Es la economía, estúpido. Con esa frase ganó Bill Clinton las elecciones presidenciales estadunidenses de 1992 frente a George Bush padre.
Si queremos analizar lo que sucede en Venezuela, país en el que pocas
 personas han estado, pero todas parecen saber y opinar sobre lo que 
sucede allá, debemos ampliar la frase y decir: 
Es la geopolítica, estúpido.
Todo análisis sobre Venezuela debe partir de una premisa: es el país 
con las reservas de petróleo certificadas más grandes del mundo (en 
torno a 300 mil millones de barriles). A esa cantidad de oro negro hay 
que sumar que está entre las 10 principales reservas de gas, 
biodiversidad, minerales y 
tierras raras, como el coltán.
Por si fuera poco, un barco petrolero tarda menos de una semana en 
atravesar el Caribe y llegar de Venezuela a los principales puertos de 
la costa este de Estados Unidos, frente al mes y medio que la misma 
embarcación tardaría en llegar del golfo Pérsico atravesando el canal de
 Suez.
Sólo desde esta mínima base geopolítica es que podemos atrevernos a 
intentar analizar qué sucede en Venezuela, y si realmente existe o no 
una guerra económica.
En La mano visible del mercado, la economista venezolana 
Pascualina Curcio determina tres coordenadas fundamentales para poder 
hablar de guerra económica: acaparamiento de productos de consumo 
básico, inflación inducida mediante manipulación artificial del tipo de 
cambio y bloqueo financiero.
Examinemos el primero de los tres indicadores. ¿Por qué es fácil en 
Venezuela encontrar productos del campo, como frutas y vegetales, pero 
en cambio es extremadamente difícil encontrar determinados medicamentos o
 productos de higiene? Porque estos últimos pertenecen a dos empresas 
estadunidenses: Procter & Gamble y Jonhson & Jonhson, que tienen
 el monopolio de 90 por ciento del mercado y controlan cuándo y qué 
productos colocan en el mercado. Es una decisión política, no económica,
 que se encuentren unos productos sí y otros no en las tiendas y 
supermercados de Venezuela.
En segundo lugar la inflación, que desde el Chile de Salvador Allende
 siempre fue un arma política: quien controla el suministro de los 
productos domina el precio de los mismos. El concepto de inflación es 
diferente al aumento de precios y ni siquiera tiene que ver con la 
economía, si no con decisiones políticas. Otro economista, en este caso 
español, Alfredo Serrano, explica cómo el valor del tipo de cambio en 
Venezuela se ha multiplicado desde mediados de 2014 por mil 410 veces, 
mientras la cantidad de billetes se multiplicaba por 43, la liquidez por
 64 y el tipo de cambio implícito por 141. Esto sólo se puede entender a
 partir de decisiones políticas, como la manipulación del tipo de cambio
 dirigida por la web Dólar today, alojada en servidores de Miami, 
Estados Unidos, o que la calificadora Standard & Poor’s declare a 
Venezuela en default selectivo a pesar de que ha cumplido con 
todas las deudas e intereses con sus acreedores pagando hasta el momento
 70 mil millones de deuda.
En tercer lugar, el bloqueo económico estadunidense es una 
realidad que se ampara en un decreto ejecutivo firmado por el nobel de 
la Paz Barack Obama, que declara a Venezuela un peligro para la 
seguridad nacional. Más allá de las declaraciones pomposas, esta medida 
tiene consecuencias muy reales. Por ejemplo, en noviembre 2017 fueron 
devueltas 23 operaciones en el sistema financiero internacional 
valoradas en 39 millones de dólares para la compra de alimentos, insumos
 básicos y medicamentos.
Para completar este breve análisis y si repasamos un poco la 
historia, podemos encontrar numerosas similitudes entre lo que sucede 
hoy día en Venezuela y lo que ocurrió en el Chile de Salvador Allende o 
en la Cuba de Fidel Castro. Ataques a la economía que en realidad son 
contra todo un pueblo, en la medida en que se alteran los mecanismos de 
producción y distribución de productos básicos; manipulación mediática 
nacional e internacional contra estos gobiernos; presencia de manera 
directa o indirecta del imperialismo estadunidense mediante sus 
diferentes mecanismos de injerencia; desde la CIA a la DEA, pasando por 
Usaid y el financiamiento mediante decenas de millones de dólares a la 
oposición política.
Por todo esto podemos afirmar que sí, que Venezuela sufre una guerra 
económica contra todo un pueblo, y qué línea de separación hay si 
queremos debatir sobre si Venezuela no es izquierda o derecha, 
socialismo o capitalismo, sino democracia frente a terrorismo político, 
económico y mediático.
PD: Y sí, Venezuela tiene múltiples problemas que van desde la 
inseguridad hasta la ineficiencia o corrupción. Pero esos problemas 
corresponde resolverlos al pueblo venezolano de manera soberana. A nadie
 más.
* Politólogo vasco boliviano. Autor, junto con Paula Klachko, del libro Desde abajo, desde arriba.
Twitter: @katuarkonada
 

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