Uno, nuestro cuerpo es el mensaje
En una época en que la mentira se institucionaliza, la #CaravanaMigrantes informa con su presencia, rompe silencios y llena vacíos informativos.
El relato oficial minusvalora la Caravana:
 son unos cientos de personas, afirma inicialmente, mientras en los 
caminos y refugios de Guatemala se atiende a más de siete mil ciudadanas
 y ciudadanos. Posteriormente, menosprecia su capacidad: nunca 
lograrán cruzar la frontera, vaticina, pero desde el 21 de octubre esa 
multitud comienza a atravesar México. Hoy, este relato alienta la decepción y la deserción:
 publicita que los buses preparados para el retorno están llenos, aunque
 son menos los que –cansados- interrumpen por ahora el viaje, como la 
siguiente oleada que atraviesa desde el lunes 22 la frontera de 
Guatemala, más de 1500 habitantes.
La Caravana no necesita 
instrumentos de comunicación porque ella es el mensaje, no importa la 
hora, el lugar, a la luz del día o en la oscuridad: uno de los momentos 
más impactantes de los primeros días de la marcha es la salida de 
madrugada de miles de personas desde los albergues de Ciudad de 
Guatemala hacia la frontera de Tecún Umán. Las imágenes penumbrales 
captadas por fotógrafos y ciudadanos clarifican los objetivos y la 
identidad de la movilización masiva.
Dos, el paréntesis de la necropolítica
La
 paradoja de las y los migrantes es que cuanto más caminan, cuanto más 
lejos llegan, con mayor fuerza cuestionan y ponen en jaque al gobierno 
hondureño y a los regímenes similares centroamericanos.
El 
Presidente hondureño y el gobierno guatemalteco quisieran ahora que no 
se fueran los migrantes, cuando antes no les importó. La necropolítica 
se toma un respiro y vuelve imprescindibles a los expulsados.
 Decenas
 de buses, política de brazos abiertos y promesas de trabajo y vida 
digna, llegan demasiado tarde. Y son nada más que eso, promesas.
Decenas
 de buses, política de brazos abiertos y promesas de trabajo y vida 
digna, llegan demasiado tarde. Y son nada más que eso, promesas.
Tres, más allá del consenso neoliberal
La
 #CaravanaMigrantes vuelve chiquitos a los políticos y el establisment, 
revelando sus incoherencias. Los gobiernos de Estados Unidos, Honduras y
 Guatemala juegan al soldadito, amagando con reprimir o reprimiendo ya, 
evidenciando que los Estados actuales carecen de respuestas sociales 
(bien común) y solo reaccionan desde el uso de la fuerza.
Amenazan la seguridad nacional, son criminales, medio orientales, ponen en jaque a la democracia, viene el asedio, la invasión…
 son las palabras que utilizan los gobiernos para definir a los 
migrantes: lenguaje e imaginarios construidos en la lógica persistente 
de la seguridad nacional y el enemigo interno.
La gran estafa: el
 modelo (neoliberal capitalista) tiene como principio el libre tránsito,
 pero retrocede cuando esta circulación sin trabas involucra a miles de 
personas, que construyen democracia en las carreteras.
Las 
dictaduras reducen derechos, el neoliberalismo los promueve desde una 
mirada sectorial y parcial, en función de la acumulación de capital y la
 obtención de beneficios, para algunos países y algunas empresas.
Cuatro, acompañar la complejidad
La
 Caravana es la respuesta a la falta de posibilidades y a la crisis de 
los Estados y el modelo actual, una respuesta tan desesperada como 
organizada, tan previsible como inesperada, tan necesaria (irse, 
moverse) como su contrario (quedarse, transformar desde dentro cada 
realidad).
Por ello reta a los Estados militarizados actuales y, 
asimismo, cuestiona las formas de acción y de comprensión de la realidad
 de la izquierda y los movimientos sociales tradicionales.
Se 
mueven desplazados, expulsados, excluidos, analfabetas, evangélicos, 
conservadores, progresistas. Modos de organizarse y movilizarse, 
lenguajes, demandas y sujetos, se transforman, al ritmo de la marcha.
Camino de diversidades, construcciones comunes, abiertas y naturalmente contradictorias.
Cinco, adiós apatía, bienvenida utopía (y la hora de la solidaridad)
El
 potencial del despertar, la interrupción de la indiferencia y la 
pasividad, o la construcción de una no indiferencia colectiva y 
organizada, es la semilla de esta movilización. Más de 500 años de 
imposición de silencio, estructurados en Estados y sociedades 
“providencialistas resignadas” (Andrés Pérez Baltodano) se remecen.
No
 es un temblor, no es una revolución, no es una conspiración ni tan 
siquiera una estrategia izquierdista. Es la gente que se mueve, que 
camina. Es la #CaravanaMigrantes.
Entender, interpretar, solidarizarnos, acompañar sin imponer, son los retos.
Blog del autor: http://pensamientosguatemala.org/
 


No hay comentarios:
Publicar un comentario