Crisis en Venezuela
Caído el telón del concierto, inició puesta en escena de la oposición
Deserción de 7 uniformados, parte del show mediático

▲ Partidarios del presidente Nicolás Maduro participan en una marcha en Caracas.
Táchira, frontera venezolana con Colombia., Concluido el show
 musical de Venezuela Aid Live, arrancó la violencia. Caído el telón en 
Cúcuta, Colombia, las palabras de paz de los cantantes antichavistas se 
transformaron en acciones de desestabilización escenográfica de la 
oposición.
La jornada opositora de este sábado fue, en lo esencial, una puesta 
en escena fronteriza. Cada uno de los montajes caminó de la mano de una 
apabullante ofensiva mediática, consistente, en parte, de verdaderos 
tsunamis de mensajes falsos. Las pequeñas (por las pretensiones de sus 
promotores) acciones violentas de comandos organizados fueron 
presentadas como parte de una fractura militar en la que mandos y 
soldados se sumaban a la población y desconocían el gobierno de Nicolás 
Maduro, o permitían el paso de la 
ayuda humanitaria.
Durante una gran manifestación en favor de su gobierno, Maduro 
declaró esta tarde, cuando los medios de prensa ya coincidían en que no 
se logró introducir los insumos al territorio venezolano: 
El golpe ha fracasadoy que está más firme y fuerte que nunca en su papel. Estamos defendiendo el derecho a ser libres y soberanos. No es tiempo de traidores”.
En el centro del relato opositor, construido para la ocasión en redes
 y radio rumor, se encuentra el falso anuncio sobre la inminencia de la 
entrada de marines estadunidenses y soldados colombianos a 
Venezuela. No es que la amenaza no exista, pero el antichavismo llega al
 extremo de ponerle fecha: este 24 de febrero.
Parte sustantiva del show mediático fue la deserción de 
siete uniformados a lo largo del día, presentada como el imparable 
desgrane de la mazorca de la fuerza castrense. Siete deserciones, 
ninguna de ellas relevante, en el contexto del día clave de la 
movilización opositora no parecen gran cosa. Más aún si se considera que
 la presión estadunidense en los últimos días, desde el presidente 
Donald Trump hasta legisladores del país de las barras y las estrellas, 
se ha concentrado en el ejército venezolano.
Las fuerzas armadas venezolanas tienen 235 mil miembros en activo, 
por lo que aún si las más de 60 deserciones de las que hablaron medios 
como CNN fueran ciertas, y que al parecer en su mayoría eran de policías
 y no de soldados, el número no sería relevante.
Si la apuesta opositora con la ofensiva de este 23 de febrero era 
propiciar desde la frontera un desbordamiento civil acompañado por la 
acción de grupos paramilitares, capaz de ocupar un territorio en el cual
 instalar al gobierno del autoproclamado Juan Guaidó, la arremetida 
fracasó. Los militares bolivarianos contuvieron la embestida y 
mantuvieron el control del territorio, para desencanto opositor. Salvo 
un caso, la entrada de la llamada 
ayuda alimentariaa territorio venezolano llevada a Colombia por Estados Unidos y Chile –el teórico objeto del pulso actual– no pudo traspasar el bloqueo fronterizo.
La otra línea discursiva, la de soldados venezolanos defendiendo una 
dictadura frente a opositores civiles, tampoco es cierta. En muchos de 
los cruces fronterizos miles de chavistas acompañaron a las fuerzas 
armadas de su país. En Caracas, una multitudinaria manifestación popular
 cobijó al presidente Nicolás Maduro.
Como compensación, los antichavistas lograron algunas fotos útiles 
para su guerra mediática. Entre ellas destacan la de dos tanquetas 
embistiendo una valla de seguridad bolivariana, la de grupos de 
encapuchados levantando barricadas y agrediendo a la fuerza pública, el 
paso de asistencia alimentaria a través de la frontera con Brasil 
(desmentida por el gobierno venezolano) o la quema de camiones cargados 
con 
ayuda humanitariaen territorio colombiano para echarle la culpa al gobierno… venezolano.
La decepción
La euforia se convierte en coraje y luego en decepción. 
El pequeño convoy de que busca cruzar a Venezuela desde Colombia para 
incorporarse a la ofensiva del autoproclamado presidente Juan Guaidó, no
 avanza. Un retén de la Guardia Nacional en El Vallao se lo impide.
