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 Frente Amplio (FA) está llegando a la etapa final de su tercer período 
de gobierno consecutivo a nivel nacional. Desde el 2005 ha gobernado con
 mayorías parlamentarias, lo que ha permitido avanzar mucho en materia 
legislativa y, también, le ha dado el respaldo necesario ante las 
estrategias de la oposición.
Desde su origen, en 1971, el FA está 
integrado por diversas corrientes de pensamiento que van desde 
comunistas a demócratas cristianos, de ex guerrillas a organizaciones 
socialdemócratas, así como sectores importantes desprendidos de los 
partidos tradicionales[1].
 Esa realidad  ha persistido, pero hoy el FA es un espacio superior a 
sus partes; existe “frenteamplismo” no identificado con ningún sector en
 particular. En su funcionamiento no puede eludir la diversidad de su 
integración que, a su vez, se presenta en composiciones distintas según 
el lugar donde se desempeñe. No es el mismo el FA en el Gobierno, en el 
Parlamento o en el Partido, a la vez que sus sectores influyen de forma 
distinta en las organizaciones sociales, populares y sindicales.
Composición del Frente Amplio en diferentes ámbitos[2]
La distribución de poder al interior del
 FA depende del ámbito que se mire. Eso genera diferentes conflictos 
entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, y también entre éstos y la 
orgánica del FA. Ese desequilibrio es materia permanente de debate. El 
papel de cada uno suele ser claro, pero cuando hay definiciones 
conflictivas se pone en juego un complejo mecanismo de acuerdos y 
balances, que cada grupo despliega en los espacios en que mayor 
incidencia tiene. Este es un aspecto medular para una organización 
política de izquierda que tiene que gobernar: el diálogo constante, no 
sin conflictos, entre el Partido y el Gobierno, entre la racionalidad de
 la gestión y la construcción política, y el debate ideológico.
Si observamos el gabinete del presidente, de 14 Ministerios[3] El Frente Liber Seregni[4]
 tiene 3 ministros, el Movimiento de Participación Popular y aliados 
tiene 3, el Partido Comunista del Uruguay tiene 1, el Partido Socialista
 tiene 4, y otros 3 no tienen pertenencia política clara, pero son 
principalmente cercanos al presidente.
Al observar el Parlamento, de los 50 diputados que actualmente tiene el Frente Amplio, el Movimiento de Participación Popular[5]
 (MPP) tiene 24 diputados, el Partido Comunista tiene 1 diputado, el 
Frente Liber Seregni (FLS) tiene 8, el Partido Socialista también 7 y, 
por último, la lista 711[6]
 tenía 5 al iniciar el período. Otros 5 legisladores pertenecen a 
organizaciones sin representación en el Senado, 2 de ellos fueron 
electos en alianza con Casa Grande[7]
 y pertenecen al grupo IR y al Partido por la Victoria del Pueblo, 2 
pertenecen al sector Liga Federal Frenteamplista y una banca más al 
grupo Congreso Frenteamplista
En el Senado, de un total de 16 
Senadores, el MPP tiene 6, la lista 711 tiene 2, el Partido Comunista 1,
 Casa Grande, los socialistas 2 y el Frente Líber Seregni 3.
Por último, cuando se observa la 
distribución de poder al interior del Frente Amplio como partido, 
distribución que surge a partir de las elecciones internas del FA, varía
 el peso de las organizaciones en la composición de los órganos de 
conducción.
En la Mesa Política, órgano de 
conducción periódico del FA,  tiene 3 integrantes del MPP, 2 el PCU, 2 
el PS, 1 AU, 1 Casa Grande, 1 la lista 711, 1 el Nuevo Espacio y 1 la 
Liga Federal. Todos ellos con voz y voto (otros grupos tienen 
participación pero no voto).
