Emir Sader
Parecía todo redondo:  los gobiernos 
populistasserían un breve paréntesis en el continente, en la contramano de las corrientes globales. En la derecha y en la ultraizquierda, el análisis estaba listo:
fin de ciclode los gobiernos antineoliberales.
Problemas graves en Venezuela, derrota electoral en Argentina, revés 
en Bolivia, golpe en Brasil, entre otros, pronosticaban que la derecha 
volvería. La anunciada restauración neoliberal ganaba cuerpo en 
Argentina con el flamante gobierno de Mauricio Macri y en Brasil con el 
de Michel Temer. La derecha se preparaba para conmemorar victorias en 
Ecuador, en Chile, en México, en Colombia, a lo mejor incluso en 
Bolivia, entre otros países del continente. Estados Unidos proclamaba 
que su periodo de más grande aislamiento en América Latina terminaba.
Los que se incomodaban con los gobiernos que más conquistas habían 
logrado en el continente, pero que no correspondían a sus equivocadas 
previsiones, volvían a aparecer, después de haber estado ausentes, sin 
discurso alguno. Fueron los más contundentes en prever el 
fin de ciclode gobiernos que desmienten todo lo que ellos han dicho. Alivianados, podrían volver a sus viejas y siempre desmentidas tesis académicas.
Pero las cosas no han evolucionado como preveían los conservadores. 
Ni los gobiernos de Macri y de Temer logran cumplir con lo que 
prometían, ni tampoco en otros países el panorama corresponde a lo que 
la derecha esperaba.
Los modelos de restauración neoliberal, puestos en práctica en 
Argentina y en Brasil, ni han retomado el crecimiento económico, ni 
tampoco han superado la crisis. La recesión se perpetúa y se profundiza 
en esos países, el desempleo llega a niveles récord, la situación social
 se degrada, los apoyos de esos gobiernos caen, a punto de que el 
gobierno de Temer tiene menos de 5 por ciento de apoyo.
Se confirma que la retomada del viejo proyecto, ya aplicado en los 80
 y los 90 del siglo pasado en varios países de la región, no tiene 
ninguna capacidad de dar solución a los problemas de esos países. Al 
contrario, disminuir las inversiones estatales, los recursos para las 
políticas sociales, cortar los derechos de los trabajadores, sólo han 
ahondado la crisis. La restauración neoliberal desemboca en un fracaso.
Por otra parte, la crisis venezolana, frente al agotamiento de los 
métodos de acción de la oposición y de las amenazas desastrosas de 
Trump, así como frente a la elección de una Asamblea Constituyente, han 
generado una situación de crisis para la oposición. Sus manifestaciones 
han bajado de tono, el desconcierto cunde en sus filas.
En países como México, Colombia, Chile, a su vez, la izquierda
 tiene perspectivas reales de victoria en las próximas elecciones 
presidenciales. Andrés Manuel López Obrabor aparece como favorito en las
 encuestas, al tiempo en que los partidos tradicionales de la derecha, 
el PRI y el PAN, tiene hasta dificultades de unificarse mínimamente a su
 interior y lanzar candidatos competitivos.
En Colombia, Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá, disputa en las 
encuestas el liderazgo con el candidato más cotizado de la derecha, 
Vargas Peñaloza, mientras el partido de Uribe busca un nombre, en medio 
de la caída del apoyo del ex presidente, que por primera vez tiene su 
nivel de rechazo más alto que el de apoyo.
En Chile, cuando la derecha ya se preparaba para conmemorar el 
retorno de Sebastián Piñera, frente a la incapacidad del gobierno de 
Bachelet de siquiera tener un candidato propio, el Frente Amplio 
desarrolla una importante campaña con la candidatura de Beatriz Sánchez,
 una gran líder del sector de la educación en el país, y se ubica en 
segundo lugar en las encuestas.
En Ecuador, aun con un resultado apretado, el problema no viene del 
retorno de la derecha, sino de disensiones dentro del gobierno de Lenín 
Moreno y de Alianza País. Conflictos que no dejan de preocupar, aún más 
por el tono que asumen los reproches mutuos. Pero son diferencias dentro
 de un mismo proceso.
En Bolivia, desecha completamente la farsa de las acusaciones 
personales en contra de Evo Morales, que se han revelado un completo 
montaje de la oposición, el MAS se prepara para encarar la forma de 
poder volver a presentar la candidatura de Evo, sustentado en el apoyo 
masivo que tiene su gobierno.
Ha pasado el auge de la contraofensiva de la derecha, que pierde 
aliento y no presenta ninguna propuesta novedosa que pudiera configurar 
realmente un fin de ciclo, superado por nuevo periodo histórico. Son 
intentos de volver al viejo modelo neoliberal que, ni en América Latina,
 ni en ningún otro lado, presenta capacidad de superar la crisis 
generalizada a que ese mismo modelo ha tirado la gran mayoría de las 
economías de Europa, Estados Unidos y América Latina.
Es de las mismas fuerzas que han protagonizado el extraordinario 
proceso de lucha en contra del neoliberalismo, que pueden surgir nuevas 
perspectivas para retomar y dar continuidad, en las nuevas condiciones históricas a ese proceso.
 

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