Entrevista con la escritora mexicana Valeria Luiselli
Democracy Now!
Mientras el 
presidente Trump sostiene su promesa de aplicar mano dura contra la 
inmigración y contra los inmigrantes que viven dentro de Estados Unidos,
 nos ocupamos de un nuevo libro considerado por el periódico Texas 
Observer como “el primer libro de lectura obligatoria en la era Trump”. 
Su autora es la escritora Valeria Luiselli nacida en México y una de las
 jóvenes escritoras mexicanas más aclamadas del momento. Acaba de 
trabajar como intérprete voluntaria para decenas de menores 
centroamericanos migrantes que están en Estados Unidos, tras haber 
arriesgado sus vidas en el cruce de México en busca de refugio.
 AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, democracynow.org,
 soy Amy Goodman. Pasamos ahora a comentar un libro que ha sido 
publicado recientemente, calificado por la revista ´The Texas Observer´ 
como la primera lectura imprescindible en la era Trump. El libro se 
titula Los niños perdidos: un ensayo en 40 preguntas, de la escritora 
mexicana Valeria Luiselli, una de las más reconocidas entre la 
generación de escritores jóvenes mexicanos. Recientemente se desempeñó 
en Estados Unidos como intérprete voluntaria para docenas de niños 
migrantes procedentes de América Central que arriesgaron sus vidas 
cruzando México en busca de refugio en Estados Unidos. El libro comienza
 con la primera pregunta que Luiselli debe dirigir a cada niño al que 
ayuda en los tribunales de inmigración: ¿Por qué viniste a Estados 
Unidos? El libro ha sido publicado al mismo tiempo que el presidente 
estadounidense, Donald Trump, ha prometido impulsar medidas severas 
contra los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Valeria 
Luiselli, estamos muy contentos de que esté con nosotros. Empecemos por 
el título del libro en su edición en inglés: “Dime cómo acaba”. ¿Por qué
 tituló así su libro? 
 VALERIA LUISELLI: Bueno, mi hija de 
ahora siete años, pero que tenía cinco cuando empezó la crisis, me 
pregunta a menudo: “Dime cómo acaba esta historia”. Entonces, su 
pregunta es de alguna manera el leitmotiv que regresa siempre en el 
libro para recordarme a mí y recordar también al lector que realmente no
 hay un final, que la historia no acaba, la historia sigue y sigue. Y 
todos esperamos que algún día acabe bien, pero ahora no se ve claro ese 
final. 
 AMY GOODMAN: Cuéntenos cómo comienza la historia de 
estos niños. Se encuentran en un tribunal de inmigración y usted les 
pregunta por qué vinieron a Estados Unidos. 
 VALERIA 
LUISELLI: Sí, bueno, ahí empieza la batalla legal que tiene que 
enfrentar los niños. Antes de esa batalla legal, por supuesto, está el 
proceso mismo del viaje, que es no solo difícil, sino realmente 
traumático: una pesadilla llena de horrores reales y de amenazas que se 
transforman en agresiones en la mayoría de los casos. Después está la 
llegada a la frontera, a través de la cual cruzan los niños para 
entregarse a las patrullas fronterizas, a migración, sabiendo que los 
niños rara vez pueden cruzar solos el desierto. Son las patrullas 
fronterizas quienes los reciben. Allí tienen una entrevista, los meten a
 lo que se conoce comúnmente como “la hielera”, que es un cuarto a 
temperaturas frígidas donde los niños reciben un trato francamente 
vergonzante. Después del tiempo que pasan ahí son llevados a un albergue
 donde pueden ya tener un contacto más constante con sus familiares –si 
es que tienen familiares en Estados Unidos–, hasta que por fin puedan 
llegar a casa de sus familiares. A esa casa llega el primer citatorio, 
los cita la corte de migración. En esa primera cita que tienen con un 
juez, llegan a la corte y en ella hay organizaciones civiles esperando a
 los niños que llegan a su cita para cacharlos de algún modo y decirles:
 “Nosotros podemos ayudarlos, podemos conseguirles abogados que trabajen
 pro bono, de modo gratuito para ustedes”. Para ello se hace una 
entrevista, una entrevista basada en una serie de preguntas. Yo usaba un
 cuestionario de 40 preguntas, pero el cuestionario va cambiando. En ese
 cuestionario básicamente recogemos la historia de los niños para armar 
un caso que después un abogado pueda decidir, tomar y representar para 
conseguirle al niño algún tipo de alivio migratorio. 
