El presidente peruano 
Martín Vizcarra anunció diversas reformas institucionales y 
estructurales a ser consultadas con la ciudadanía, lo que le permitió 
retomar la iniciativa política, maniatada por la mayoría del 
fujimorismo-aprismo en el Congreso unicameral y la Constitución impuesta
 por el dictador Alberto Fujimori en 1993.
La posibilidad de 
introducir reformas para un mejor funcionamiento del sistema de justicia
 y del sistema político, que se abrió súbitamente a partir del 
entusiasmo ciudadano generado por el anuncio de una consulta, representa
 una oportunidad que difícilmente se volverá a producir en los próximos 
años, señala el analista Sergio Mariani.
La gobernabilidad peruana
 quedó balanceándose sobre la tela de una araña tras la aparición de 
audios que evidencian tráfico de influencias entre jueces de distintas 
instancias e integrantes del Consejo Nacional de la Magistratura, y la 
multiplicación de las protestas y movilizaciones callejeras, que 
pusieron a la intemperie la precariedad en la que operan las 
instituciones públicas en Perú.
No se sumaron detalles de la 
reforma político-electoral anunciada y muchos analistas especulan sobre 
los efectos que podrían tener sobre la dinámica política, ya que de los 
que se trata, básicamente, es de adelantar una nueva Constitución que 
acoja dos temas primordiales: la reelección de los congresistas y la 
restitución del sistema bicameral.
La propuesta sobre el control 
del origen y los montos del financiamiento que se destina desde el 
sector privado a las campañas electorales, parece ser la que menor 
discusión genera, y varios expertos se inclinan por incluir 
financiamiento público, de modo que disminuya la influencia de los 
intereses particulares y la penetración del dinero de origen ilícito 
sobre la dinámica política peruana.
En el tema de la reelección de
 los congresistas se enfrentan dos criterios, el de la experiencia y el 
de la renovación. En medio de esta crisis de credibilidad, pareciera 
primar la renovación, para impedir la recreación de una clase 
parlamentaria con intereses propios, y para ello muchos –apoyados en la 
percepción popular- hablan de la no reelección absoluta.
Los 
expertos advierten sobre los efectos que ha tenido la eliminación de la 
reelección inmediata para los gobernadores regionales y alcaldes, una 
reforma reciente con alto nivel de apoyo: la creciente presencia de 
familiares que se postulan para continuar en esos cargos
Los 
expertos presentan más opciones: La no reelección inmediata sino tras un
 período parlamentario fuera; la reelección por un solo período (o sea 
cumple dos períodos y suma experiencia), la elección por partes (mitades
 o un tercio) que combina la posibilidad de renovación y experiencia.
La
 reintroducción de la bicameralidad es otra de los temas propuestas y en
 debate, dado que todo el país está hoy representado en apenas 130 
parlamentarios. Sin embargo, no hay mayores definiciones sobre la 
segunda Cámara (¿el Senado?). Se habla de una cámara baja con 
representantes electos por cada circunscripción electoral, pero se teme 
que la propuesta sea rechazada de plano por la ciudadanía y quede 
descartada.
Respecto del Senado o cámara territorial también 
existen variantes. La derecha quiere imponerla como cámara elegida por 
distrito único nacional, para tener el control del parlamento por la vía
 de una “cámara de notables”, mayormente limeños. Ante ello, otra 
propuesta es la de constituir una cámara de las ocho macrorregiones en 
apoyo a la descentralización del país, con no más de 50 o 60 miembros.
Nicolás
 Lynch insiste en la necesidad de cortar el exceso de gastos en el 
Congreso que atiende privilegios y no eficacia. El Congreso anterior al 
golpe del cinco de abril de 1992 con 240 congresistas (180 diputados y 
60 senadores) tenía 840 empleados y el actual tiene aproximadamente 
4.200. Cada congresista en la actualidad cuenta con 10 empleados, cuando
 debería bastar, con tres. De esta forma habría suficientes plazas y 
presupuesto para atender al futuro Senado, apunta.
Lynch insiste 
en que no se debe caer en el llamado “bicameralismo perfecto” que 
consiste en que ambas cámaras repitan las mismas funciones, es decir que
 se dediquen a lo mismo en términos de legislación y control y propone 
que la iniciativa legislativa la tenga la cámara política o de diputados
 y la revisión de las leyes el Senado.
Diputados se dedicaría a 
investigar todos los sectores, salvo defensa, relaciones exteriores y 
banca central, que estarían a cargo del Senado, junto con la 
ratificación de los nombramientos de los embajadores y los altos mandos 
de las Fuerzas Armadas, como ya ha sido en el pasado. “De esta manera, 
podría haber un avance en la representación ciudadana, sin elitizar el 
parlamento, sobreponer representación, duplicar funciones, ni tampoco 
aumentar el gasto”, añade el analista.
Las reformas estructurales 
anunciadas por Vizcarra y que finalmente se introduzcan en esta 
coyuntura determinarán si Perú continúa con una precaria democracia de 
ciclos interrumpidos de expansión económica y permanentes tensiones, 
corrupción, secuestro de la democracia real, pugnas y frustración 
colectiva, o si se abre por primera vez en su historia un largo ciclo 
inclusivo de prosperidad y mayores oportunidades.
Mariana 
Álvarez Orellana. Antropóloga, docente e investigadora peruana, analista
 asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
 
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