La Jornada 
En 1979, Donald Trump 
contaba con un socio importante en el negocio inmobiliario: el polaco 
Abraham Hirschfeld, a quien le decían el Señor Garaje porque había adquirido todos los terrenos fiscales y baldíos de Nueva York para convertirlos en estacionamientos.
Ambos eran dueños del predio más caro de la ciudad, ubicado en 
Lincoln West (entre las calles 59 y 72), barrio del Alto Manhattan: 23 
hectáreas de un antiguo patio de maniobras de ferrocarriles, a orillas 
del Hudson (Penn Sation), donde Trump soñaba con erigir un edificio de 
150 pisos.
Sin embargo, las protestas de vecinos, urbanistas y ambientalistas, y
 los exigentes requisitos de la alcaldía para la rezonificación del 
lugar, obstaculizaban el faraónico proyecto de la Trump Organization, y 
los consiguientes créditos bancarios.
Simultáneamente, en otro lugar de la big apple, Franco Macri
 y su hijo Mauricio (entonces de 22 años) cerraban un negocio con Waste 
Management Inc para formar una recolectora de basura y desechos sólidos,
 y así 
modernizarManliba (Mantenga Limpia a Buenos Aires), empresa privatizada por la dictadura militar y entregada al Grupo Macri.
Los Macri fueron introducidos por Giorgio Nocella en el mundo de los 
negocios ítalo-neoyorquinos. Pionero de los paraísos del jet set europeo
 en el Mediterráneo, Nocella era amigo del capo de la FIAT Giovanni 
Agnelli, militante de la siniestra logia masónica P2. Franco y Giorgio 
cultivaron la amistad, compartiendo cumpleaños, negocios y sociedades offshore, como las que hace poco los Panama papers y Bahama leaks dejaron al descubierto.
En su turno, el hermano de Franco, Antonio, compró a socios de 
Nocella una mansión en Cerdeña, la que un día sí y otro también 
visitaban los muchachos de la Cosa Nostra, Sofía Loren, Silvio 
Berlusconi, políticos, cardenales y amigos de infancia del presidente 
Mauricio Macri, como el actual contratista todo terreno Nicolás Caputo, y
 José Torello, zar de los casinos argentinos.
Nocella abrió a Franco las puertas del alcalde demócrata de Nueva 
York, Edward Koch. Y Koch lo puso en contacto con Trump: “Acabo de 
conocer a un argentino con mucha lana y pretensiones, you know…” Franco (50 años) llamó al joven tigre de la melena dorada (34), quien le dijo al cordero: 
Tengo unos terrenitos que quizá puedan interesarle. Hasta hoy, Trump no puede creer que Macri le haya comprado (¡en cash!) su parte de Lincoln West (65 por ciento), y por el doble de su valor: 150 millones de dólares.
En un segundo viaje, para impresionar, Macri sumó a su equipo a José 
Martínez de Hoz, ex ministro de Economía del dictador Videla, bien 
conocido en Wall Street y Nelson Rockefeller. Y a Juan Carlos Basile, ex
 secretario de Vivienda de la ex presidenta Isabel Martínez de Perón, 
ligado a la P2 y los sindicatos de la construcción de las mafias 
neoyorquinas.
El equipo debía armar la ingeniería financiera para obtener un
 préstamo del Chase Manhattan Bank. Tarea que, insólitamente, quedó en 
manos de Carlos Varsasky, célebre matemático argentino. Finalmente, la 
alcaldía de Koch aprobó el proyecto. Sólo que para otorgar el crédito, 
el Chase exigía que se sumara un 
emprendedor reconocido. ¿Quién sería? Adivinó: ¡Trump!
Cinco años después, tras desembolsar decenas de millones en obras 
públicas y arduos trámites burocráticos (requisitos para autorizar la 
construcción en Lincoln West), y lidiar con el mafioso Club del Cemento
 (que arreglaba contratos y controlaba a los sindicatos de los 
trabajadores cementeros), Franco arrojó la toalla. Y dejó a Mauricio en 
su representación.
Desaparecido del escenario el cordero mayor, el tigre se lanzó sobre el cordero menor: 
Te compro los terrenitos que le vendí a tu papá, y dile que mucho le agradezco sus esfuerzos para legalizar todo. Trump volvió a quedarse con Lincoln West, y Mauricio, perdido entre discotecas y francachelas (su vocación verdadera), llamó a Buenos Aires:
¡Sorpresa, papá! ¡Donald nos compró Lincoln West en 100 millones!
A Franco le dio un infarto, pero sobrevivió (1985). Y el tigre se 
asoció con inversionistas de Taiwán y Pekín para levantar en el predio 
de marras un complejo inmobiliario que hoy vale 3 mil millones. Ahora 
bien: le paso el link donde Mauricio Macri cuenta su versión de las cosas.
Dicho sea de paso: 32 directivos de la Waste Management Inc 
terminaron presos por sus vínculos con la Cosa Nostra, la familia 
Genovese en especial. Y en Italia, Antonio Macri fue investigado por 
triangulación y compraventa de armamento para la guerra de Malvinas 
(1982) cuando formaba parte de una organización que juntaba fondos 
solidarios para la Argentina.
En tanto, a finales del decenio de 1990, Abraham Hirschfeld fue a 
prisión por haber contratado un sicario para asesinar a un socio. Y 
desde allí mandó matar también a la juez que seguía su causa. No problem:
 dos años en el bote y listo. Como fuere, honor a quien honor merece: 
Hirschfeld fue el primero en proponer a Donald Trump como candidato a la
 presidencia del gran país del norte.
(Fuentes: El pibe; negocios, intrigas y secretos de Mauricio Macri (Planeta, Buenos Aires, 2010), de Gabriela Cerruti; Trump: the Art of the Deal, de Donald Trump y Tony Schwartz (Warner Bros, Nueva York, 1989), y Trump Revealed, de Michael Kranish y Mark Fisher (Simon and Schuster, 2016.)

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