Radio Sucumbíos, emisora comunitaria, popular y 
educativa cumple 25 años abordando en sus transmisiones diversas 
problemáticas sociales
Noticias Aliadas
En Nueva Loja, capital 
de la nororiental provincia de Sucumbíos, al lado de la entrada 
principal de Radio Sucumbíos, frente a un pequeño jardín, se encuentra 
un colorido gran mural con siete rostros, incluyendo cinco de las etnias
 nativas (kichwa, siekopai, cofán, shuar, siona), uno afro y otro que 
representa a los campesinos mestizos. El mural muestra el sentido de la 
filosofía y el objetivo de la emisora: “Trabajamos por la 
interculturalidad”.
 La radio vio la luz en 1992 por impulso de 
Mons. Gonzalo López Marañón, en ese entonces vicario apostólico de esa 
provincia. Era una época en que Sucumbíos tenía pocas vías de 
comunicación y sus habitantes —indígenas y gentes venidas de fuera— 
escasas posibilidades de contacto. 
 A través de los años mucho 
ha cambiado. La economía petrolera ha transformado —a menudo para peor— 
toda la región amazónica. Hoy existen en la provincia unas 30 emisoras, 
pero Radio Sucumbíos cubre un territorio más amplio que las 
competidoras. Es parte de las redes de ALER (Asociación Latinoamericana 
de Educación Radiofónica) y CORAPE (Coordinadora de Medios Comunitarios 
Populares y Educativos del Ecuador), en las que confluyen muchas 
emisoras que comparten tres características: son comunitarias, son 
populares, son educativas. Este año la radio del Vicariato cumple 25 
años de satisfacciones pero también de conflictos amargos. 
 
Marilú Capa Galarza, periodista, coordinadora de información y 
conductora del radioperiódico “El Comunicador” es la guía en la visita 
al local de la emisora. En el área de prensa están apuntadas en una gran
 pizarra las tareas de la semana; en una habitación contigua otra 
pizarra muestra la lista de entrevistas. En Radio Sucumbíos trabajan en 
total 14 personas, pero hasta hace pocos años eran 23. 
 “Somos tres periodistas más otros dos colaboradores en los cantones vecinos de Shushufindi y Orellana”, cuenta. 
 La radio de la gente
  En una pared cuelgan decenas de fotos y Capa, con paciencia, menciona las más significativas. 
 “Esta radio no nos pertenece a nosotros: es una radio de la gente. Lo 
demuestra el hecho de que en todos los conflictos que hemos tenido la 
ciudadanía nos ha defendido”, comenta, mientras se dirige a los grandes 
archivos donde se guardan, en perfecto orden, discos de vinilo, CD, 
cintas VHS, casetes, instrumentos técnicos ya obsoletos. 
 En un estudio de grabación está trabajando Pilar Guarnizo, conductora de “Rostros y Rastros”, un programa sabatino. 
 “Hablamos de personajes de la historia y de personas de hoy que han 
realizado una importante labor en el campo de los derechos humanos y la 
defensa del medio ambiente. En esencia, es una transmisión educativa”, 
explica Guarnizo. 
 En otro estudio se está transmitiendo “La 
Trocha”, un programa de entretenimiento que conduce Miguel Ángel Rosero,
 quien desborda energía y entusiasmo. 
 Al lado de la consola se 
destaca un cartel en kichwa: “Alli Shamushka Kai Anki Sucumbiosma” o 
“Bienvenido a Radio Sucumbíos”. La investigación de la interculturalidad
 es sin duda un punto meritorio de esta emisora de Nueva Loja. 
 
Germán Tapuy es un joven indígena que se ocupa del programa en kichwa 
llamado Jatarishunchik (Levantémonos) que se transmite de lunes a sábado
 de 4:00 am a 5:30 am. “Abordo las cuestiones más diversas”, explica. 
“Todo lo que interesa a las cinco nacionalidades indígenas que viven en 
esta provincia”. 
 El fin de semana hay también un programa 
destinado al pueblo afroecuatoriano titulado “Voces y Jolgorio”, 
conducido por Antonia Guerrero. “Aunque sólo hay unos pocos miles de 
afrodescendientes [en la provincia], decidimos que era importante darles
 espacio también a ellos”, explica Capa. 
 “Somos una radio 
inclusiva”, confirma Amado Chávez, director de programación, quien 
también menciona su programa, “Machetes y Garabatos” en el que “tratamos
 cuestiones muy prácticas: cultivos agrícolas, ganadería, piscicultura”.
 
