Alainet
Marcha contra la OMC en Buenos Aires Foto: Fueraomc.org
La
 undécima conferencia ministerial escenificada esta semana con gran 
despliegue en Buenos Aires podría quedar en los registros de la 
Organización Mundial del Comercio (OMC) como la peor de sus reuniones 
cumbre que se realizan regularmente cada dos años, y puesto en evidencia
 la crisis del organismo para enfrentar los múltiples desafíos que 
enfrentan sus 164 países-miembro, entre ellos las economías centrales ( 
EE.UU, China, Unión Europea) como la mayor parte de los países 
periféricos
Ya en las primeras negociaciones de esta reunión 
ministerial la excanciller argentina, Susana Malcorra, presidenta de la 
conferencia, expresó superficialmente algún pesimismo sobre las 
expectativas de la cita y señaló el escaso o nulo avance en los grupos 
de negociación. Lo cierto es que la parálisis no era nueva, sino que se 
arrastra ni más ni menos desde el comienzo de negociaciones en Doha 
(Qatar) en 2001.
A esta altura queda claro el fracaso del 
compromiso de ser la “Ronda del Desarrollo” para los países más pobres y
 su incapacidad de encontrar consenso entre los más ricos por las 
crecientes tensiones y desequilibrios en sus vinculaciones.
Pero 
el resultado de la conferencia fue aun peor que lo esperado: terminó sin
 acuerdo sustancial alguno. Hasta se postergó la ceremonia de cierre 
–dos horas primero, una hora luego y otra más después- porque no había 
siquiera consenso sobre un borrador para una declaración conjunta.
Un
 fracaso para el multilateralismo, pero también para el presidente 
argentino Mauricio Macri, quien tampoco pudo anunciar un tratado de 
libre comercio del Mercosur con la Unión Europea, como había 
preanunciado a todo el mundo.
Ya en el comienzo de las primeras 
conversaciones de la conferencia, la excanciller argentina Susana 
Malcorra, presidenta de la conferencia, confesó ser pesimista sobre las 
expectativas de la cita y señaló el escaso o nulo avance en los grupos 
de negociación.
Y casi ningún avance lograron en estos tres días 
los negociadores, que intentaban fijar propuestas para remover trabas el
 comercio agrícola, eliminar los subsidios a la pesca, dotar de más 
transparencia al organismo, participar a las pymes del comercio global, 
definir regulaciones para el comercio electrónico o el comercio de 
servicios, como había puntualizado el vocero de la OMC, Keith Rockwell.
Rockwell
 tuvo que cambiar sus argumentos sobre la marcha. Desde el lunes 
insistió en que quizás el mayor anuncio que se iba a lograr en Buenos 
Aires era la declaración para el empoderamiento de las mujeres, que se 
realizó el martes: nadie comprendió bien su significación ni su 
vinculación concreta con la delicada situación del comercio y la 
economía mundial que, además, afecta a todos los sexos.
El 
optimismo sin sentido tuvo que ser revertido por el Director General de 
la OMC, el brasileño Roberto Azevedo, al confesar al cierre de la 
conferencia que "los miembros no se pudieron poner de acuerdo en 
resultados sustantivos", reconociendo que la imposibilidad de cumplir 
plazos en las negociaciones genera una "decepción especialmente amarga" 
pese al "trabajo con ahínco", y haciendo un llamado a una “examen de 
conciencia” de los países.
Cada cual mira su juego
Sin
 duda, el golpe más duro del evento en la capital de Argentina fue la 
posición unilateral excluyente y proteccionista de la mayor economía del
 mundo, EE.UU. El discurso de su representante, Robert Lightizer, 
reflejó fielmente la provocadora política unilateral “Primero Nosotros” 
(America First) del presidente Donald Trump.
Lo hizo reclamando, 
con una perspectiva claramente proteccionista, que la OMC debe 
clarificar “cómo define a las economías en desarrollo”, haciendo en 
realidad una referencia indirecta al desequilibrio comercial de su país 
con China, negando el principio de trato diferencial para los países más
 pobres, y al quejarse de los mecanismos de resolución de disputas 
comerciales que dio a suponer
-absurdamente- que solo perjudican a EE.UU.
Como
 corolario, Lightizer se opuso fervientemente en las discusiones del 
borrador de la declaración final a cualquier mención en favor del 
multilateralismo y de condena al proteccionismo, algo habitual en el 
lenguaje de los pronunciamientos de la OMC.
En todo caso, los 
consensos alcanzados fueron marginales y no concretos: 70 países 
adscribieron a una mesa de trabajo conjunto sobre comercio electrónico 
(e-commerce), 87 naciones crearon el grupo de "Amigos de las Mipymes" 
para buscar la forma de traducir su peso en la economía en el comercio, 
al que se opusieron los representantes de las pymes de todo el mundo, no
 invitados a la discusión.
Representantes de las delegaciones 
australiana, chilena y nigeriana presentaron los pequeños anuncios como 
logros que, configurarían los lineamientos de trabajo a futuro de la 
OMC, una expectativa sin fundamentos al momento para tanto optimismo. 
Mientras tanto, fracasaba también un acuerdo sobre pesca, por la 
oposición india al documento y la ambigüedad respecto de la definición 
de "sobrepesca". Ya había conciencia de que el acuerdo sobre Agricultura
 y la cartelización del algodón era una misión imposible.
Esta 
cita ministerial era la fecha límite para resolver las distorsiones al 
comercio que generan los subsidios a las compras de alimentos para 
distribuirlos a las poblaciones más necesitadas por parte de los 
gobiernos de los países en desarrollo, otro de los puntos clave del área
 agrícola. Y si bien se compilaron infinidad de propuestas, no hubo 
consenso.
La conductora de la conferencia, la ex-canciller del 
gobierno de Argentina del derechista presidente argentino Mauricio Macri
 trató infructuosamente hasta último momento de lograr el apoyo para 
emitir una declaración en el cierre de reconocimiento de la OMC como 
regulador de los intercambios mundiales.
Su preocupación 
seguramente no era solo por el destino de la OMC, sino sobre el suyo 
personal también, al reconocerse en medios diplomáticos su silenciosa 
expectativa de lograr volver a una posición relevante en un organismo 
internacional. El fracaso no fue solo debido a su limitada capacidad, 
sino también a un marco mundial crecientemente inestable que no deja 
lugar para lucimientos declamativos.
Los países centrales, elites 
económicas y burocráticas se endilgan mutuamente la culpabilidad por el 
empeoramiento de las condiciones del comercio de bienes y servicios y de
 las relaciones económicas y financieras en general, todos temas que 
trata de abarcar desmesuradamente la OMC.
En tanto, los países, 
pueblos y sectores más golpeados y desplazados en el mundo por minorías 
cada vez más concentradas privilegiadas y los rápidos cambios 
estructurales, deben volver a repensar y proponer una agenda propia para
 un desarrollo armónico inclusivo, no asimétrico, y sustentable para las
 vinculaciones internacionales.
Deben ser la contracara a las 
tendencias degradadoras de un peligroso “sálvese quien pueda” que, como 
ha demostrado reiteradamente la historia, siempre pueda desembocar en 
conflictos cada vez más graves.
Claudio della Croce, economista y docente argentino, investigador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
 
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