El domingo 18, día de 
la movilización en Haití contra la corrupción, el nepotismo y la 
impunidad y para exigir la rendición de cuentas por el despilfarro de 
los fondos de Petrocaribe, causó once muertes, 47 heridos y 75 arrestos 
en la capital y en varias ciudades provinciales.
Petrocaribe es un 
programa de asistencia creado en 2005 por el gobierno de Hugo Chávez en 
Venezuela para ofrecer petróleo a precio subsidiado para los países del 
Caribe.Los recursos obtenidos por Haití a través de Petrocaribe debían 
ser invertidos en obras de infraestructura, así como en proyectos 
económicos y sociales.Sin embargo, varias auditorías realizadas hasta 
ahora no han logrado determinar el destino de trs mil 800 millones de 
dólares, parte de esos fondos.
Ese día estuvo doblemente marcado 
por la conmemoración del 215 aniversario de la Batalla de Vertières y la
 movilización popular en torno al tema Petrocaribe, que también exige la
 salida requerida del presidente Jovenel Moïse.
Las protestas 
llevaron al gobierno haitiano a desplegar el domingo más de 3.000 
agentes policiales. Grupos de la oposición convocaron manifestaciones en
 diferentes zonas de la capital, Puerto Príncipe, y en la norteña Cabo 
Haitiano en demanda de una investigación profunda sobre el presunto 
desvío de fondos millonarios del programa petrolero Petrocaribe.
Con
 pancartas en las que reclamaban se averigüe el paradero de unos 3.800 
millones de dólares de Petrocaribe , miles de personas marcharon frente 
al Palacio Nacional en Puerto Príncipe, se dirigieron a la sede del 
Parlamento y recorrieron el populoso barrio de Delmas, donde se les 
unían más manifestantes.
Según una investigación del Senado, al 
menos 14 exfuncionarios estuvieron vinculados al desvío de los fondos 
durante el gobierno del expresidente Michel Martelly (2011-2016) y 
ninguno ha sido procesado judicialmente.
El exsenador Moïse 
Jean-Charles, quien encabezó las protestas en Cabo Haitiano, 130 
kilómetros al norte de la capital, también pidió la renuncia del 
presidente Jovenel Moïse y de su gobierno por considerar que se han 
negado a profundizar la investigación. Moïse canceló el domingo el viaje
 que tenía previsto junto a los miembros de su gabinete a Cabo Haitiano 
para conmemorar el 215 aniversario de la batalla de Vertieres, la cual 
representó el último paso de los haitianos para obtener su independencia
 de Francia.
Los inconformes bloquearon varias calles con basura y
 neumáticos en llamas que emitían un denso humo negro, el cual cubrió 
gran parte de Puerto Príncipe durante la tarde. La mayoría de los 
negocios permanecieron cerrados y el transporte colectivo dejó de 
operar. El transporte público y el comercio informal quedarondo 
completamente paralizados.
Grupos opositores, como la coalición 
Sector Democrático y Popular, aprovecharon la protesta para pedir la 
renuncia del presidente, Jovenel Moise e instaron a seguir paralizando 
las actividades, hasta la renuncia del mandatario.
Haití vive una 
fuerte crisis económica y la moneda nacional, el gourde, está en caída 
libre frente el dólar, mientras la inflación se sitúa en el 14 % cada 
mes desde el inicio del año, y hay un alto índice de desempleo. Uno de 
los principales problemas, que causa resentimiento en la población, es 
el de los privilegios y la impunidad de las fuerzas de la ONU, Minustah.
 Son 7.000 soldados de Argentina, Brasil, Uruguay y otros países, que 
-según las denuncias de los movimientos socials- roban a la gente, 
violan a las mujeres y niños y les contagian enfermedades, y todo ello 
sin ningún castigo.
Estas circunstancias, sumadas al escándalo de 
corrupción de Petrocaribe, han generado en una parte importante de la 
población total desconfianza en la capacidad del actual régimen para 
mejorar la situación.
El Parlamento haitiano publicó en 2017 un 
informe en el que involucra a exfuncionarios, del partido actualmente en
 el poder, en irregularidades en el uso de los fondos de Petrocaribe, 
pero hasta ahora nadie ha sido procesado por este caso, en el que se 
desviaron más de 2.000 millones de dólares, según una investigación del 
Senado.
