
“Y por ética entendemos la atención reflexiva, teórica, a la moral en uno u otro plano
 –el fáctico o el ideal– que no son para ella excluyentes”
 Adolfo Sánchez Vázquez
Entendida
 como ciencia la Ética es la praxis rigurosa de todos los rigores por el
 bien de la humanidad. Y eso no acepta disquisiciones blandengues. 
Poseedora de protocolos paradigmáticos, la Ética ha madurado -a lo largo
 de su historia- con el instrumental necesario para intervenir en el 
análisis y la critica del comportamiento moral más diverso. Algunos de 
esos instrumentos, especialmente los de matriz más añeja, se han pulido 
con esmero y han perfeccionado su precisión al calor de las necesidades 
históricas de una humanidad cada vez más compleja, diversa y amenazada. Y
 el poderío teórico-metodológico de ese instrumental no puede ser 
sepultado por ningún delirio reduccionista tenga la factura ideológica 
que tenga.
Se entiende aquí la Ética como la definió 
Adolfo Sánchez Vázquez: ciencia del comportamiento moral de los hombres 
en sociedad constituido por un tipo peculiar de hechos y donde lo 
científico radica en el método, en el tratamiento del objeto, y no en el
 objeto mismo. Con tal Ética es urgente intervenir sobre un mundo 
secuestrado por la Industria de la Guerra que, sólo en lo que va del 
siglo XX y XXI, ya ha producido monstruosidades abrumadoras muy opuestas
 al ideal humano de paz, desarrollo, solidaridad y fraternidad para 
todos por igual. Que la Ética sea la Estética del futuro.
Con
 la Ética es urgente intervenir en un mundo secuestrado por las 
Industrias de la “información” y el “entretenimiento” (en manos de 6 
dueños) que ya han logrado obturar el derecho a pensar, sentir y actuar 
independientemente en innumerables países hoy sometidos a la dictadura 
de la desinformación y de las banalidades de mercado. Con la Ética es 
necesario fijar orientaciones firmes contra un circo de espejismos, 
empeñado en destruir la verdad y la realidad, para convertir en 
mercancía de moda esa “post verdad” de la que tanto se habla; 
necesitamos con urgencia Ética para la crítica al capitalismo, para 
diseñar el proyecto de nueva sociedad y para la práctica política 
revolucionaria y permanente. Ética contra las mercancías del miedo y de 
la mentira.
A estas alturas de la Historia, el respeto por
 la Vida, tanto como el respeto por el trabajo, el respeto por la 
inteligencia y el respeto por la identidad de los pueblos, deberían ser 
paradigmas inviolables. No debería haber objeción ni debería haber 
excusas. A estas alturas de la Historia no deberíamos aceptar un sistema
 de valores basado en el desprecio, la exclusión, la esclavitud o la 
postergación del derecho humano al “buen vivir”. No deberíamos aceptar 
una sistema económico corrupto basado en robar a los trabajadores el 
producto de su trabajo ni deberíamos aceptar estratagema alguna para 
engañar a quien produce la riqueza, obligándolo a ceder su trabajo para 
que unos cuantos vivan en un paraíso y la mayoría viva en un infierno.
Así,
 la Ética como conjunto sistemático de conocimientos racionales y 
objetivos, debe desarrollar el escrutinio minucioso de la moral 
(actividad humana, histórica y social) que regula las conductas 
concretas de los seres humanos. Actos no siempre conscientes y no 
siempre voluntarios de los individuos que afectan a otros, a 
determinados grupos sociales o a la sociedad en su conjunto. La Ética no
 es un recetario de conductas.
Hoy la Ética, entre mil 
tareas, debe responder a las necesidades de la juventud que es blanco de
 todas las desorientaciones más perversas, para luchar contra los 
anti-valores burgueses aunque fuse en un grado modesto, e interrogar 
desde la Ética al poder, a la democracia, a la libertad, al Estado, a la
 sociedad civil, las relaciones (visibles e invisibles) de la economía y
 la política, con sus sedimentos culturales y mediáticos.
En
 el plano teórico-político, la realidad nos impone la necesidad de 
abordar la verdadera utilidad de la Ética que ha sido ocultada tras los 
más diversos velos ideológicos. A esa necesidad, entre muchas otras 
instancias, deben responder los laboratorios de análisis y producción 
simbólica (que necesitamos) armados sobre una base Ética rigurosa para 
esclarecer la praxis que es necesaria, deseable y posible de una Ética 
confrontada con lo realmente existente.
Ante las recientes
 lecciones de la historia bélica, en todo su arco destructor, incluidas 
las máquinas de guerra ideológica y las perspectivas de la incertidumbre
 para la humanidad, estamos obligados a preguntar también: ¿es posible 
la transformación del mundo, por qué luchar en condiciones asimétricas? 
¿por qué no resignarse y pensar, como quieren algunos, que la humanidad 
no tiene remedio? Para responder eso la Ética debe ser una herramienta 
científica poderosa capaz de poner en claro que el desastre que vive la 
humanidad no es obra suya sino de un sector dominante empeñado en 
someter a la mayoría.
Bajo el capitalismo los problemas 
morales son inseparables de las relaciones de producción y de los modos 
de producción y eso es un problema, también, Ético con las consecuencias
 que afectan a una comunidad entera y a los individuos. Bajo el 
capitalismo los seres humanos se ven obligados a ajustar su conducta a 
las normas que impone la ideología de la clase dominante que determina 
qué actos son aprobados o desaprobados moralmente. En la vida diaria los
 seres humanos asimilan las normas imperantes, con base en ellas 
formulan juicios y desarrollan argumentos que justifican decisiones 
prácticas y teóricas. Y eso constituye una Cultura que se comunica 
transversal y generacionalmente. Urge la crítica.
Necesitamos
 desarrollar la crítica del método de dominación de la conciencia 
convertida en mercancía y que la burguesía impone como in-transformable 
para que perviva “intacto” ante la lucha de clases y la historia. 
Critica Ética a un mundo de mercancías que absorbió a la mano humana y a
 los productos de la mente humana, hundiéndolos en las “neblinosas 
comarcas del mundo religioso” como “figuras autónomas dotadas de vida 
propia, en relaciones unas con otras y con los hombres”. Fetiches, 
pues. 
Nuestra Ética considera la importancia central de 
no quedarse encerrada en idealismos sino intervenir en el campo 
histórico-cultural concreto como una praxis social necesaria, posible y 
realizable. Esta Ética no se apoya solamente en las tradiciones 
filosóficas sino también en la experiencia práctica de las luchas 
humanas más diversas. La tarea fundamental de nuestra Ética es la de 
toda ciencia: observar críticamente, explicar, esclarecer o investigar 
hechos y resolver problemas sociales. Ética que busque servir 
socialmente para fundamentar una moral superadora orientada por ese 
anhelo humano sabedor de que “de lo que se trata es de transformar al 
mundo”. Ojalá pronto.
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Instituto de Cultura y Comunicación UNLa
 
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