No queda remedio. 
Alguien de tino lo aseveró: “Hay que empezar de nuevo”. Cual noria que 
no admite cansancio. Porque ningún ser verdaderamente revolucionario 
aflojará la voluntad luego de las arremetidas de la derecha en países 
con ejecutivos posneoliberales establecidos, como Argentina, Brasil y 
otros de la aún irredenta América Latina.
Solo que quizás los más 
entre los progresistas nos equivocamos en el pronóstico. Según el 
reputado sociólogo portugués Boaventura de Sousa, entrevistado para el 
medio La Diaria –y reproducido en aporrea.org– por Diego León Pérez y 
Gabriel Delacoste, incluso el gran intelectual y vicepresidente de 
Bolivia, Álvaro García Linera, tras los resultados de las últimas 
elecciones allí, dijo muchas veces que si la reacción volviera “tendría 
que reconocer que el centro de la política está desplazado hacia la 
izquierda, porque las fuerzas de izquierda lograron muchos avances que 
no se pueden destruir….”.
Sin embargo, no es eso precisamente lo 
que ha ocurrido. ¿Ejemplos? A la mano. “Mira a [el presidente de 
Argentina, Mauricio] Macri. En tres semanas desapareció casi todo lo que
 se había hecho en 12 años. La derecha, cuando viene, viene revanchista.
 Viene con la decisión de eliminar todo lo que fue posible durante estos
 años, con la idea de que, por un lado, es insostenible y, por otro 
lado, las clases populares no lo merecen. […] Y la crisis va a ser la 
excusa”.
Para el socorrido De Sousa el error multiplicado en 
varias de estas naciones fue que aprovecharon una coyuntura 
completamente excepcional, “que es lo que llamamos el consenso de los commodities,
 es decir que, debido al impulso del desarrollo de China, los precios de
 las materias primas subieron y permitieron ganancias importantes a 
estos países. Los gobiernos populares decidieron entonces profundizar el
 modelo de desarrollo extractivista, con el objetivo de sacar algo de la
 renta resultante de esa alza de precios para hacer algo de 
redistribución social. O sea, no cambiaron el modelo económico: 
permitieron que los ricos y las oligarquías se siguieran enriqueciendo 
[…]”.
Acerbo, De Sousa sentencia que “el problema es que el consenso de los commodities
 duró hasta que los precios bajaron por la crisis de China, y desde 
entonces dejó de haber plata para poder garantizar las políticas 
públicas”. Así que, en el momento en que el dinero escaseó, “solo había 
una solución real, una política fiscal distinta: que los ricos pagaran 
más impuestos, algo prohibido porque no se cambió el sistema político”. 
En
 el caso de Venezuela, apunta en diálogo con Marcelo Colussi el 
politólogo Ramón Martínez (digital Rebelión), es cierto que hay una 
situación económica difícil, muy complicada para la población. La baja 
de los precios del petróleo a nivel internacional representó un golpe 
duro para la economía nacional. Lamentablemente sigue siendo un país 
rentista, sin producción propia, y depende de las importaciones en grado
 sumo, incluidos los alimentos. El precio del barril de crudo cayó a 20 
dólares a causa de la manipulación de las bolsas de valores que intentan
 bombardear a la patria de Bolívar (así como a Rusia y a Irán, grandes 
productores), cuando había llegado a cerca de 200 dólares en otro 
instante, y eso desarticuló todo en buena medida.
Pero una cosa 
supone la realidad, y otra, la distorsionada visión que de ella 
presentan los grandes emporios de la comunicación, los cuales pregonan 
hasta el paroxismo que nada funciona, y se vive bajo una dictadura. “[…]
 eso es parte de una guerra que se lleva en contra del proceso 
bolivariano, que ya lleva 17 años intentando construir una nueva 
sociedad. No se puede dejar de tener en cuenta que esos cambios se 
vienen realizando dentro del marco de un sistema democrático, donde la 
gran mayoría de la población eligió ese camino a través del voto. Es 
decir: la población quiere esto, por eso lo eligió democráticamente. El 
proceso bolivariano se sostiene genuinamente del voto popular […]. Con 
la llegada del comandante Chávez comenzó un proceso de rescate de la 
soberanía nacional para beneficio del pueblo [...]. Por eso su Gobierno 
recibió todo tipo de ataques: intento de golpe de Estado, sabotaje 
petrolero, continuo acoso por todos los medios”. 
