Jorge Durand
Primer acto: Arizona,  fines del siglo XX comienzo del XXI. El sheriff Joe
 Arpaio es elegido por el voto popular para dirigir a la policía del 
condado de Maricopa y la ciudad de Fénix (ahora Phoenix).
Arizona es un estado con 80 por ciento de población blanca y una 
creciente población mexicana, debido en buena parte a su repunte 
económico y a los cambios en la política migratoria que derivaron las 
rutas hacia los desiertos de Sonora y Altar.
Por más de 20 años Arpaio se distinguió por su mano dura con respecto
 a la delincuencia y muy especialmente los migrantes irregulares. Pero 
se le pasó la mano y fue demandado en múltiples oportunidades por violar
 los derechos civiles de los latinos en Arizona.
Después de ser relegido en múltiples ocasiones, fue demandado por 
fraude electoral y por presionar a los votantes. Finalmente perdió las 
elecciones en 2017, justo el año en que su líder llegó a la presidencia:
 Donald Trump. Arpaio fue comparsa de Trump en aquel infundio de que 
Obama no era estadunidense, sino africano, y de que había falsificado su
 acta de nacimiento. Nunca se arrepintió de lo dicho y es una raya más 
es su historial de racismo descarado.
El sheriff se hizo famoso por la manera en que trataba a los
 presos y se ufanaba de ello en público y ante los medios. Por medidas 
de austeridad prohibió la sal y el azúcar en las comidas de los presos, 
suprimió el café porque consideraba que no tenía ningún valor 
proteínico. Canceló la televisión y las funciones de cine y cuando le 
dijeron que era un derecho de los presos, contrató cable y sólo se podía
 ver el canal del tiempo y el Disney Channel. Confiscó las revistas 
pornográficas y canceló el gimnasio por que decía que eso podía afectar a
 las población civil, cuando salieran de la cárcel.
Finalmente, debido al número excesivo de presos, construyó un 
campamento en el desierto, donde los presos tenían que soportar 
temperaturas de 45 grados. Como gran concesión, cuando no usaban el 
uniforme a rallas con el lema de 
limpios y sobrioslos presos podía pasear en calzones, pero eran de color rosa. Luego Arpaio firmaría estos calzones ante los medios y su público.
En 2010 Arpaio se sitió protegido por la Ley Arizona (SB 1070) que 
permitía, entre otras arbitrariedades, detener a una persona por una 
sospecha razonable. Y la sospecha, obviamente se respaldaba en criterios
 raciales. En los barrios latinos los policías detenían a los 
automóviles de manera sistemática, por cualquier motivo y luego exigían 
documentos probatorios de estancia legal.
Finalmente, en 2016 Arpaio se une a la campaña de Trump y fue 
nombrado como ejemplo de luchador por la justicia y el combate a la 
migración indocumentada. Pero en 2017 después de 20 años de atropellos 
perdió las elecciones y fue condenado por desacato a una orden del juez 
por actitudes y prácticas de discriminación racial.
Segundo Acto: 12 de agosto de 2017. Donald Trump en una entrevista 
con su amado canal Fox News anuncia que está “pensando seriamente 
indultar a Arpaio, el “ sheriff más duro del Oeste” acusado de 
desacato y discriminación racial. Para Trump se trata de un caso de 
justicia evidente, aunque la justicia diga lo contrario: “hay alguien en
 las fuerzas del orden locales que haya hecho más para acabar con la 
inmigración ilegal que el sheriff Joe? Él ha protegido a gente 
de crímenes y ha salvado vidas. Él no merece ser tratado de esa manera”.
 Una semana antes Trump había sido muy tibio en condenar a los neonazis y
 supremacistas blancos en la manifestación de Charlottesttville.
Tercer Acto: Agosto 22. Arizona. A pesar de que alcalde de la 
ciudad le pide a Trump que retrase su viaje, que está muy cerca la 
fatídica semana en Virginia y sus declaraciones que habían dividido y 
enfrentado al país, Trump decide ir a Arizona en campaña anticipada para
 su relección.
La Casa Blanca informa que Trump no tiene previsto tocar el tema del indulto a Arpaio: 
No habrá ninguna conversación sobre eso hoy, en ningún momento. Pero cuando Trump está frente a las masas se sale del libreto y pregunta la público. “¿Así que el sheriff Joe ha sido condenado por hacer su trabajo? Pero ya verán, voy a hacer una predicción, le va a ir muy bien”. Pero no será esta noche porque no quiero causar controversia”.
Cuarto Acto. Casa Blanca, Washington DC 25 de agosto de 2017. En un escueto comunicado notifica: 
En su mandato como alguacil Arpaio continó el trabajo de toda su vida de proteger a la gente de los flagelos del crimen y de la inmigración ilegal.
Quinto Acto: El ex sheriff Arpaio agradeció el indulto y dijo 
gracias Donald Tump por ver mi condena como lo que es: una caza de brujas política de los restos de la de Obama en el Departamento de Justicia.
El alcade demócrata de Phoenix, Greg Stanton, dijo: 
Perdonar a Joe Arpaio es una bofetada en la cara de la gente del condado de Maricopa, especialmente la c
omunidad latina y aquellos a los que hizo víctimas de la violación sistemática de derechos civilesy añadió: “el sheriff Arpaio aterrorizó a las familias latinas por el color de su piel, un juez federal le ordenó que parara y se negó”.
Por su parte el senador por Arizona, John McCain, opinó que Trunp 
socaba sus pronunciamientos con respecto al imperio de la ley, pues el señor Arpaio no ha mostrado arrepentimiento por sus acciones por su acciones.
Si bien es reprobable que una persona sea racista, no por eso debe 
ser condenada o juzgada. Pero algo totalmente diferente es defender e 
indultar a un funcionario público, que fue reconvenido por el juez por 
actuar de manera abusiva y racista y que siguió actuando sin obedecer 
una orden judicial. Poner a este funcionario como modelo y afirmar que 
sólo cumplía con su trabajoes algo que supera todo límite: el límite entre defender el racismo o renegar de el.
Trump fue débil al denostar a los supremacistas blancos y ahora 
utilizó todo su poder presidencial para legitimar el comportamiento 
racista de Arpaio.
 

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