El líder opositor Moise Jean Charles afirmó ayer en Cabo 
Haitiano, en declaraciones a la prensa, que solo con la salida del 
presidente Jovenel Moise del poder habrá un juicio por el caso de 
Petrocaribe.
El presidente-banana
Jovenel Moïse, 
quien triunfó en los comicios nacionales de su país en octubre de 2015 y
 noviembre de 2016, este martes fue nombrado presidente electo por el 
Consejo Electoral Provisional de Haití. Entonces, la crisis política que
 atravesaba la nación caribeña ocasionó que la declaratoria del vencedor
 se pospusiera por más de un mes.
De acuerdo al Consejo Electoral 
haitiano, Moïse, del partido de derecha Tet Kale se impuso con el 55,6% 
de los votos en los comicios del 20 de noviembre de 2016. En segundo 
lugar quedó Jude Célestin, de la Liga Alternativa para el Progreso y 
Emancipación de Haití, con 19,5% del caudal electoral.
La 
declaratoria se produjo después de semanas de incertidumbre, denuncias 
de fraude de parte de partidarios de Célestin y protestas de seguidores 
de Moïse que reclamaban que sea nombrado presidente electo. El Consejo 
Electoral señaló, luego de un recuento, que en la votación hubo 
irregularidades pero no el "fraude masivo" denunciado.
La victoria
 de Moïse de octubre de 2015 también había sido impugnada y finalmente 
anulada tras violentos disturbios. Tan solo el 21% de los ciudadanos 
habilitados para votar acudieron a las urnas en noviembre de 2016.
Moïse,
 de 49 años, es un empresario que proviene del distrito rural de 
Trou-du-Nord, en el departamento Nordeste de Haití. Estudió ciencias de 
la educación en la Universidad de Quisqueya, en la capital Puerto 
Príncipe, considerada como el mejor centro académico privado de Haití.
"En
 1996 deja la capital y se traslada a la comuna de Port-de-Paix (en el 
departamento Noroeste) con el ardiente sueño de desarrollar el interior 
del país", se puede leer en la biografía de su sitio web oficial, donde 
se detalla que sus primeros movimientos empresariales estaban 
relacionados con la venta de partes de autos y después comenzó el 
cultivo de bananas.
Sus emprendimientos le valieron llegar a ser, 
en menos de una década, secretario general de la Cámara de Comercio e 
Industria de Haití. Además del rubro de la exportación de bananas, Moïse
 tiene proyectos empresarios relacionados a la generación de energía 
eólica y solar y otros negocios relacionados con la agricultura.
Una
 de sus cartas de presentación durante la campaña electoral haitiana fue
 su origen en un distrito rural. Su segunda bandera es el éxito que 
logró en algunas de sus iniciativas empresariales, y así fue que pudo 
llegar al electorado haitiano de las regiones con mayores dificultades 
económicas poniéndose a él mismo como un "ejemplo de éxito posible".
Es
 más, durante la campaña aprovechó el sobrenombre por el que muchos le 
llaman en su país: "el hombre banana". Su llegada a la política fue 
posible gracias al apoyo del expresidente haitiano Michel Martelly 
(2011-2016) y el partido de derecha Tet Kale. Es la primera vez que 
Moïse ocupa un cargo público en su vida. Martelly, quien además es uno 
de los músicos más conocidos en Haití, dejó el mando de su país en medio
 de varias denuncias de corrupción y acusaciones de sus adversarios 
políticos.
Tras un fin de año marcado por protestas en las calles y
 denuncias de fraude, Moïse pidió a los haitianos que "pasen la página".
 La inestabilidad política lleva mucho tiempo afectando a la economía de
 un país que ya antes de las elecciones de 2015 era el más pobre de 
América. Más del 60% de las personas que viven en Haití sobreviven con 
menos de dos dólares al día, de acuerdo a los reportes de Naciones 
Unidas.
Más de la mitad de la población haitiana es analfabeta y 
el 90% de la educación está en manos privadas sin posibilidades de 
acceso para la mayor parte de la población. El desempleo es del 80%. La 
situación social es también muy desigual. El 95% de la población es 
negra sin embargo existe una discriminación manifiesta tanto lingüística
 como por el color de la piel. La discriminación se hace notar sobre 
todo en la distinción entre campo y ciudad. Depende de donde nazcas 
serás campesino o ciudadano, esto está totalmente interiorizado. Los 
mulatos conforman el 5% restante y controlan todo el país.
