ha sabido gestionar. Siempre están a la greña, incapaces de
 llegar a acuerdos sobre comportamientos y políticas. Me entristece y me
 desespera realmente, España es un país que tiene tantas cosas a su 
favor pero tiene que joderlo todo una vez más. 
 ¿Con qué legado se queda de Machado?, ¿cuáles son las claves que nos da para leer el presente? 
 Siempre dijo lo mismo; hablad, dialogad, los españoles tenemos que ser 
capaces de dialogar tranquilamente. Creo que Machado evidenció un 
problema de este pueblo y es que nadie escucha al otro, es un pueblo que
 se autoproyecta porque no quiere escuchar lo que el otro tiene que 
decir. Esa necesidad de diálogo es, para mí, el mensaje más importante 
de Machado. 
 Machado defendió una Andalucía multicultural, un discurso que contrasta con las consignas de partidos en pleno auge como Vox. 
 No sólo Vox, la derecha española, según mi punto de vista, no acepta 
que somos un país mestizo. Creo que esto es gravísimo; toda la península
 es un yacimiento arqueológico, capas y capas de civilizaciones, no hay 
español que no tenga una mezcla de sangre. A los católicos les 
preguntaría de dónde creen que viene su religión, porque su religión no 
viene de Roma sino de oriente, no en vano Jesús es judío. Alguien 
debería decirle a Aznar que su apellido es de origen árabe. 
 ¿Deben los restos de Machado volver a España? 
 No, no, por el momento en absoluto. Mientras la momia de Franco esté en
 el Valle de los Caídos, mientras la memoria histórica esté sin 
resolver, creo que es imprescindible que Machado esté en Collioure 
porque de esta forma simboliza el exilio. Además, los franceses lo 
cuidaron, le dieron alojamiento y camisas, también sellos para que 
pudiera enviar su correspondencia, además una tumba. Si se llevan de 
aquí la tumba, alguien podría decir al cabo de los años que no murió en 
el exilio, que sólo estuvo de vacaciones. No podemos olvidar que Machado
 murió transido de dolor, un dolor inenarrable por la pérdida. 
 ¿Era Machado anticalanista? 
 Es un espanto de ignorancia decir algo así. Pasó sus últimos meses 
leyendo a poetas catalanes, alabó explícitamente el idioma catalán 
diciendo que tenía sabor a mar, no tenía nada, absolutamente nada, en 
contra de Catalunya. 
 

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