Amy Goodman y Denis Moynihan
Como si el huracán Harvey no hubiera causado suficiente temor en 
Texas, el presidente Donald Trump acaba de desencadenar una tormenta de 
miedo en las comunidades inmigrantes de todo el país.
El martes, el fiscal general Jeff Sessions anunció que Trump va a 
cancelar el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia
 (DACA, por su sigla en inglés), que otorga a 
casi 800.000 jóvenes inmigrantes permiso para vivir y trabajar en 
Estados Unidos. El presidente Barack Obama implementó este programa en 
2012 tras casi una década de protestas por parte de jóvenes 
indocumentados que instaban al Congreso a aprobar la ley conocida como DREAM
 Act, que otorgaría un estatus legal permanente a muchos jóvenes 
inmigrantes que llegaron a Estados Unidos en la infancia. El presidente 
Obama calificó el ataque de Trump contra el programa DACA de “autodestructivo” y “cruel”.
El alcalde de Boston, Marty Walsh, declaró a la Casa Blanca: “Puedo 
decirle lo siguiente a la Casa Blanca de forma honesta: no los queremos 
aquí en Boston. No queremos nada que sea parte de ustedes en Boston. Nos
 las estamos arreglando perfectamente sin ustedes. Considero lamentable 
el mensaje que están enviando el presidente y el fiscal general de 
Estados Unidos a tantos jóvenes virtuosos”. Houston alberga a unos 
85.000 beneficiarios del DACA, también 
conocidos como “soñadores”, o “DREAMers” en inglés. A nivel nacional, el
 95% de los DREAMers trabaja o estudia. La orden de Trump implica que 
los beneficiarios del DACA –a quienes Trump 
afirma “amar”– podrían ser deportados a partir de marzo. Esto ha 
provocado una gran conmoción en toda la comunidad latina. Dado que los 
latinos comprenden casi la mitad de la población de Houston, ¿quién va a
 poner el trabajo, las habilidades y el dinero para reconstruir la 
cuarta ciudad más grande de Estados Unidos tras la devastación que dejó 
el huracán? El beneficiario del DACA Cesar Espinosa se transformó en un héroe tras el huracán Harvey. Es el director ejecutivo de FIEL,
 una organización sin fines de lucro con sede en Houston que durante la 
tormenta fue puerta a puerta alentando a los habitantes latinos, que 
temían tanto a la tormenta como a la policía de inmigración, a salir de 
sus hogares inundados y buscar ayuda. Espinosa dijo en una entrevista 
para Democracy Now!: “Acabamos de sufrir uno de los peores desastres 
naturales en la historia de Estados Unidos, y [Trump] decide llevar a 
cabo la medida en este momento. ¿Por qué?”.
Espinosa, que llegó a Estados Unidos junto con sus padres hace 25 
años, cuando tenía tan solo seis años de edad, dio la respuesta a su 
pregunta: “Cada vez que el presidente Trump vive un fracaso, vuelve al 
tema de la inmigración para desviar la atención y obtener más apoyo a su
 favor. Así que le pedimos que se deje de juegos, específicamente con la
 comunidad DREAMer, pero también con la comunidad de inmigrantes en 
general. Porque no somos un juguete. Somos seres humanos, tenemos 
derechos humanos y merecemos estar aquí junto con nuestras familias”.
El fin de semana pasado viajamos a Houston para ver de cerca el 
impacto del huracán Harvey. Rápidamente nos quedó claro que estábamos 
presenciando las consecuencias de dos catástrofes gemelas: el cambio 
climático y el racismo. En la acera de enfrente de la refinería de Exxon
 Mobil en Baytown, la segunda refinería de petróleo más grande de 
Estados Unidos, hablamos con Carlos Caban, pastor del Templo Emanuel: 
“Esta es una comunidad de personas con ingresos realmente bajos. Esta 
casa estaba con agua hasta aquí, hasta las luces traseras de su 
vehículo”. El pastor Caban señaló a los sobrevivientes de la inundación 
que se encontraban en su iglesia realizando tareas de recepción y 
distribución de agua y vestimenta, y nos mostró fotos de la filtración 
de productos químicos de la refinería a los ríos de agua que inundaron 
las calles y las casas de la población. Le preguntamos también sobre las
 chimeneas de la planta, que siguieron quemando químicos incluso durante
 la tormenta, y que es lo más preocupante de esas llamas. El pastor 
Caban nos respondió: “El benceno que, como sabemos, es un carcinógeno. Y
 el benceno es un aditivo para la gasolina y el diésel. Y es un 
subproducto de lo que hacen en la refinería. Es una de las peores cosas 
que se pueda imaginar”. Gracias a las exenciones concedidas por la 
Agencia de Protección Ambiental, en las chimeneas de las refinerías se 
siguen quemando los productos químicos de la planta, que permanece 
temporalmente cerrada. En todo el estado de Texas, uno de los más 
desregulados, las comunidades pobres viven bajo la sombra tóxica de la 
industria petroquímica.
El pastor Caban indicó que muchos habitantes latinos permanecieron en
 sus casas a pesar de las inundaciones y el moho: “Tienen miedo de salir
 a buscar ayuda. Algunos piensan que [los agentes de] inmigración los 
van a capturar”. Estos temores están justificados: estaba previsto que 
Texas prohibiera oficialmente las “ciudades refugio” a partir del 1 de 
septiembre, con amenazas de sanciones penales y multas a los jefes de 
policía y autoridades municipales en caso de que no quisieran cooperar 
con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. En medio del caos 
generado por el huracán Harvey, dos días antes de que entrara en vigor 
la nueva ley, un juez federal la bloqueó provisoriamente.
El pastor Caban declaró a Democracy Now! que su comunidad no había 
recibido la visita de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias 
ni de la Cruz Roja. ¿Se sentía olvidado? Su respuesta fue que sí.
Volvimos a Houston para entrevistar al Dr. Robert Bullard, que 
acababa de volver a su casa tras haber tenido que evacuarla. Bullard, 
distinguido profesor de Universidad del Sur de Texas, una universidad 
históricamente negra, es conocido por ser fundador del movimiento por la
 justicia ambiental. El académico explicó: “Cuando observamos el color 
de la vulnerabilidad y observamos qué comunidades son las que presentan 
un mayor riesgo de sufrir desastres e inundaciones como estos, 
históricamente han sido comunidades de bajos ingresos y comunidades de 
color. Comunidades que viven en zonas de baja altitud, con mayor 
probabilidad de inundarse, y es muy difícil obtener seguro; no solo 
seguro por inundaciones, sino cualquier seguro común, por ser zonas 
calificadas como de riesgo. Por lo tanto, lo que Harvey ha hecho es 
exponer esas desigualdades que ya existían antes de la tormenta”.
Al señalar que ni el presidente Trump ni el gobernador de Texas, Greg
 Abbott, creen en la ciencia del clima, Bullard observó con ironía: “Nos
 encontramos en un estado de negación llamado Texas”. Frente a la 
oposición nacional a la rescisión del programa DACA,
 Trump dijo que podría “reconsiderar el tema” en seis meses. Muchos 
temen que intente obligar al Congreso a vincular el pago de su muro 
fronterizo con el futuro de los 800.000 DREAMers.
La única forma de hacer que Trump dé marcha atrás es enfrentarlo a 
una gran presión popular. Dolores Huerta, activista por los derechos 
civiles de larga trayectoria, dijo en Democracy Now!: “El muro que 
tenemos que construir es el muro de la resistencia”.
© 2017 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero 
internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y
  televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del 
libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos 
extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique 
Cono Sur.
 

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