El 
interés estratégico de Haití en medio del Caribe hace que nada pueda 
hacerse sin el consentimiento y la supervisión de los EEUU. En este 
sentido las intervenciones han sido constantes. “Ya en 1986 Haití 
producía arroz suficiente para alimentar a toda la población. Con la 
llegada de las políticas neoliberales se bajaron los aranceles de 
importación del 30% al 2% y el arroz pasó a ser tan barato que los 
agricultores no pudieron competir con el arroz que se importaba de EEUU y
 se marcharon a la capital como desplazados internos por esta violencia 
económica", señala Gulin Bonhomme, profesor haitiano e investigador para
 la paz
Siete años después de que un devastador terremoto mató a 
más de 200.000 personas en enero de 2010, unos 55.000 haitianos siguen 
en campamentos improvisados con condiciones de vida extremadamente 
pobres, según la Organización Internacional para las Migraciones. Y las 
esperanzas de recuperación económica se vieron afectadas todavía más a 
principios de octubre de 2016 por el huracán Matthew, que dejó daños 
estimados en más de 2.000 millones de dólares.
Las políticas del FMI
Ya
 el 6 de julio, Haití había sido escenario de protestas en rechazo al 
aumento en los precios de la gasolina, el petróleo y el kerosene, una 
medida acordada en febrero entre el gobierno y el Fondo Monetario 
Internacional (FMI). Ante la violencia, la medida fue revertida al día 
siguiente y el presidente Jovenel Moïse llamó a la población a regresar a
 sus hogares.
Sin embargo, las protestas continuaron y han dejado 
al menos tres muertos, así como daños a edificios gubernamentales, 
comercios, hoteles y oficinas de negocios. Los disturbios ocurrieron en 
la capital Puerto Príncipe, en la ciudad Cap-Haitien y en las comunas de
 Les Cayes, Jacmel y Petit-Goave.
Las protestas y el descontento 
social en el país por los ajustes exigidos por el FMI hicieron que el 
primer ministro haitiano, Jack Guy Lafontant, presentara su renuncia el 
14 de julio.
Ayuda "humanitaria"
La medida de 
"ajuste" del FMI implicaba el aumento de la gasolina en 38%, del diésel 
en 47% y el del kerosene,utilizado por la mayoría de los haitianos para 
alumbrar sus casas, debido a que no tienen electricidad, en 51%..
Se
 trataba de un acuerdo de "ayuda humanitaria" entre el Gobierno de Haití
 y el FMI, realizado sin el consentimiento de la población, como parte 
de un programa de ajustes, cuyo propósito era poner fin a los subsidios 
que tienen los productos derivados del petróleo bajo el pretexto de 
reducir el déficit presupuestario gubernamental y "estabilizar" la 
economía.
La deuda de Haití con el FMI dio un salto tras el 
terremoto de 2010, que dejó al menos 222 mil 570 fallecidos, 1,5 
millones de personas en la indigencia y pérdidas materiales calculadas 
en 7.900 millones de dólares. Se trató de un "préstamo" de 114 millones 
de dólares que debía empezar a ser reembolsado tras un período de cinco 
años y medio.
Las ONGs
Las promesas de la comunidad 
internacional se hicieron esperar y se prometieron 16 mil millones de 
dólares para la reconstrucción de Haití, un dinero que acabó en manos de
 las ONGs, nunca repercute en el país. “Es el país de las ONGs, con más 
de 14 mil, en una nación pqueña de nueve millones. Las ONGs hacen sus 
proyectos y nadie los controla. De los 10 mil millones de dólares que 
llegaron de la ONU la mayor parte fue para las ONGs que nunca 
transfieren competencias a los haitianos, sino que los colocaron en una 
situación de dependencia, pasividad y desamparo, indica Bonhomme.
Haití
 se ha convertido en la gallina de los huevos de oro de las ONGs que 
acuden como moscas. Nadie sabe a ciencia cierta cuantas ONGs hay, ni lo 
que hacen, o en que se gastan los fondos. La duplicación de servicios y 
la ingente acumulación de material sin utilizar es prácticamente la 
norma. Sólo 300 están inscritas, así que hay cientos que actúan sin 
control alguno. La mayoría de ellas son cajas negras que nadie 
supervisa.