Así observamos cómo hay sectores que 
tienen más peso en el Gobierno, otros lo reflejan de forma más 
equilibrada en todos los ámbitos y hay sectores que son más fuertes en 
la interna de la orgánica del Frente Amplio. De todas formas, entre los 
distintos sectores y partidos existen niveles de  afinidad, que pueden 
tener bases ideológicas, raíces históricas o pueden ser de coyuntura. No
 obstante, y fuera de parámetros “científicos”, existen agrupamientos de
 sectores estén o no realmente agrupados, sobre todo al tratar algunos 
aspectos centrales de la política nacional e internacional. No sobra 
señalar que hay persistencias en las afinidades pero también cruces 
entre estos agrupamientos.
Reduciendo a tres
Con la salvedad de que no es un criterio
 ni exhaustivo ni mutuamente excluyente, se puede ensayar una 
aproximación analítica -en parte subjetiva por historias, retórica y 
proximidad en grandes temas- que puede reconocer 3 espacios que abarcan 
casi la totalidad de sectores. También hay veces que estos ámbitos se 
consolidan en el ejercicio de su diferenciación y competencia.
Hay un espacio que, a pesar de sus 
grandes discrepancias históricas y sus enfrentamientos, hoy representa a
 la mayoría del FA tanto en el ámbito parlamentario como en la interna 
del partido. En este espacio se encuentran el MPP, el PCU, la lista 711 y
 Casa Grande, y otros grupos que tienen algunos ítems centrales de la 
política nacional en común: una visión regional del desafío de América 
Latina y expresiones de respaldo, en mayor o menor medida, a los 
procesos latinoamericanos como Cuba, Venezuela, Bolivia o Brasil; una 
posición favorable al papel del Estado en la vida productiva nacional; 
cierta identificación política con los sectores más periféricos del 
sistema; promoción de la autogestión de los trabajadores; y una actitud 
más militante de la tarea política. Es destacable, también, que hay 
importantes diferencias en los discursos y las políticas promovidas o 
defendidas en materia de seguridad.
Otro espacio está integrado básicamente 
por el Frente Liber Seregni, que se identifica más en una visión de 
responsabilidad macroeconómica de perfil más ortodoxo, menor 
identificación con los procesos regionales latinoamericanos, mayor 
afinidad con una idealización del sector medio de la sociedad y con 
liderazgo basado en la técnica. Prefiere argumentar a favor de la 
estabilidad y el control fiscal que sobre las ventajas de la 
participación del Estado en la economía nacional. Han tenido el control 
del Ministerio de Economía en todos los Gobiernos del FA. Es, quizá, el 
espacio de menor estructura militante.
En un tercer espacio pueden 
identificarse sectores como el Partido Socialista y algunos otros grupos
 menores, donde pesa mucho la figura del residente Tabaré Vázquez. El 
PS, como el partido más antiguo de la izquierda, tiene una división 
interna que ha oscilado a lo largo de su historia. Hoy, en general, se 
mueve entre los sectores anteriores, a veces llamando a la 
responsabilidad macroeconómica y en otras oportunidades defendiendo la 
economía social y los procesos políticos de la región. En cuanto al 
papel del Estado, pretende representar una idea de “buena gestión y 
administración” de la cosa pública con visión empresarial, más allá del 
valor de lo público en sí. Se posicionan ideológicamente en la “calidad 
del gasto”. También existe un sector interno importante que ha asumido 
posiciones más cercanas al primer espacio aquí presentado.
Hay momentos en los que quienes están aparentemente más lejos son 
quienes consolidan o blindan decisiones, para apoyar al Ejecutivo o para
 lograr acuerdo en leyes relevantes.
Como se ha dicho, esta separación no es 
exhaustiva; obviamente, hay entrecruzamientos en debates específicos. 
Por otro lado, hay una parte importante del voto y de la militancia 
frenteamplista que no se ubica dentro de ninguno de estos espacios, o 
bien que transita entre ellos. Como toda generalización y recorte, es 
injusta con los detalles.
Coyuntura inmediata
Finalizando la última discusión 
presupuestal de este período de gobierno, la dinámica interna actual 
está orientada a las elecciones del próximo año. Hay desfile de posibles
 candidaturas que se pueden ubicar por su cercanía de los tres espacios 
anteriores.
El Congreso del FA definirá su programa político y el plan de gobierno, y habilitará a los y las candidatas[8].
