En su búsqueda por fundirse con lo que creemos podríamos llamar el espíritu nacional, el poeta salvadoreño Roque Dalton creo su Poema de Amor. En
 él, el poeta sintetiza toda una realidad que reduce a los salvadoreños a
 vivir en un mundo aparte. Un mundo de tipo darwiniano que, cómo él 
escribió, hace de los salvadoreños: los hace lo todo, los come lo todo. 
Los primeros en sacar la cuchilla o que mueren cruzando la frontera o de
 fiebre amarilla en las selvas. En las que llenan los burdeles o que, en
 la lejanía, lloran borrachos cantando el himno nacional. Siendo a esos 
salvadoreños que Roque Dalton, en el momento culminante de su poema, les
 llama: «los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis 
hermanos».
 Roque Dalton, con su poema, refleja (denuncia) entonces 
toda una realidad erigida en sistema dominante; bajo el control, casi 
total, de una alianza política-económica ampliamente codiciosa, 
arribista, rapaz. Peculiaridad que la lleva hasta el extremo de 
manipular, de podrir, con el fin de lograr sus objetivos de 
enriquecimiento rápido, toda ley, toda institución. Y que, por el hecho 
mismo, es esa alianza política-económica la que, como seres desechables,
 arroja a los pobres del país a una especie de limbo social; en donde, 
para ellos, el existir se convierte en el más grande problema de la vida
 misma. 
 Es entonces esa realidad social (prácticamente 
organizada para destruir, para pervertir toda forma de humanismo), que 
Roque Dalton sitúa en el centro de su reflexión creadora. Pero él, no se
 queda en el lamento sentimental del poeta. Al contrario, diríamos, que 
fue ella (la realidad) la que le llevo a mutar su poesía en acción 
revolucionaria. Y con ambas en su poder intentar, como él escribiera: 
que del pus naciera la flor. Flor añorada que desde el exilio le hacía 
escribir, en otro de sus poemas: volveré con mi ojo de lince, con mis 
purgantes, con mis botellas de aguarrás, para sanear, para lavar de 
tantas inmundicias a ese país. Para hacer después de él, un país 
nuevecito. ¡Ahí, donde se cura el jiote! 
 Diríamos pues que en 
la persona de Roque Dalton y su obra (no solo poética sino que también 
histórica, política y sociológica) se puede seguir casi paso a paso, las
 contradicciones de un sistema elitista dominante que, en su momento, 
saltarían por los aires para darle vida, forma a una de las guerras 
civiles más sangrientas de la historia de la América latina. 
 Y 
pasando ya de lo particular a lo general, diríamos entonces que Roque 
Dalton perteneció a toda una generación de intelectuales salvadoreños 
que, en sus análisis, ponían en el centro de sus polémicas, reflexionar 
sobre las causas que, desde siempre, han hecho de El Salvador, un país 
inviable para sus mayorías. Es claro que la crítica contenía en sí las 
propuestas que, según esos intelectuales, sacarían a El Salvador de su 
estado de perpetua agonía. 
 Destacamos que, con el correr del 
tiempo, la idea que hegemonizaría en la política nacional de inspiración
 popular sería la del cambio estructural-revolucionario; visto como el 
camino a seguir para resolver, de manera real y permanente, los 
problemas más acuciantes de la nación. Acto histórico en donde «los 
tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos» serían 
los grandes hacedores del nuevo proyecto político nacional; con el cual,
 ellos esperaban ponerle fin a la barbarie oligárquica para después, era
 la creencia, reconstruir un país en donde sus necesidades, sus anhelos 
pasarían a ser parte esencial de la nueva agenda política nacional. 
 Pero sucedió que el conflicto socio-político que, en sus comienzos 
tenía aspiraciones puramente reformistas, se radicaliza. Y, con ello, 
una implacable e interminable guerra civil atraviesa al país entero. 
Pero es de destacar que, a pesar de todo el terror organizado desde el 
Estado hecho de guerra sucia, de guerra psicológica, de estrategias 
militares de tierra arrasada, la resistencia de los campesinos, de los 
obreros, de los estudiantes y otros sectores populares no cedía. Al 
contrario diríamos que, a más represión, a más brutalidad militar, la 
resistencia popular, utilizando la acción directa como método de lucha 
principal, se volvía cada vez más desafiante más radical. 
 Lo 
que en otros términos significa, que fue la resistencia-determinación 
popular la que, en primer momento, desarmó políticamente a la alianza 
oligárquica-militar. Para, en un segundo momento, esa resistencia 
popular mutada ya en un pueblo en armas, sentar en la meza de 
negociaciones a una de las dictaduras más malvadas, más carniceras de la
 América latina. 
 Ante esa larga secuencia de dolor, destrucción
 y muerte en donde los unos luchaban por conservar sus atávicos 
privilegios mientras que los otros luchaban por hacer de El Salvador un 
país más humano más equitativo nos preguntamos: ¿Después de todo ese 
esfuerzo colectivo hecho de muertos en combate, de desaparecidos por los
 escuadrones de la muerte, de heridos y mutilados de guerra, de 
torturados y exiliados que, en su conjunto, se cuentan en centenas de 
miles, qué es lo que realmente cambio en ese país? Y la respuesta más 
idónea, viendo el desarrollo de las cosas desde una perspectiva popular,
 parece ser que nada realmente cambio. Y prueba de ello es que, El 
Salvador, sin transición alguna, pasó de la guerra civil a la guerra 
social(1). 
 Por sus altos niveles de pobreza y violencia, El 
Salvador de ayer y de ahora continúa siendo entonces el descrito por 
Roque Dalton en su Poema de Amor. Pero entre El Salvador de ayer y
 el de hoy existe una diferencia abismal. Puesto que para Roque Dalton 
(que su vida de militante revolucionario fue dedicada a expandir la fe, 
la confianza en la revolución) todo indica que para él, los las 
salvadoreños (ñas) como proletarios, con la revolución, solo perdían sus
 cadenas. 
 Roque Dalton le cantaba, luchaba entonces por esa 
esperanza, por ese nuevo amanecer. E igualmente en El Salvador muchos y 
muchas inspirados en ese ideal vieron sintieron el motivo suficiente 
para consagrarse a una causa noble. Por la cual valía la pena vivir de 
pie pero nunca (y en ello, se iba la vida misma) de rodillas. 
 
Ese sería El Salvador de inspiración popular de ayer que, como 
planteado, no tiene nada, absolutamente nada que ver con El Salvador de 
hoy. En dónde después de una larga y sangrienta guerra civil, la paz y 
la democracia pactadas por la ARENA y el FMLN en 1992 no contenían otra 
cosa que los gérmenes de una nueva matanza; que hace de El Salvador, 
según las estadísticas, uno de los países más violentos del mundo. 
 Pero más allá de ese nuevo caos, nosotros no perdemos de vista que, algún día, los salvadoreños, viviendo su eterno Poema de Amor,
 recuperaran su memoria, su rebeldía histórica. Y que en esos momentos 
otros Roques deseosos de limpiar, de lavar a ese país de tantas 
inmundicias, aparecerán en el horizonte. Y con «los tristes más tristes 
del mundo, mis compatriotas, mis hermanos» recomenzaran a buscar otros 
molinos de viento, para continuar deshaciendo los entuertos hechos: A 
los hace lo todo, a los come lo todo de El Salvador. 
 Referencias 
Roque Dalton, Poema de Amor  https://republicalibertad.com/
 

No hay comentarios:
Publicar un comentario