 Lucha política y económica
  En octubre 
del 2010, cuando Mons. López se retiró tras haber alcanzado el límite de
 edad, el Vaticano lo reemplazó con el sacerdote argentino Rafael 
Ibarguren Schindler, miembro de la congregación ultraconservadora Los 
Heraldos del Evangelio, nombramiento que trajo caos y fuertes divisiones
 entre el clero y la población de esta provincia amazónica. Esto tuvo 
graves consecuencias también para Radio Sucumbíos. 
 La situación
 estalló con la toma de Radio Sucumbíos por la policía en mayo del 2011,
 que cobró de inmediato relevancia internacional. Después de varios 
sucesos y giros dramáticos, en noviembre del 2013 el papa Francisco puso
 fin al incidente con el nombramiento de un nuevo vicario apostólico, 
Mons. Celmo Lazzari. 
 Los difíciles sucesos vividos por la 
emisora entre finales del 2010 y principios del 2012 han permanecido 
impresos en la mente de Víctor Gómez Barragán, director de Radio 
Sucumbíos desde junio del 2015. 
 “Los Heraldos querían una radio
 que en lugar de seguir las marchas campesinas, las protestas civiles, 
las manifestaciones populares, las problemáticas de género, siguieran 
solamente las misas y transmitieran solamente oraciones. Es decir, no 
hablar de un Dios vivo que está en el campo, al lado de los pobres y los
 indígenas. Querían despedir a todo el personal y hacer la radio con 
sólo tres voluntarios”, cuenta. 
 La emisora ha resistido, pero 
el precio pagado ha sido muy alto. La lucha religiosa entre los 
Carmelitas Descalzos—reunidos en la llamada Iglesia de San Miguel de 
Sucumbíos (ISAMIS)— y Los Heraldos pronto se convirtió en lucha política
 y económica. Con facciones y divisiones, incluso entre familiares y 
amigos. 
 “Muchas de esas heridas todavía hoy no se curan”, 
admite Gómez, quien ahora sin embargo tiene otras preocupaciones. 
“Siempre hemos tenido que luchar con las dificultades económicas. Pero 
ahora la situación se ha agravado a causa de la crisis que, desde el 
2015, se ha abatido sobre el país. La primera consecuencia ha sido la 
reducción de la publicidad procedente de entidades gubernamentales y 
empresas privadas. Además, dado que estamos situados en una zona 
petrolera, debido a la caída de los precios del crudo, muchas empresas 
locales han cerrado, el comercio ha disminuido y con ello también las 
inversiones publicitarias”. 
 “Se ha hecho muy difícil sostener 
un proyecto de comunicación como el que ofrece Radio Sucumbíos”, dice. 
“Si no llega el apoyo de algunas entidades no gubernamentales, sólo 
podremos sobrevivir con la reducción de personal y de programas. No 
queremos que esto suceda, porque nos transformaremos en una de tantas 
radios que ofrecen sólo música y algún que otro programa, sin ningún 
interés por las problemáticas sociales y comunitarias”. 
 Y se 
socavaría el lema que ha guiado a Radio Sucumbíos en estos primeros 25 
años de vida: hacer periodismo con responsabilidad social. 
 “Si 
hay una fuga de petróleo, la denunciamos de inmediato. No nos 
comprometemos con el poder, sea político o económico. Un medio de 
comunicación no siempre puede ser neutral o imparcial. Cuando hay una 
violación de un derecho humano, cuando hay un desastre ambiental, 
debemos tomar partido. Y Radio Sucumbíos siempre se ha puesto del lado 
de la gente, de los campesinos, de los indígenas”.
Fuente original: http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=7393
  

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