 La elaboración colectiva del programa es, sin duda, una de las 
características más importantes de la discusión interna y democrática de
 la izquierda uruguaya del Frente Amplio. Obviamente, el programa tiene 
menos prensa que los o las candidatas, pero es un trabajo militante. El 
programa del Frente Amplio no surge de un conciliábulo de técnicos y 
consultores, sino que es parte de su debate político e ideológico.
Nombres
Por el momento aparecen en danza Ernesto
 Murro, actual ministro de Trabajo, que se reconoce como  independiente 
dentro del FA y con cercanías históricas hacia el Partido Comunista. Fue
 impulsado públicamente por José Mujica (aunque no por el MPP aún) y él 
aceptó. Tiene que resolverse una interpretación constitucional que 
podría inhibirlo en su precandidatura, por haber integrado el Banco de 
Previsión Social -la Constitución establece que debe pasar un período de
 gobierno para que se pueda presentar a un cargo electivo-.
Hasta hace poco también se nombraba a 
Yamandú Orsi, actual intendente de Canelones e integrante del MPP, pero 
parece que la posibilidad de su presentación ha disminuido.
El nombre de Carolina Cosse, actual 
ministra de Industria y Energía también viene sonando. Tiene cercanías 
con el MPP pero no pertenece a la organización. Se presenta como 
independiente y es de las pocas mujeres que han logrado entrar en este 
baile de candidaturas. Su nombre se instala con fuerza en estos días.
El sábado 18 se hizo pública también la 
candidatura de Oscar Andrade, integrante del Partido Comunista y 
dirigente sindical del rubro de la construcción. Es el más joven de los 
nombres que suenan. Aun su partido no ha expresado su apoyo, y es 
promovido por sectores de militantes independientes y sociales, más que 
por sectores políticos.
Por último, aparece el nombre del actual
 intendente de Montevideo, Daniel Martínez. Si bien aún no ha 
formalizado su postulación, es el que corre con más fuerza y al que 
todas las encuestas lo posicionan como el precandidato con más apoyos en
 el electorado. En estas horas el Partido Socialista, al que pertenece, 
anunció el apoyo a su candidatura (también lo habían hecho otros 
sectores previamente). Sin embargo, Martínez no ha dado aún el Sí.
No pueden obviarse todavía dos de los 
los tres grandes líderes de los últimos años del Frente Amplio: Danilo 
Astori y José Mujica. Astori, actual ministro de Economía, mantiene la 
tensión de su presentación. Se manifiesta públicamente sobre ello pero 
sin dar un mensaje en un sentido u otro, dejando abierto el escenario. 
Mujica, por su parte, ha dicho varias veces que no irá de candidato e, 
incluso, ha tirado nombres al ruedo. Sin embargo, la posibilidad de su 
candidatura, negada por él, no es descartada por su organización, y no 
pueden dejar de leerse sus pasos en sintonía con la posibilidad de 
aparecer finalmente.
Recambio
En términos generacionales, los 
recambios tienen 50 o 60 años. Ningún sector aparece en condiciones de 
presentar un liderazgo que pueda ir ocupando el espacio que irán dejando
 en algún momento Vázquez, Mujica y Astori. La mesa de los y las 
dirigentes de peso será un poco más grande.
El FA tiene que poder interpretar el 
cambio cultural que ha implicado la transformación material que 
promovió. Se enfrenta a una sociedad más conservadora en lo económico y 
con mayores niveles de resistencia a ideas de solidaridad que las que se
 tenía hace 15 años. Este giro es uno de los aspectos más complicados 
para la izquierda en esta etapa.
Ganar nuevamente puede ser a costa de 
mayor conservadurismo. La batalla política e ideológica es la que tendrá
 que darse en el FA y luego en la sociedad si la izquierda, aún en la 
diversidad frenteamplista, aspira a más que gestionar humanamente el 
capitalismo, o sostener fuentes de trabajo en las burocracias públicas. 
Trabajos académicos muestran que, entre la derecha y la izquierda, la 
diferencia mayor está en los aspectos socio culturales, por ejemplo, la 
denominada agenda de derechos, que en temas como el papel del Estado.
