 El secretario de Estado
 estadounidense, Rex Tillerson, ha acaparado la atención mundial con su 
reciente gira por varios países latinoamericanos. Antes y durante su 
visita a México, Argentina, Colombia, Perú y Jamaica, ha realizado 
declaraciones reiteradas sobre la necesidad de un cambio de régimen en 
Venezuela. [1] 
 Sin embargo, su aparente preocupación por el destino de los ciudadanos 
de Venezuela podría confundirse con su ansiedad respecto del destino del
 petróleo venezolano.
El secretario de Estado
 estadounidense, Rex Tillerson, ha acaparado la atención mundial con su 
reciente gira por varios países latinoamericanos. Antes y durante su 
visita a México, Argentina, Colombia, Perú y Jamaica, ha realizado 
declaraciones reiteradas sobre la necesidad de un cambio de régimen en 
Venezuela. [1] 
 Sin embargo, su aparente preocupación por el destino de los ciudadanos 
de Venezuela podría confundirse con su ansiedad respecto del destino del
 petróleo venezolano.
 Tillerson fue durante diez años (2006-2016) 
presidente y director ejecutivo de la petrolera ExxonMobil, de donde se 
trasladó al Departamento de Estado para dirigir la política exterior a 
principios de 2017. Entró a trabajar a dicha empresa en 1975 como 
ingeniero de producción [2]  y escaló hasta llegar a la cúspide. Fue asimismo miembro del  American Petroleum Institute  [3]    y del  National Petroleum Council. [4] 
 Cabe recordar que en 2007 ExxonMobil fue la única compañía 
estadounidense, junto con la ConocoPhillips, que se negó a aceptar las 
nuevas reglas establecidas en la Ley de Hidrocarburos, promulgada bajo 
presidencia de Hugo Chávez, que regulaban los porcentajes de regalías y 
la participación de las empresas extranjeras de extracción de petróleo 
que operaban en Venezuela. [5] 
 El desacuerdo llegó a los centros de arbitraje internacional, entre 
ellos al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a 
Inversiones (CIADI) vinculado al Banco Mundial. [6]  
 En 2013, el presidente ruso Vladimir Putin galardonó a Tillerson con la
 “orden de la amistad”. Este hecho y sus buenas relaciones con Rusia 
labradas durante sus años en ExxonMobil, sirvieron para que los 
demócratas cuestionaran su idoneidad para el cargo. Pero también desde 
las propias filas republicanas hubo voces como la de John McCain que se 
sumaron a las críticas. El presidente Trump defendió su elección como 
“hombre de negocios”: “Para mí, una gran ventaja es que conoce a muchas 
de las piezas clave y las conoce bien. Logra enormes acuerdos con Rusia,
 hace enormes acuerdos, no para él mismo, sino para la compañía”. [7] 
 Dos conclusiones se extraen: lo que es bueno para ExxonMobil es bueno 
para EE. UU. (y para Donald Trump, que tenía acciones en la petrolera), [8] 
 y el país se puede gobernar como se gestiona una empresa. De hecho, no 
hace falta tener experiencia previa en gestión pública, como lo muestran
 los casos de Tillerson [9]  y Trump. 
 El perfil de Tillerson es un ejemplo más de los empresarios de la 
industria petrolera que incursionan en la gestión del Estado con un 
bagaje y relaciones institucionales y personales que pueden favorecer 
los intereses de las empresas a la hora de la toma de decisión. Algo muy
 frecuente en la política estadounidense. Son “ejecutivos” que, una vez 
fuera del Estado, hacen uso de la información e influencias acumuladas 
durante su función pública para beneficio particular y empresarial. En 
esa espiral, se convierten en protagonistas de las puertas giratorias (revolving doors) que garantizan la articulación permanente entre los intereses del sector público y privado estadounidense. 
 En este sentido, destacan sus vínculos con el  Center for Strategic and International Studies , un  think tank  del  establishment 
 que marca línea en temas de Relaciones Internacionales y Seguridad, 
donde forma parte de la Junta Directiva desde 2005. Aquí, su área de 
trabajo prioritaria fue en la Comisión de Salud Global Inteligente. [10] 
 El sector de la salud es otro importante nicho de negocio, que tiene a 
varias empresas estadounidenses entre las principales compañías 
mundiales según la lista de  Fortune. [11]  
 Su gestión ha recibido hasta la fecha críticas por parte de algunos sectores del  establishment estadouniden
 Se desconoce cómo se posicionará el actual Departamento de Estado 
comandado por Tillerson en muchos de los temas de la agenda de política 
exterior estadounidense, si habrá continuidad o cambio y hasta qué 
punto. Lo que sí parece probable es que los intereses del  lobby 
 petrolero estén resguardados con la nueva administración. Nada nuevo, 
por otra parte, pues desde hace décadas han tratado de condicionar la 
política exterior de EE. UU. en América Latina y el Caribe. [14]  Ahora tienen a  un inside man  para hacer este trabajo directamente. 
Notas
 [9]   https://www.washingtonpost.
[14]   https://www.icij.org/
Arantxa Tirado es investigadora de CELAG.
 
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