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Bolsonaro
 ha llegado a la presidencia de Brasil rodeado de un fuerte halo de 
patriotismo. La bandera brasileña fue una constante en su campaña 
presidencial. Su lema, “Brasil por encima de todo y Dios por encima de 
todos” consiguió integrar dos ideas con mucha fuerza, la patria y la 
religión las que, unidas a la persecución del PT, son los principales 
articuladores del discurso de Bolsonaro. Sin embargo, su discurso 
patriótico choca de frente con la visión que defiende su gabinete 
económico para el manejo de la economía brasileña. ¿Se puede hablar de 
patriotismo mientras se profundiza un plan económico neoliberal? A 
continuación, repasamos algunos de los ejes que comienzan a orientar la 
economía brasileña y su relación con el resto del mundo.
Los tres pilares de la agenda económica del superministro de Economía
¿Un neoliberal al frente de la agenda 
económica de un Gobierno patriótico? Paulo Guedes, que a menudo se le ha
 colgado la etiqueta de “superministro”, es el director de orquesta de 
la agenda neoliberal en Brasil. Como él mismo ha reconocido al momento 
de asumir oficialmente el cargo, tres son los pilares de su agenda: 1) 
La privatización del sistema de pensiones; 2) la aceleración del proceso
 de privatizaciones iniciado durante el mandato de Michel Temer; y 3) 
una “simplificación tributaria” que mermará la capacidad de obtener 
recursos del Estado y, por tanto, su capacidad redistributiva.
Paulo Guedes se formó en la ultraliberal
 Universidad de Chicago, algo que comparte con buena parte de los altos 
cargos económicos del Gobierno. La etiqueta de superministro viene dada 
porque el nuevo Ministerio de Economía ostenta las funciones de 
Hacienda, Planificación, Presupuesto y Gestión, Industria, Comercio 
Exterior y Servicios, además de algunas áreas que anteriormente estaban 
en el Ministerio del Trabajo.
Guedes, durante el discurso que 
pronunció durante la investidura de Bolsonaro, confirmó que las medidas 
estructurales que se llevarán a cabo mantendrán la línea trazada por el 
Ejecutivo de Temer con el llamado “techo de gasto”, profundizando el 
proceso de adelgazamiento del Estado.
Privatizaciones de empresas estratégicas: Petrobras
Durante el Gobierno de Temer se 
implementó el programa de privatización que, en una primera etapa, 
abarcó a las empresas de electricidad, hidroeléctricas, parques eólicos,
 puertos y aeropuertos y que, posteriormente, comenzó a dar pequeños 
mordiscos a la joya de la corona de las empresas estratégicas en Brasil:
 Petrobras.
Petrobras comenzó su programa de 
“desinversiones” con la venta de sus participaciones en Corporación 
Guaraní, la venta de la Refinería Nansei Seikyu o la venta de la 
totalidad de Petrobras Chile. Todas estas transacciones se hicieron con 
capitales privados extranjeros.
Petrobras, otrora la mayor compañía 
pública de América Latina, hoy está dirigida por Roberto Castelo Branco,
 también formado en la Universidad de Chicago, y quien en junio de 2018 
escribía en un artículo su inclinación favorable hacia la privatización 
total de Petrobras. Una vez tomó las riendas de Petrobras matizó sus 
ideas y avanzó que la privatización no está en la agenda inmediata, pero
 que continuará con el plan de desinversiones, siendo lo más urgente la 
venta de cuatro refinerías y una subsidiaria de un oleoducto. Las 
paradojas que tiene el neoliberalismo, aquéllos que no creen en lo 
público al frente de la mayor empresa estatal del país.
Privatizaciones de empresas estratégicas: Embraer
Embraer, empresa aeronáutica brasileña 
de capital público, es la última gran corporación que se ha visto 
afectada por la política de la derecha brasileña. El pasado 10 de enero 
Bolsonaro y su Gabinete económico decidieron no utilizar la “golden 
share” y dar luz verde a la venta de Embraer a la multinacional 
estadounidense Boeing.
El acuerdo está valorado en unos 5.260 
millones de dólares y deberá concretarse a lo largo del 2019. Con esta 
venta, Brasil pierde su soberanía en el sector aeronaútico, un sector 
con grandes barreras de entrada y que sólo unos pocos países en el mundo
 son capaces de desarrollar, y dejará el selecto grupo de países con 
industria nacional aeronaútica, abandonando un sector de alto valor 
agregado.
