CELAG
La economía informal es
 una parte importante de la estructura económica de México. Se calcula 
que la misma tiene una participación de alrededor del 25% del PIB del 
país.
 En este sentido, es necesario profundizar sobre lo que 
significa la informalidad y sus consecuencias. En principio, esta 
economía puede verse como opuesta a lo que se entiende como economía 
formal. La misma está relacionada con la existencia de un registro 
nacional de la actividad económica, al mismo tiempo que implica cumplir 
con las obligaciones impuestas por la regulación estatal, entre ellas, 
el pago de impuestos. La informalidad en estos términos puede ser a 
medias, ya que es posible que la actividad económica y el emprendimiento
 estén registrados pero no así sus trabajadores.
 En este sentido, es necesario profundizar sobre lo que 
significa la informalidad y sus consecuencias. En principio, esta 
economía puede verse como opuesta a lo que se entiende como economía 
formal. La misma está relacionada con la existencia de un registro 
nacional de la actividad económica, al mismo tiempo que implica cumplir 
con las obligaciones impuestas por la regulación estatal, entre ellas, 
el pago de impuestos. La informalidad en estos términos puede ser a 
medias, ya que es posible que la actividad económica y el emprendimiento
 estén registrados pero no así sus trabajadores. 
 Otra manera de 
distinguir la informalidad es por sus características. La actividad es 
de pequeña escala, con baja utilización de tecnología, mano de obra poco
 calificada, emprendimientos familiares o comunales y bajo margen de 
ganancia, en definitiva, una economía de subsistencia. 
 Según los
 parámetros de desarrollo neoliberales, la economía informal debe 
combatirse, de hecho, se le adjudica el atraso en el desarrollo de las 
economías. De la búsqueda del Estado de Bienestar y la garantía de los 
derechos de los trabajadores, se pasó a la aplicación de las leyes de 
flexibilización laboral. Estas últimas bajarían los costos por 
trabajador, y fomentarían a las empresas a contratar mayor cantidad de 
personal bajo una “nueva formalidad”. Sin embargo, los resultados 
muestran – tanto en México como en el resto de Latinoamérica – que el 
empleo no aumentó, sino que cayeron los costos de las empresas generando
 una brecha mayor de desigualdad funcional y que generó un mayor grado 
de inestabilidad laboral. Y a todo esto hay que agregar que en México, a
 pesar de todos estos ajustes en contra de las condiciones laborales de 
los trabajadores, la informalidad laboral no cesó. 
 Dejando de 
lado las consideraciones sobre si la economía informal es buena o es 
mala, la realidad es que según el Instituto Nacional de Estadística y 
Geografía de México (INEGI) para el primer trimestre de2017 contabilizó 
una tasa total de informalidad laboral del 57,2%. Es decir, más de la 
mitad de la población está ocupada en esta economía. 
 Si a este 
número de empleados informales sumamos a aquellos que se encuentran 
desocupados, y les sumamos también las personas económicamente no 
activas pero disponibles, es decir, aquellas que no están buscando 
empleo pero podrían trabajar, son 37,1 millones de personas sin aportes 
ni seguridad social frente a 22,1 millones de ocupados formalmente. 
Asimismo, la población económicamente inactiva en México, es decir, 
niños y ancianos, suma 63,6 millones. Estos números, sencillos y 
básicos, explican la inestabilidad del modelo económico social en 
México. 
 Según el informe de OXFAM y la CEPAL de 2015 más de la 
mitad de la población mexicana se encuentra sumida en la pobreza y un 
20,6% alcanza la indigencia [1] .
 Estos indicadores son completamente coherentes con el nivel de 
informalidad de la economía y con su alto índice de desigualdad. Según 
la CEPAL en 2014 el coeficiente de Gini alcanzó 0,49, mientras que el 
promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el 
Desarrollo Económico (OCDE) es de 0,32. 
 Pero el sentido de este 
artículo no es atacar la economía informal, sino lo contrario. Esta 
economía permite que la mayor parte de la población subsista y con 
escasos recursos aporta una gran parte del producto. Es importante que 
el gobierno de México, así como se ha hecho en otros países de 
Latinoamérica, apueste por nuevas maneras de formalizar la actividad 
económica existente en la búsqueda de mejorar las condiciones de vida de
 la mayor parte de la población. 
 Así como el seguro popular de 
salud en México, existen distintos ejemplos regionales en los que se 
avanzó para otorgar mayor protección a la población, programas para 
registrar el trabajo doméstico, asignar un ingreso social universal, 
otorgar moratoria a aquellos jubilados que no registraron aportes pero 
trabajaron toda su vida informalmente, bonos para acceder en mejores 
condiciones a la educación tanto primaria como de niveles superiores. 
 Para revertir las pésimas condiciones sociales es necesario abandonar 
las políticas económicas neoliberales de ajuste y apostar por un esquema
 de inversión social y de economía popular acorde a la economía real del
 país que permita ir mejorando las condiciones de vida de los individuos
 y alcanzar mayores niveles de desarrollo social. 
Nota:
Lucia Converti / Investigadora CELAG 
Artículo publicado en: http://www.celag.org/mexico-
 
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