José Steinsleger /I
En un clima  de
 creciente tensión social y gran incertidumbre política, Argentina 
recorre la tercera semana de manifestaciones multitudinarias contra la 
política económica y entreguista de Mauricio Macri.
Para hoy (miércoles 22) se prevé el arribo de la Marcha educativa 
federal a Plaza de Mayo, donde en simultáneo con el tercer paro docente 
por 48 horas tendrá lugar la conmemoración del 24 de marzo, Día Nacional
 de la Memoria, la Verdad y la Justicia y año 41 del golpe 
cívico-militar de 1976.
A mediados de enero pasado, Macri despachó un 
decreto nacional de urgencia(DNU) con el fin de mover el emblemático feriado del 24 de marzo y
hacer actos de recordación y homenaje que abarquen a todas las generaciones y a toda la sociedad argentina en su conjunto(sic). Pero frente al repudio nacional, el DNU quedó sin efecto.
Sin embargo, el intento de impulsar un concepto de 
reconciliación nacional(sic) que busca poner fin a la búsqueda de memoria, verdad y justicia frente a los crímenes del genocidio en 600 centros clandestinos de detención prosiguió con otras provocaciones de baja estofa.
En días pasados, a un mes del 40 aniversario de la primera ronda de 
las Madres de Plaza de Mayo, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, 
conducido por Horacio Rodríguez Larreta, colocó monolitos de 100 kilos 
alrededor de la histórica pirámide y sobre los pañuelos de las madres 
pintados en las baldosas de la plaza. A modo de 
museo de sitio, los monolitos exhibían imágenes describiendo la historia, de la Colonia a la actualidad, secuencia que cínicamente omitía a las madres, símbolo mundial de los derechos humanos.
El desprecio del macrismo por la memoria del pueblo argentino no es 
casual ni circunstancial. Según el investigador Pablo Llonto, “…la 
verdadera voluntad del gobierno apunta a cercenar derechos y, en materia
 de juicio y castigo a los responsables del terrorismo de Estado, su eje
 persigue la libertad de los genocidas y la impunidad para los 
responsables civiles del horror y la muerte”.
En el libro colectivo Macri lo hizo (Ed. Peña Lilio, Buenos 
Aires, 2016), Llonto estima que la política de Macri y Claudio Avruj 
(secretario de Derechos Humanos), “…responde sin dudas al oprobioso 
editorial del diario de los Mitre ( La Nación), que en su 
editorial del 23 de noviembre de 2015 recurrió a un título revelador: 
‘No más venganza’”. Texto que mereció el duro repudio de los propios 
trabajadores de un medio que nació para justificar el genocidio de 
Argentina y Brasil en la guerra del Paraguay (1864-70), y defender, 
desde entonces, las políticas oligárquicas y pro imperialistas.
Los registros de Llonto son demoledores. El programa Memoria en movimiento (dependiente de la Secretaría de Comunicación Pública) sufrió mermas y pasó a llamarse 
Unidad de ética y moral de las fuerzas(sic)… pero con funciones distintas a las que tenía. Y en la Secretaría de Derechos Humanos (que depende del Ministerio de Justicia) fueron despedidas 55 personas.
Asimismo, se desmontó el programa Verdad y Justicia, que elaboraba 
informes sobre la situación represiva de diversos destacamentos de las 
tres fuerzas armadas (utilizados como importante prueba para los 
jueces), e igual suerte corrieron las áreas de derechos humanos del 
Banco Central y de la Comisión Nacional de Valores donde se revisaban 
sistemáticamente, archivos, documentación y legajos para realizar 
aportes a los juicios. “Por lo que hoy – añade Llonto– no hay 
dependencia estatal en la que se estudien, investigue y redacten las 
conclusiones para los fiscales o magistrados.”
Llonto apunta que en la provincia de Buenos Aires, el nuevo 
secretario de Derechos Humanos, Santiago Cantón, eliminó la Dirección 
Provincial de Políticas Reparatorias, dependencia que desde 2012 buscaba
 la reparación integral de las víctimas, dejando sin efecto la 
posibilidad de profundizar sobre las complicidades civiles y 
empresariales, de los medios de comunicación, eclesiásticas y de la 
justicia.
Cantón removió la señalización de 40 centros clandestinos, que 
facilitaba el recorrido de localidades donde el mundialmente prestigiado
 Equipo Argentino de Antropología Forense obtuvo 2 mil 66 muestras de 
sangre de familiares de desaparecidos. Por su lado, el ministro de 
Justicia, Germán Garavano, ordenó que 11 mil notas del archivo digital 
Infojus dejaran de estar disponibles o 
accesibles(83 por ciento del contenido de la agencia y con ello buena parte de la historia de las sentencias de lesa humanidad y de los juicios orales).
Igualmente, Llonto informa que varios cargos oficiales fueron 
ocupados en la provincia por partidarios del terrorismo de Estado: Juan 
Ignacio Hartridge, (sobrino del dictador Videla), coordinador de prensa 
en el municipio de Morón; Santiago de Estrada (secretario de Seguridad 
Social en la dictadura) fue nombrado secretario de Culto en la 
cancillería, y Juan Manuel Lucioni (asistente a los actos de homenaje a 
militares organizados por la Unión de Promociones del Ejército), oficial
 d
e secretario de Seguridad en el municipio de Tres de Febrero.
 

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