Immanuel Wallerstein
Cuando Naciones Unidas proclamó  
 su Carta constitutiva en 1945, ésta incluyó un privilegio especial para
 cinco Estados miembros: el poder de veto en su Consejo de Seguridad. 
¿Por qué estos cinco Estados? Había una razón diferente para cada uno de
 los cinco. No importa. Los Cinco Grandes –Estados Unidos, Reino Unido, 
Francia, la Unión Soviética (ahora Rusia) y China– siguen contando con 
este privilegio hasta nuestros días, y es muy improbable que lo pierdan 
en el futuro previsible.
Pero algunas cuestiones han cambiado fundamentalmente desde 1945. 
Entonces Estados Unidos era, incuestionablemente, el más fuerte de los 
cinco, y en gran medida dominaba la toma de decisiones políticas en el 
mundo. Esto ya no es cierto. Estados Unidos ha estado en un declive 
geopolítico continuo desde al menos 1970. China, tan relativamente débil
 en 1945, ha tenido un ascenso significativo. En particular los líderes 
de Estados Unidos (y tanto el del Reino Unido como el de Francia) han 
estado personalmente obligados a batallar por mantenerse en el poder, 
mientras que los líderes de China y Rusia parecen preocuparse menos por 
el control de la toma de decisiones políticas internas.
Este viraje en la estabilidad interna tiene una consecuencia 
importante. Justo porque los líderes de los tres países occidentales 
están bajo tanta presión, concentran sus energías en una ardua labor por
 revertir su debilidad. Comienzan un juego en gran medida fútil de giros
 impredecibles en sus políticas. Y esto conduce a que casi todos los 
líderes y analistas políticos se pregunten: ¿qué van a hacer ahora?
Los ojos del mundo están especialmente enfocados en Donald Trump –una
 persona sin principios, en extremo volátil, y en lo personal ruin e 
indiferente al sufrimiento que causa. ¿Qué va a hacer ahora? Nadie lo 
sabe de cierto. La única cosa de la que podemos estar seguros es de que 
no claudicará ni admitirá que se haya equivocado en algún punto. Esto lo
 hace al mismo tiempo muy débil y muy peligroso. Es tan arrogante que 
considera que sus derrotas son victorias porque lo mantienen a la cabeza
 del espacio mediático.
Traducción: Ramón Vera-Herrera
© Immanuel Wallerstein
 
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