 AMY GOODMAN: ¿Qué edades tienen estos niños? 
 VALERIA LUISELLI: Los niños son de todas edades. Yo he entrevistado a 
niñas de cinco, seis, siete años, en la corte. Yo nunca he visto a 
ningún bebé en la corte, pero sé que algunas personas con las que he 
trabajado me han contado que han tenido que representar a niños de dos 
años, niños que todavía no están en edad de hablar siquiera. La gran 
mayoría son niños adolescentes, varones adolescentes. No sé si es porque
 son los que más sobreviven al viaje. Yo creo que es una mezcla de dos 
factores: que son, digamos, los más fuertes para sobrevivir a las 
atrocidades del viaje, pero también son los niños en la franja de edad 
más vulnerable a ser reclutados por las gangas o las pandillas, por lo 
que son los que más tienen que huir. 
 AMY GOODMAN: ¿Y qué pasa
 con la niñas y los adolescentes? ¿Qué pasa con ellas? Usted incluye 
algunas estadísticas horribles en su libro. 
 VALERIA 
LUISELLI: Pues sí, la gran mayoría de las mujeres, niñas o adolescentes,
 que hacen el viaje a Estados Unidos son violadas en algún momento del 
viaje. La estadística es efectivamente un horror: 8 de cada 10 mujeres y
 niñas son violadas a lo largo de su viaje a través de México, a través 
de las fronteras centroamericanas que tengan que cruzar: si vienen de 
Honduras o de El Salvador; si vienen de Guatemala, solo digamos la 
frontera de México, y luego a través de México y Estados Unidos. Y 
cuando no son violadas, muchas veces sufren otro tipo de abusos y 
horrores. La gran mayoría de los niños que llega a Estados Unidos llega 
en un estado de trauma. 
 AMY GOODMAN: ¿Y qué pasa con ellos después? ¿Qué ocurre en los tribunales? ¿Quién toma las decisiones? 
 VALERIA LUISELLI: Bueno, después de lo que yo relataba hace rato, 
–después de la estancia en la hielera, el paso al albergue, la llegada 
por fin a casa de algún familiar–, cuando empieza por fin el proceso 
legal contra ellos, básicamente tienen veintiún días para encontrar un 
abogado que los defienda de una orden de deportación. En esos veintiún 
días tienen que encontrar una escuela que los acepte. Para que sean 
candidatos a cualquier tipo de ayuda migratoria tienen que demostrar que
 están en una escuela, por ejemplo. Entonces, ahí hay otro nivel de 
dificultad porque muchas escuelas en zonas del país a las que han 
llegado un número mayor de estos niños, esas escuelas de esas zonas han 
tratado muchas veces de cerrar sus puertas a los niños. De hecho, hubo 
varios escándalos graves este año en escuelas de Long Island –donde yo 
trabajo, por cierto–, porque las escuelas no estaban admitiendo niños y 
estaban ilegalmente diciendo a los padres de esos niños que necesitaban 
papeles, lo cual no es cierto. Ningún niño necesita en ese estado 
demostrar papeles ni nacionalidad ni mucho menos, para tener el derecho 
básico a una educación. Entonces, los niños tienen que demostrar que 
están en la escuela, y tienen que básicamente armar un caso, en donde su
 historia y los horrores de los cuales huyen justifique la necesidad y 
la urgencia del asilo o de alguna otra forma de alivio migratorio. Es 
una paradoja extraña que el que entrevista a los niños de alguna manera 
necesita escuchar lo peor posible para saber que ese niño tiene el 
derecho a armar un caso. 
