Ilka Oliva Corado
Estamos a un pelo de que Estados Unidos y su jauría, invadan 
Venezuela. Los primeros es abrir espacio terrestre, marítimo y aéreo 
serán Brasil, Colombia y Argentina, sus gobernantes ya están a gatas. 
¿Alguien le creyó el cuento de La Paz a Juan Manuel Santos? Irán con sus
 tanquetas oxidadas a lanzar bazucazos a sus hermanos: de sangre, de 
leche, de corazón y de patria.
La guerra mediática es descomunal, una cantidad de información 
desvirtuada que ha sido creada para afianzar la manipulación de los 
tibios. Porque uno en la vida o es chicha o limoná, no pueden existir 
términos medios cuando se trata de defender la soberanía de los pueblos.
 En el caso de Venezuela uno está con ella o está con el enemigo, no se 
puede ser imparcial y guardar silencio porque hacerlo es solapar el 
exterminio de la Memoria Histórica, la dignidad y la identidad de los 
pueblos: su decisión democrática tomada.
Una Latinoamérica dividida y sociedades traicioneras lanzan dardos 
envenenados contra una Venezuela soberana y digna, que ha sabido 
levantarse de las cenizas, reconstruirse en medio de la calamidad de la 
desmemoria que aplasta a otros pueblos hermanos. ¿Con qué moral 
cuestionamos su política interior si nosotros hemos sido cobardes en 
mantener gobiernos neoliberales y bandas de atracadores?
Siempre llega ese momento en la vida en el que uno debe tomar una 
postura, o es sangre roja hirviente o es chilate para los coches. O es 
campo abierto para la siembra o es páramo y cemento. Esa decisión viene a
 consecuencia del raciocinio natural cuando se está dispuesto a defender
 la dignidad; la dignidad no es otra cosa que la resistencia y rebelión 
que mantienen nuestros principios humanos aunque nos están lloviendo 
balas o nos estén cogiendo batallones. Porque cogernos pueden, lo que no
 podrán jamás es doblegarnos; a eso se le lama sobrevivencia.
Y en Latinoamérica estamos sobreviviendo a más de 500 años de 
genocidios, de explotación minera, de asaltos, opresión y desmemoria. 
Sobrevivimos al traidor corrupto y bandolero que nos vende todos los 
días. Al que decide abrirse de piernas sin que se lo pidan ni lo 
obliguen, para beneficio personal a costa de la libertad de su pueblo.
No es tiempo para hacerse a un lado y pretender que no nos importa 
Venezuela, “porque cada país tiene sus propios problemas” eso es como 
encerrarnos en nuestra burbuja y darnos golpes de pecho, eso es doble 
moral.
Si como latinoamericanos seguimos permitiendo la desinformación y la 
manipulación mediática, no merecemos una tierra como la Patria Grande, 
merecemos vivir por la eternidad dentro de una plasta, inundados de 
nuestras propias miserias.
Todos podemos hacer algo siempre, desde donde estamos, docentes, 
artistas, campesinos, obreros, parias, intelectuales: todos. Porque 
juntos somos millones de venas que forman células y núcleos, juntos 
somos el arco reflejo, el corazón de la Latinoamérica exuberante que un 
día tuvieron nuestros ancestros.
No callar, evidenciar la propaganda de desinformación, en todos 
lados, para eso solo se necesita voluntad y reafirmar los valores 
humanos. Eso es combatir al monstruo gigante del capitalismo. No es 
fácil, es tarea ardua, desgastante, pero otros dieron sus vidas para que
 nosotros tuviéramos una tierra libre, han sido ríos de sangre los que 
han corrido en América Latina, como para que ahora vengamos de 
haraganes, tibios y descarados a guardar silencio porque nos han dicho 
que en boca cerrada no entran moscas.
Todos debemos ser Venezuela en estos momentos y cerrar filas contra 
la jauría de delincuentes que nunca merecieron nacer en una tierra tan 
digna como la Patria Grande.
Suscribo las palabras del periodista argentino José Steinsleger: 
“¡pa’ lo que usted ordene, señor presidente!” y lo para Cristina, Evo, 
Lenín, Rafael, Lula, Dilma, aquí estoy para lo que ordenen. Siempre 
defenderé el derecho de América Latina a vivir en libertad, siempre 
defenderá el derecho de los pueblos a vivir en paz.
“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su
 alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus
 amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser 
informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el 
aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de 
libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”. – Rodolfo 
Walsh
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Ilka Oliva Corado @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
08 de junio de 2017, Estados Unidos.
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