Los candidatos, excepto Andrade, 
expresan en general y de diversas formas, esa visión que conecta más con
 la mirada conservadora en lo material que hoy el país parece tener, o 
con la idea del éxito como avance en la capacidad de consumo individual.
 No hay demasiada disposición a dar la lucha cultural, y la fuerza de lo
 pragmático, como la racionalidad de la gestión de lo posible, sigue 
siendo exitosa.
Parece haber acuerdo generalizado en que
 se agotó la agenda política de cambio del FA; en lo que no hay acuerdo 
es sobre cuáles deben ser los nuevos énfasis. La izquierda no debería 
abandonar la lucha contra la desigualdad y la mejora que en estos años 
se ha tenido, por ejemplo, en la disminución de la pobreza medida por 
ingreso. Debe, necesariamente, incorporar los elementos más 
estructurales de la desigualdad, entre ellos, el papel de la herencia en
 la reproducción de desigualdades, o el de las grandes transnacionales 
en la pérdida de soberanía, o la discusión de una renta básica 
universal.
Impacto de la derecha
La derecha se organiza para lograr dos 
objetivos: el primero sería impedir las mayorías parlamentarias del 
Frente Amplio en las próximas elecciones. Para eso está desplegando una 
estrategia de ampliar lo más posible los temas de agenda a representar. 
Ahora es momento de la agenda más “religiosa” otorgándole su lugar, 
junto a la “inseguridad”, la “corrupción”, el despilfarro social, etc. 
En este sentido aparecen voces que reinstalan la revisión de leyes 
aprobadas en estos períodos como la interrupción voluntaria del 
embarazo, o bien referentes con responsabilidades institucionales que 
aluden nostálgicamente a la dictadura militar para sacar a los 
“izquierdistas”. El segundo objetivo, más obvio pero más difícil, es 
desplazar al Frente Amplio del Gobierno.
Mención aparte cabe hacer a que la 
corrupción es otro de los latiguillos de la derecha, y ante esto -pero 
sobre todo por razones ideológicas- la izquierda tiene que volver a 
situar la ética como un componente fundamental de la política, 
recordando que la estética del momento es la ética.
Ante esto, el FA se encuentra en un 
momento de mayor distancia militante con sus bases sociales de apoyo. La
 dinámica electoral en general logra exorcizar esas distancias, al menos
 así ha sucedido hasta ahora. Pero todo parece indicar que hay una 
separación más tenaz, y que se refleja en críticas por varias bandas. 
Esto está siendo utilizado por la derecha, por ejemplo aplaudiendo a los
 frenteamplistas disidentes en cualquiera de sus modalidades.
Es cierto que los “amigos” regionales de
 la derecha no están ayudando mucho a la derecha uruguaya, ya que sus 
expresiones de simpatía con Macri o Temer no les permite demostrar que 
un retorno neoliberal sea algo favorable para la gente.
Por ahora, los votantes que se “bajan” 
del Frente Amplio no se “suben” a los partidos tradicionales, según se 
observa en las encuestas, ya que el aumento de indecisos no implica 
aumento de apoyo a los partidos de la oposición. Este es el desafío 
político electoral principal del FA. El programa y las candidaturas 
tendrán que dar respuesta a esto para que el Frente vuelva a ganar.
[1]
 Se denomina así al Partido Colorado y al Partido Nacional (Blanco), los
 dos partidos más antiguos del país y que lo gobernaron hasta la 
victoria del Frente Amplio.
[2] Es interesante observar cómo funcionaba esto en los otros gobiernos.
[3] 13 Ministerios y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto que tiene rango ministerial.
[4] Sector que nuclea varios grupos, y al que pertenece Danilo Astori, ex vicepresidente y actual ministro de Economía.
[5] Movimiento al que pertenece por José Mujica.
[6]
 Sector político al que pertenece el ex vicepresidente Raúl Sendic, que 
perdió un senador y sufrió divisiones internas separando su bancada de 
legisladores.
[7] Sector al que pertenece la senadora Constanza Moreira.
[8]
 Por estatuto del FA, los nombres para los candidatos deben ser enviados
 60 días antes del Congreso. Eso significa que en octubre deben elevarse
 los nombres.
 
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