 AMY GOODMAN: ¿Con qué frecuencia son rechazados? ¿Con qué frecuencia son aceptados? 
 VALERIA LUISELLI: Mira, los números que se van recogiendo, o que se han
 recogido en estos años, indican que los niños que consiguen abogado 
tienen casi un 100% de probabilidad de poder quedarse. Es decir, lo más 
importante es poder conseguir un abogado. Por eso, el trabajo de las 
organizaciones civiles es tan importante, y el apoyo ciudadano a esas 
organizaciones es tan importante, porque mientras más apoyemos a las 
organizaciones, ya sea a través de donaciones, a través de 
voluntariados, más aumentamos la probabilidad de que haya abogados que 
decidan adoptar casos de niños y que esos niños entonces consigan 
quedarse. Pero si un niño no consigue un abogado, su probabilidad de 
poder quedarse aquí es muy, muy baja. No hay números claros sobre 
cuántos de los niños que han llegado se han podido quedar y cuántos no. 
Yo he leído reportes que dicen cosas muy distintas, pero lo que está 
claro es lo que estoy diciendo sobre los abogados. Los únicos niños que 
son deportados inmediatamente, en las primeras 24 o 48 horas, son los 
niños mexicanos. Los niños mexicanos no tienen derecho ni siquiera a 
defender su caso en una corte. 
 AMY GOODMAN: Usted comenta que
 a algunos niños se les niega el ingreso en la escuela, que se les dice 
que necesitan papeles para ello. ¿Ha intervenido usted alguna vez? 
¿Quién interviene? Y, ¿con qué frecuencia se consigue que esos niños 
puedan ir a la escuela? 
 VALERIA LUISELLI: En el condado de 
Nassau, [estado de Nueva York] hubo un escándalo público hace unos años,
 porque las escuelas del condado de Nassau estaban haciendo eso. Pero 
personas –yo me imagino, del Departamento de Educación–, intervinieron 
en esas escuelas, hubo presencia de los medios denunciando la situación y
 ahora, supuestamente, las escuelas están abriendo sus puertas a todos 
los niños. Pero es relativamente incierto. Es decir, por ejemplo Manu, 
que fue el primer niño que yo entrevisté en la corte, y un niño con el 
que todavía tengo una relación cotidiana porque sigo traduciendo para él
 en su caso con sus abogados, y además es uno de los miembros jóvenes de
 la organización que tenemos en la Universidad Hofstra´The Teenage 
Immigrant Integration Association´, él por ejemplo, tuvo que salir de 
Hempstead High School, porque lo estaban acosando miembros de un gang. Y
 entonces, trató de meterse a una escuela en Long Beach, en donde no lo 
aceptaron, le dijeron que necesitaba tomar clases de inglés primero, y 
entonces se metió a clases de inglés. Luego, yo llamaba a la escuela 
Long Beach periódicamente, para decirles: "Os tienen que aceptar. Es 
decir, no pueden simplemente no aceptar, no es legal no aceptar a un 
niño", y nunca nadie me hizo caso en el instituto de secundaria de Long 
Beach. Luego, lo intentamos su tía y yo en varias escuelas. Ella no 
habla inglés, entonces, digamos que ella conseguía datos de una escuela 
que los interesaba y yo hacía la llamada y llamamos a varias escuelas en
 Long Island, escuelas especializadas técnicas, escuelas de secundaria 
también, y nunca nos dieron cita, nunca nos dieron nada. Las escuelas 
mismas no están siendo nada receptivas. Manu, hasta la fecha, no va a la
 escuela. Creo que va a tratar de meterse a unas clases nocturnas. 
Mientras tanto, está viniendo a Hofstra a tomar clases de inglés. 
 AMY GOODMAN: Hablemos sobre el lenguaje. Usted afirma que, por primera 
vez en mucho tiempo, las élites culturales y liberales, así como la 
población en general en Estados Unidos, parecen estar bastante más 
preocupadas por este asunto. Ese es el tipo de alivio al que se refiere 
cuando habla de los activistas que defienden a los inmigrantes, lo cual a
 algunos les puede sonar algo extraño. ¿Podría explicar esto? 