Privatización de la banca nacional: BNDES, Caixa Económica y Banco do Brasil
De la mano de Guedes tomaron posesión 
los nuevos funcionarios que dirigirán las tres principales entidades 
financieras públicas en Brasil: Banco Nacional de Desarrollo de Brasil 
(BNDES), Caixa Económica y Banco do Brasil.
Al frente del BNDES, uno de los bancos 
de desarrollo más grandes a nivel mundial, Guedes posesionó a Joaquim 
Levy, exministro de Economía al comienzo del segundo mandato de Dilma 
Rousseff. Levy fue un verdadero “caballo de Troya” en el el Ejecutivo de
 Dilma, nombrado cuando ésta cedió ante las oligarquías económicas 
concediéndole mayores espacios de poder. Resultado de la lealtad al 
capital, Levy asumió la presidencia del BNDES con un mandato: cederle el
 protagonismo a las entidades privadas. Levy comparte con Guedes y con 
Castelo Branco su formación académica en la Universidad de Chicago.
Por su parte, Pedro Guimaraes estará al 
frente de la Caixa Económica, compartiendo la necesidad de ceder campo a
 las entidades financieras privadas en detrimento de las públicas. Entre
 las primeras medidas de gran calado que quiere implementar el nuevo 
presidente de la Caixa Económica está la de deshacerse de cuatro 
unidades de negocio: tarjetas, lotería, seguros y administración de 
activos. En este caso, Guimaraes, a diferencia de otros altos cargos 
económicos, no proviene de la Universidad de Chicago, pero se forma en 
otra universidad estadounidense, la de Rochester, donde realiza su tesis
 doctoral sobre los procesos de privatización en Brasil. Guimaraes ya 
había puesto en práctica su tesis al haber acompañado la privatización 
de Banespa.
El tercero en discordia es el Rubem 
Novaes, que asumió la presidencia del Banco do Brasil, también formado 
en la Universidad de Chicago y con el encargo dado por Guedes de dirigir
 la privatización del que es actualmente el mayor Banco de toda América 
Latina y el Caribe.
La nueva orientación del Mercosur
Las alarmas saltaron al interior del 
bloque cuando a finales de octubre, antes incluso de tomar posesión de 
su cargo, Paulo Guedes anunció que el Mercosur no era una de las 
prioridades para la nueva administración. Sin embargo, tras la reunión 
de la semana pasada entre Bolsonaro y Mauricio Macri, quedó definida la 
estrategia conjunta que emprenderán ambos países en el seno del 
Mercosur. El objetivo es eliminar los mecanismos de protección que 
existen en el bloque, quitando o reduciendo lo máximo posible el Arancel
 Externo Común. Con la eliminación del mismo, se acaba con la protección
 de la industria nacional y de los emprendimientos del Mercosur, dejando
 que los capitales del exterior puedan entrar y desplazar los focos de 
industrialización al interior del bloque.
Por tanto, la apuesta de Bolsonaro no 
pasa por salir del Bloque sino por transformar sus objetivos 
estratégicos y convertirlo en una punta de lanza hacia la apertura al 
comercio. En este sentido, ambos mandatarios hablaron de la necesidad de
 permitir la firma de nuevos tratados de libre comercio bilaterales sin 
la intervención de la negociación del bloque. Este punto abre la vía a 
que cada uno de los países puedan negociar tratados de libre comercio 
sin esperar el consenso que demanda el Mercosur. Ello acelerará las 
negociaciones en procesos estancados, como la firma del acuerdo entre 
Mercosur y la Unión Europea, pero que indudablemente pondrá en una 
posición de mayor debilidad al resto de los países miembro al tener que 
negociar individualmente, y no bajo el abrigo de un bloque del peso 
económico del Mercosur.
¿Es compatible el patriotismo con un un plan económico neoliberal?
Con la asunción de Bolsonaro se 
consolidó el giro que se venía dando desde el golpe contra Dilma 
Rousseff y la presidencia de Temer. No se ha dado inicio a un nuevo 
ciclo, sino que éste continúa lo ya avanzado en al anterior Gobierno. A 
pesar de las consignas patriotas, el patrimonio económico de la 
ciudadanía brasileña está en venta y a precio de saldo. La patria para 
algunos empieza y termina con la bandera. Este patriotismo del siglo 
XXI, que se vende al capital internacional y es capaz de fomentar el 
expolio de sus propios países, se va extendiendo cada vez más y más por 
todas las regiones del mundo. Deshacerse de las empresas estratégicas es
 un asalto a la soberanía nacional. Un retroceso que supone profundizar 
la inserción periférica que Brasil apenas comenzaba a desmontar en los 
primeros años de este siglo. No hay patriotismo allí donde gobierna el 
neoliberalismo.
 
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