Los guardias del 3er pelotón, 3ra compañía, D-212, todos ellos muy 
jóvenes, están tranquilos. Un teniente al mando les explica a los 
manifestantes que pueden pasar ellos a pie, pero no sus vehículos. No 
precisan cuándo se va a permitir nuevamente la circulación.
Los antichavistas están cerca de su destino, apenas a 19 kilómetros 
del puente Las Tacitas. Pero los uniformados y sus armas convierten esa 
distancia en una barrera infranqueable. Algunos han venido desde 
Valencia. Otros, muchachos de alrededor de 20 años, viajaron hasta el 
aeropuerto La Fría desde Caracas.
Para la ocasión, se vistieron con camisetas con la leyenda 
Coalición Ayuda y Libertad Venezuelay
Libertad a Leopoldo López, y gorros y chamarras con la bandera venezolana. Un camión de sonido reproduce a todo volumen canciones con distintos géneros musicales y letras antigubernamentales. Raps, vallenatos, hip hop y baladas se intercalan con un solo mensaje.
El entusiasmo inicial se convierte muy rápidamente en enojo. A todo pulmón gritan 
Maduro: el coño de tu madre. Celebran jubilosos su ofensa. Comienzan entonces a cantar el himno nacional, pero lo abandonan al primer intento. No pasan de entonar un par de estrofas. A pesar de que son apenas pasadas las 10 de la mañana, los hombres circulan aguardiente (le llaman salta pa’tras) en botellas de plástico para agua, o se meten a la fonda a beber cervezas y comer algo.
Cuando llega la noticia de que el container de un camión 
hace imposible el retorno, el desánimo se hace mayor. El responsable de 
comunicación de un diputado de la Asamblea Nacional trata de que los más
 jóvenes tengan calma. 
Llevamos 20 años de paciencia, les dice. Igual, están inmovilizados.
Acciones para la foto
En otros puntos fronterizos, los antichavistas se 
prepararon mejor para realizar acciones espectaculares. En el puente 
internacional Simón Bolívar, tres militares desertores a bordo de dos 
tanquetas de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), embistieron la 
barrera de seguridad y arrollaron a la fotoperiodista chilena Nicole 
Krammer.
Nicole salvó su vida de milagro. Según declaró a El Porteño, los desertores 
querían matar gente civil que estaba parada en la frontera. Me salvé por poco. No puedo creer que los presenten como héroes.
Después huyeron con sus armas hacia Colombia donde fueron recibidos 
por dos dirigentes de la ultraderecha venezolana: el ex diputado José 
Manuel Olivares y el dirigente de la Universidad de Los Andes (ULA) 
Villca Fernández, ambos prófugos de la justicia venezolana. 
Tranquilos, estos son nuestros, dijeron cuando los vieron llegar.
En la línea fronteriza, la periodista de Telesur Madelein García fue 
amenazada por Villca Fernández, recientemente amnistiado por el gobierno
 venezolano, después de ser acusado de terrorismo.
En Ureña, ciudad ubicada en el estado venezolano Táchira, 
encapuchados alanzaron objetos contundentes contra las fuerzas de 
seguridad, le prendieron fuego a un autobús, e instalaron barricadas con
 neumáticos en llamas.
Eso que llaman diplomacia
Tan evidente y explícita como la intervención 
estadunidense en el intento de golpe de Estado de Juan Guaidó es la 
participación directa del mandatario colombiano Iván Duque en la 
asonada. Trascendió que el líder golpista entró a Colombia en 
helicóptero, desde una finca en el norte de Santander. La nave tiene el 
registro FAC-006, de la Fuerza Aérea Colombiana.
Ya encarrerado, Duque anunció ayer el cierre de sus fronteras con 
Venezuela. Y para que no quedara duda de lo que se trae entre manos, 
circularon imágenes en las redes sociales de soldados colombianos 
acompañados por militares estadunidenses, quienes se encontraban en la 
línea fronteriza de Colombia bajo el puente Las Tienditas recorriendo la
 frontera.
El revire por parte del presidente Maduro fue enérgico: rompió 
relaciones diplomáticas con Colombia y dio a su cuerpo diplomático 24 
horas para abandonar el país.
Foto Afp
Luis Hernández Navarro
Enviado Periódico La Jornada
 
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