 VALERIA LUISELLI: Claro, nadie está aliviado de que Trump esté ahora 
sentado en la silla presidencial; a nadie nos trae alivio, a nadie nos 
trae paz, sino lo contrario. Bueno, supongo que hay gente a quien sí le 
trae paz. A lo que me refiero con eso es que para quienes desde hace 
años nos preocupa el tema de la inmigración, el hecho de que Trump haya 
hablado y siga hablando con tanta demencia y violencia en contra de las 
poblaciones migrantes, ha puesto sobre la mesa y en primer plano el tema
 de las migraciones, el tema de los refugiados, sean niños, sean 
refugiados de Centroamérica, sean de otras partes del mundo. Eso es un 
avance, en el sentido de que, quienes trabajamos en inmigración 
directamente, tenemos muchísimo más apoyo de la sociedad civil. Pienso, 
por ejemplo, en la reacción de la sociedad civil ante las protestas de 
los aeropuertos después de la prohibición a los musulmanes y cómo la 
sociedad civil no solo se presentó y estuvo físicamente en los 
aeropuertos, pero además hubo millones de donaciones al ACLU, y cómo el 
ACLU recogió 25 millones de dólares en un fin de semana, gracias a los 
cuales pudo contratar a 200 abogados más durante la siguiente semana. 
Digamos, ese tipo de procesos donde la sociedad civil se involucra 
profundamente, o más profundamente, con lo que las instituciones o las 
organizaciones hacen básicamente solos siempre es importantísimo. Y yo 
creo que ese es un cambio fundamental que se ha visto en los últimos 
meses. 
 AMY GOODMAN: ¿Podría comentar la relevancia de que su 
libro esté siendo publicado justo a comienzos de la era Trump? La 
revista ´The Texas Observer´ lo ha calificado como la primera lectura 
imprescindible en la era Trump. ¿Qué impacto espera que cause su libro, 
especialmente cuando usted hace referencia a la estructuración del 
lenguaje y a desafiar el lenguaje utilizado para describir a los 
inmigrantes? 
 VALERIA LUISELLI: Cuando yo escribí ese libro, 
Trump todavía era un señor raro que había sido un celebrity de la 
televisión, todavía ni siquiera figuraba en nuestra conciencia como un 
posible presidente de este país, o al menos en la mayoría de nosotros. 
Entonces, cuando yo escribí este libro, lo escribí en contra de las 
políticas casi siempre ignoradas por los medios de comunicación masivos 
de la administración de Obama, políticas que afectaron profundamente y 
de forma muy negativa a comunidades migrantes. La reacción de la 
administración de Obama, la reacción de Washington ante la crisis 
migratoria de cientos de miles o decenas de miles, y luego, 
eventualmente, más de 100.000 niños centroamericanos que llegaban solos a
 la frontera, fue una reacción francamente avergonzante, poco humana. 
Básicamente crearon un grupo de casos, un docket, que se llama: los 
niños que antes tenían un año para conseguir un abogado y defenderse de 
la deportación ahora tenían solo veintiún días para conseguir un 
abogado. Además de que todos han hecho la vista gorda con el tema 
profundamente injusto de que la ley actual protege a todos los niños del
 mundo y los hace candidatos al asilo, y excluye a los niños mexicanos, 
porque Bush en 2007 hizo una enmienda a esa ley, tal que excluyan niños 
de países con fronteras colindantes a Estados Unidos. Osea, niños 
canadienses o niños mexicanos, pero realmente solo niños mexicanos, 
porque nunca hemos sabido de un niño canadiense que trate de emigrar a 
Estados Unidos. Entonces bueno, todo el mundo ignora eso; eso se sigue 
ignorando hoy en día por ejemplo, el por qué esa ley excluye a los niños
 mexicanos. Y, desafortunadamente, todo lo que yo escribí, pensando que 
era un problema, de algún modo digamos circunscrito a un momento y a 
unas decisiones mal tomadas de una administración, se volvió ahora mucho
 más relevante, todo lo que yo denunciaba se volvió ahora peor, digamos,
 peor y más ominoso. Entonces, sí, de alguna manera paradójica, rara y 
siniestra este libro es mucho más pertinente ahora de lo que era cuando 
yo lo escribí. Pertinente porque los tiempos cambiaron para peor. Pero 
también pertinente porque es un libro que de algún modo muestra mi 
profunda creencia y entusiasmo por las organizaciones civiles y su poder
 para cambiar poco a poco las cosas. Entonces, es un libro que no ofrece
 soluciones pero que sí habla del trabajo de las organizaciones civiles,
 y creo que hoy en día también es mucho más visible, importante, y hasta
 cierto grado ha sido más exitoso el papel de las organizaciones civiles
 en este país. 