El británico David Harvey sostiene que las ONGs son los
 caballos troyanos de la globalización neoliberal, mientras que Ricardo 
Seitenfus afirma que “hay una relación causa-efecto entre la infelicidad
 de los haitianos y la felicidad de las ONGS y el peligro más grande que
 afrontamos ahora es la ‘onegización’ del país. Haití nunca estuvo tan 
debilitado como ahora y le toca dialogar y aceptar muchas cosas pero hay
 una relación perversa entre la debilidad del estado haitiano y la 
fuerza de las ONGS en el país”
El capitalismo tiene la habilidad 
de mercantilizarlo todo. Dónde hay una necesidad que cubrir cabe la 
posibilidad de traficar, montar negocios y sacar pingues beneficios. La 
enfermedad, la educación, el sexo, la paternidad, el deporte, el reposo,
 respirar aire libre, el arte... ¿ Por qué no traficar con la 
compasión?, señala el Servicio Informatico Ecuménico y Popular.
La
 mercantilización de las ONGs significa que el centro de atención de los
 traficantes de ayuda deja de ser “los damnificados”. Todo mercado 
capitalista genera en sus operadores una ineludible necesidad de crecer y
 ganar cota en un medio cada vez más competitivo. El centro de atención 
pasa a ser “los donantes”. Se trata de ofrecer “un producto humanitario”
 cada vez más atractivo y “venderlo” utilizando sofisticadas técnicas de
 marketing.
Para ello es preciso contar con técnicos y directivos 
experimentados. El periódico español El País dedicó una página entera al
 tema en enero de 2011 con el título “Profesionales de la solidaridad”, 
un sector que ocupa en España a 529.000 empleados remunerados (y mucho 
incauto mal remunerado). Cita sin desparpajo el caso ejemplar de un 
dinámico economista, con larga experiencia como director de ventas de 
Procter & Gamble, que ha sido fichado por una ONG fundada por un 
magnate de la banca. Cada vez son más concurridos los cursos y 
postgrados de especialización en ONGs impartidos por escuelas de 
negocios.
En muchos casos se trata de verdaderas corporaciones 
multinacionales con oficinas abiertas en paraísos fiscales para 
“gestionar” los cuantiosos fondos que reciben al margen de las onerosas 
regulaciones fiscales de los “gobiernos”. 77 ONGs están siendo 
investigadas por tales prácticas.
Las autoridades de Haití se 
vieron en la obligación de abrir una investigación contra todas las ONG 
en el país tras el escándalo de Oxfam, cuyo equipo se vio involucrado en
 casos de explotación y abuso sexual, negligencia y nepotismo en 2011 en
 la isla, según infomó el ministro de Planificación y Cooperación 
Externa haitiano, Aviol Fleurant. El presidente Moise, aseguró que el 
caso de Oxfam solo es la punta del "iceberg" y reclamó que se 
investigara también a otras ONG como Médicos Sin Fronteras (MSF).
Tras
 el terremoto, el país también sufrió una epidemia de cólera, de la cual
 es acusado el personal de paz de Naciones Unidas. La enfermedad mató a 
más de ocho mil personas y más de 650 mil se enfermaron. A esta 
catástrofe se unieron los huracanes Matthew e Irma en 2016 y 2017, tras 
los cuales miles de personas siguen viviendo en campamentos.
El 
terremoto sirvió de excusa para una nueva intervención "humanitaria" de 
Estados Unidos en Haití, donde años antes, entre 1951 y 1986, fue 
responsable de implementar la dictadura de los Duvalier para controlar y
 saquear los recursos naturales de la isla. Esta calamidad que 
atravesaba el país también abrió la oportunidad para la "ayuda 
humanitaria" de la ONU, que tomó el control de la isla con la misión 
MINUSTAH (7 mil soldados y policías).
La intervención extranjera 
terminó siendo un fraude económico, pues mientras el país seguía 
sufriendo las consecuencias del terremoto, millones de dólares en "ayuda
 humanitaria" de Occidente no llegaron nunca a la población. Casi el 9% 
de este financiamiento quedó en fundaciones y organizaciones no 
gubernamentales extranjeras, entre ellas la Fundación Clinton.
La 
deuda externa de Haití se estima en unos 890 millones de dólares, de los
 cuales el 41% corresponde al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 
su mayor acreedor, y el 27% al Banco Mundial (BM).
Jean-Luc Mercier. Sociólogo haitiano, analista asociado al Centro Latinoamricano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
 

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