Hambre de  ideas, hambre de mundo, hambre de transformaciones.
Fernando Buen  Abad Domínguez
Rebelión/Instituto  de Cultura y Comunicación UNLa
"El obrero tiene más necesidad de respeto que  de pan" Marx
Algunas de las  restricciones que el capitalismo impone a los seres humanos incluyen el acceso  al conocimiento territorial y conceptual del mundo todo con sus realidades. Incluyen una especie de inanición de saberes y de experiencias  necesarias para el crecimiento normal de la conciencia social y de la  conciencia de especie. Incluyen el desabastecimiento de nutrientes intelectuales que son soporte de las habilidades  mentales básicas como la capacidad de abstracción, la capacidad de  organización, la capacidad de movilización y las habilidades del pensamiento  crítico. Y como toda des-nutrición produce estragos. Acéptese ésta metáfora  imperfecta provisionalmente. He aquí un problema Ético crucial para nuestro  tiempo. 
Reponerse de  semejante despojo implica (además de conciencia de él) tiempos y estrategias de  atención especial y prioritaria que, hasta hoy, no han podido resolver, por  supuesto, los "modelos educativos" funcionales al capitalismo. Sigue intocado  el flagelo que aqueja a millones de personas sin saber leer y escribir y sólo  unos cuantos países gozan del "privilegio" de ser "territorios libres de  analfabetismo." (Cuba, Venezuela, Bolivia…) Es pasmosa la ignorancia generalizada  en materia de geografía económica, política y social. Historia y crítica de la  Cultura, de las Artes y de las expresiones populares. A población abierta se desconoce África y sus diversidades;  Latinoamérica con sus raíces más frondosas y sus calamidades imperiales. Se  trata de una "ignorancia de clase" que sirve para hundir en la confusión todo  aquello que no pertenezca a los triunfos  materiales y espirituales de la  burguesía. Semejante "desnutrición cultural" no se resuelve con reformitas ni reformistas neoliberales. Ni  con represión a los profesores críticos. 
Para colmo,  como en toda "desnutrición", también ocurre el sobre-consumo de alimentos ideológicos "chatarra" que  mientras engordan con banalidades consumistas a los usuarios, le destruyen el  sistema nutricional basal. Acéptese  ésta metáfora imperfecta provisionalmente. Así tenemos obesidades ideológicas  mórbidas, producto de un mercado de valores mercantiles cuyo efecto  reduccionista es engrosar sin control al capitalismo y sus "mass media". Así, pues la desnutrición cultural proviene de la  escasez tanto como de la saturación. En el centro del problema está el vació  prefabricado por la burguesía, para tener seres humanos embriagados con felicidad de consumo, ignorantes pero agradecidos de no tener que saber tanta cosa sobre un mundo que se les  vende como ajeno, peligroso y aburrido. Nos ganó "patolandia".
Algunas  estratagemas para maquillar el escándalo de la "desnutrición cultural" se  fabrican rentablemente en el seno de la "industria del turismo". Como dicen que  "los viajes ilustran", dan por verdad que viajar es una forma de combatir la  ignorancia abrumadora que pesa sobre el mundo y que al mundo le pesa. Pero nada  asegura que los viajantes sean, realmente, conscientes de los territorios que  pisan. La "industria del turismo" ha creado modelos de estandarización que  comprimen la experiencia a una sola decoración  para comer tanto como para dormir. No importa si estamos en el desierto del  Sahara o, en Alaska o cruzando el Río de la Plata en un transporte más parecido  a un "supermercado" que a un barco. La "cultura" del "viajante" suele reducirse  a unas cuantas fotos, unos mensajes en "redes sociales" y a las habilidades  espurias para ganarse puntos o "millas" extra del "viajero frecuente". Con las  debidas honrosas excepciones. 
El cuadro de  la "desnutrición cultural" se completa entre malabares de computadora para  conseguir hospedajes "buenos, bonitos y baratos". Renta de autos, reservaciones  de restaurantes y uno que otro lujo  al alcance del salario de las masas turísticas. En la perspectiva general la  experiencia residual de un viajante común, suele no contener información alguna  sobre cómo se vive lo que se vive en cada lugar ni qué nos une a las mejores  luchas que se desarrollan en cada sitio del planeta. Viajar debería ser otra  cosa. "Gana la ignorancia". 
¿Qué puede  esperarse en las escuelas donde se enseña, hipotéticamente, algo que sirva para  conocer y entender al mundo, sin moverse de las aulas? Sin moverse del  televisor, sin abrir un libro. (En el caso de que existan -a la mano- libros  capaces de combatir la "desnutrición cultural") National Geographic, por ejemplo, emprendió -como muchos lo han  hecho- el trabajo de "mostrar al mundo" pero bajo sus reglas de mostración y  con el paquete ideológico que a ellos conviene inyectado en cada lugar, en cada  hecho, en cada situación por ellos elegida. Así, vemos un mundo expuesto de tal  forma que ni los "locales" se reconocen ante los eventos cotidianos más  próximos o más cotidianos. Muestran al mundo como antropólogos ingleses (ajenos, distantes y pasajeros) de esos que a  ellos les encanta convertir en locutores de sus series televisivas. Hay lugares  que tienen la colección completa de sus videos y ni una sola comprensión del  planeta. La Ideología de la clase dominante.
 Toda persona tiene derecho a conocer su  realidad como especie y como grupo social sometido a las tensiones de la lucha  de clases. Tiene derecho a comprender su lugar en el modo de producción  dominante y su lugar en las relaciones de producción. Tiene derecho a conocer  la Historia de las condiciones que se le han impuesto y las posibilidades  reales para salir de ellas. Conocer las luchas de sus pueblos y las luchas de  otros pueblos que han luchado y luchan por salir de un mundo secuestrado por el  capitalismo. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la salud, a la vivienda y  a la educación y eso implica el derecho a conocer el mundo, libre y  críticamente, en contacto con otras persona que, a su vez, también tienen  derecho a conocernos y reconocernos como iguales, fraterna y solidariamente. No  contar con eso es una pérdida histórica difícil de reparar. No contar con eso  es un daño terrible a la especie humana y a su futuro. Impedirlo es un delito  de lesa humanidad también agravado por cometerse con alevosía, ventaja y  premeditación. Desnutrición cultural programada. ¿Qué hacemos?    
Dr. Fernando Buen Abad Domínguez
Universidad de la Filosofía
 

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