 AMY GOODMAN: Quiero que hablemos sobre lo que 
está pasando en México, recientemente hemos informado del asesinato del 
periodista Maximino Rodríguez. Lo que lo convierte en el cuarto 
periodista asesinado en tan solo seis semanas. Rodríguez, que informaba 
sobre corrupción policial para el Colectivo Pericú, fue asesinado el 14 
de abril en la ciudad de La Paz, en México, uno de los países con la 
mayor tasa de asesinatos de periodistas. ¿Conoce este caso? ¿Cuáles son 
las implicaciones de que México sea un país tan peligroso para los 
periodistas? 
 VALERIA LUISELLI: Sí, por supuesto que supimos 
de este caso como cada semana prácticamente sabemos de un caso más de un
 periodista asesinado. Hace un par de semanas fue en Chihuahua, esta 
semana en La Paz; Veracruz es uno de los estados digamos más infestados 
por el cáncer de los carteles y de un gobierno local profundamente 
corrupto. Por suerte, fue aprehendido por fin Duarte, el ex gobernador 
del Estado, un criminal absoluto. Pero lo que sucede en México es que en
 algún momento nos quedamos sin ley, o hay leyes pero las leyes no se 
aplican, y hay un grado de impunidad a todos los niveles, sobre todo los
 niveles más altos, que hace que el país simplemente no pueda salir de 
donde está, estamos como atorados en un ciclo infernal desde hace años, 
básicamente desde que entró Calderón y declaró la guerra del narco. No 
hemos podido salir de ahí. Y no se ve claro cuándo podremos salir de 
ahí, no se ve claro cómo rearmar un país en donde se perdió el ejercicio
 básico de la ley. 
 AMY GOODMAN: ¿Y cómo cree que las políticas de Estados Unidos afectan a México? 
 VALERIA LUISELLI: Siempre. No solo somos los vecinos de Estados Unidos,
 sino que tradicionalmente, el involucramiento de EE.UU. con los países 
en el mundo, pero, para hablar solo de América Latina, ha sido muchas 
veces un involucramiento muy nocivo. En cada golpe de Estado, en cada 
gobierno militar asesino, en cada, digamos, desastre y principio de 
derrumbe de procesos democráticos, ha estado detrás la CIA. Esto no me 
lo estoy sacando de la manga: si revisas, por ejemplo, la guerra civil 
en El Salvador, estaba la administración de Reagan detrás, básicamente, 
de financiar al gobierno militar que después masacró a su gente y que 
fue responsable de que tuviera que irse casi un quinto del país afuera 
de El Salvador huyendo de un gobierno militar que los estaba asesinando.
 
 Las dictaduras en el Cono Sur, los golpes de Estado, la 
situación en Colombia... Yo cada vez que leo un periódico donde 
–últimamente, por ejemplo–, dicen que la CIA se quiere comprometer más a
 fondo con la guerra contra las drogas en México; espero realmente que 
no, que se mantengan lejos y fuera porque es el principio del final, si 
la CIA empieza a financiar. No es que no los estén financiando ya. 
 Entonces, bueno, el involucramiento de Estados Unidos es profundo, y 
parte de lo que argumento en "Tell me how it ends" (Los niños perdidos) 
es que tiene que haber una admisión de responsabilidad histórica 
compartida entre Estados Unidos, México, y los países del Triángulo del 
Norte. No tiene toda la culpa Estados Unidos, por supuesto: ahí está 
México con su incapacidad de gobernarse a sí mismo siquiera, y digamos, 
el desastre que permitió el gobierno mexicano con el poder que ahora 
tienen los carteles de droga, y por supuesto, los gobiernos del 
Triángulo del Norte, que son igualmente corresponsables de todo lo que 
está sucediendo. La cuestión es que haya una admisión de responsabilidad
 histórica y actual con lo que está sucediendo. 
 AMY GOODMAN: 
¿Ha fortalecido Trump a Peña Nieto ante los ojos de los mexicanos, o lo 
ha debilitado? Peña Nieto ha dicho que no va a financiar el muro, pero 
recibió a Trump cuando este era candidato, lo que según muchos hizo que 
Trump fuera visto como alguien que tenía el potencial de ser presidente,
 porque tuvo esta oportunidad de reunirse con un jefe de Estado 
extranjero. Esa noche Trump fue a Phoenix (Arizona), y dio uno de los 
discursos más racistas en contra de los inmigrantes de su campaña. 
 VALERIA LUISELLI: Sí, Peña Nieto es insalvable, en el sentido de que yo
 creo que ningún presidente mexicano ha tenido tan poco apoyo ciudadano,
 y no lo merece. Yo creo, francamente, que Peña Nieto debería estar en 
la cárcel, no por lo que ha hecho y no ha hecho durante su presidencia, 
sino por las atrocidades de Atenco cuando él era gobernador en el Estado
 de México. Pero bueno, más allá de eso, sí puede que hasta cierto punto
 Peña Nieto haya recibido apoyo en algunas de sus posteriores reacciones
 a las declaraciones de Trump sobre el muro, porque en efecto, salió a 
defender la dignidad bastante rota de México y a decir que los mexicanos
 no pagarían por el muro. Pero como bien dices, ya había recibido antes a
 Trump por órdenes o por plan de [Luis] Videgaray, que era su ministro 
de economía en ese momento. Eso fue una gran derrota para los mexicanos,
 es decir, que nuestro presidente hiciera más presidenciable a un 
candidato que nos había humillado constantemente durante toda su campaña
 y que luego, esa noche, efectivamente, fue a Arizona y dio uno de los 
discursos más violentos y humillantes para los mexicanos. Por suerte, le
 queda muy poco tiempo a Peña Nieto. No es que tengamos muchas buenas 
opciones visibles enfrente. 
 AMY GOODMAN: Finalmente, su libro anterior era de ficción, ahora ha pasado a escribir no ficción. ¿Por qué? 
VALERIA LUISELLI: Bueno, yo empecé como escritora de no ficción. Mi 
primer libro, que se llama Papeles falsos en español y "Sidewalks" en 
inglés, es un libro de ensayos sobre la extranjería, los exilios, los 
desplazamientos, la traducción precisamente... Solo que es un libro 
mucho más lírico, un ensayo mucho más lírico, una aproximación a 
escritores exiliados, a procesos lingüísticos en poemas de escritores 
bilingües o trilingües; es una cámara distinta a un problema de algún 
modo compartido. Luego, este libro también tiene algún precedente en mi 
carrera como escritora, como académica, como estudiante. Mi tesis de 
licenciatura –yo estudié en la UNAM en México, antes de venir a estudiar
 un doctorado aquí en Columbia–, y en la UNAM en México me licencié con 
una tesis de licenciatura sobre migración precisamente, era una crítica 
bastante mal escrita a John Rawls, desde el punto de vista de la 
inmigración ilegal. Entonces, bueno, desde entonces –tenía veinte o 
veintiún años cuando escribí esa tesis–, el tema de la inmigración me 
apasionaba y me ocupaba. Y este libro, de algún modo, es un desarrollo 
natural de muchos procesos distintos que he ido trabajando y 
desarrollando a lo largo de mi vida.
 
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