La derecha 
internacional esperaba que con la muerte de Hugo Chávez y el ascenso de 
Nicolás Maduro a la presidencia se derrumbara lo construido y se diera 
marcha atrás a los avances de la revolución. Pero Maduro ganó. El 
proceso continuó adelante, aunque con grandes dificultades, por el acoso
 continuo al que se ve sometido, por las presiones y los ataques 
repetidos en diversos ámbitos.
Mea culpa. Mas, si largas, 
pertinentes las citas. Porque resumen magistralmente la avalancha de 
diatribas y añagazas que se ciernen sobre este pedazo de América 
nuestra. En sí, asistimos también a un desabastecimiento programado. 
Conforme a Colussi, entre numerosos y creíbles testimoniantes, hoy 
existe un trasiego paralelo, donde determinados grupos manejan los 
artículos de primera necesidad. Los “bachaqueros”, como se les llama, 
son los que controlan eso: la harina, el pan, el arroz, la pasta. “Ellos
 son los que crean el desabastecimiento y elevan los precios por las 
nubes”. 
Y resulta la mar de lógico, conforme a nuestra fuente. 
Porque “a la derecha lo que menos le importa es la gente, el ciudadano 
común de carne y hueso, el pobrerío. Lo único que quiere es sacarse de 
encima al Gobierno bolivariano; por eso implementa toda esta política de
 agresión contra la revolución, el desabastecimiento, la polarización, 
la denuncia de desgobierno, y caos con que inundan el espacio mediático 
casi completo. 
“En definitiva, si alguien sufre con todo eso, es
 la misma población a la que la derecha dice defender y por quien 
supuestamente está preocupada. Lo que la derecha impulsa es la salida 
del presidente Maduro a través de un referéndum; para eso le sirve este 
caos económico que está produciendo. 
“El desabastecimiento y la 
inflación traen malestar, sin duda. Y efectivamente ha habido protestas 
de la gente, porque el desabastecimiento y las largas colas molestan, 
eso es claro. Pero lo que circula por los medios masivos de comunicación
 es falso: es una exageración, una manipulación interesada. Mucho de ese
 malestar se debe a provocadores que incitan a la popoblación, cuando 
llegan a las colas y gritan contra el Gobierno, protestan contra el 
hambre como supuesto producto de la ineficiencia de Maduro y de esta 
‘dictadura castro-comunista que nos tiene sojuzgados’. Por supuesto que 
todos esos manejos intentan llevar a la desesperación; y en cierta forma
 lo logran. Luego llega la prensa y habla del caos. Ha habido muertos, 
es cierto, pero eso es producto de esos enfrentamientos un poco 
artificiales que los provocadores incentivan. No es cierto que haya una 
abierta represión contra la población. Estamos absolutamente lejos de un
 Estado represor que dispara contra su población”.
Nos hallamos, 
más bien, en un territorio en el cual deviene harto difícil la lucha, 
por razones expuestas in extenso por Guillermo Cieza, en lahaine.org, y 
que intentamos sintetizar: 
1) La matriz petrolera exportadora no
 es un invento del chavismo, sino que cuenta un siglo, y representa una 
estructura económica distorsionada, con profundas consecuencias 
políticas y culturales… 
2) El proceso bolivariano se impulsó 
en un país considerado en la década de los setenta el más atrasado en 
conciencia y organización revolucionarias de Sudamérica… 
3) 
El experimento de transformación social venezolano se ha desarrollado en
 (relativa) soledad. El gran arco de alianzas que construyó Chávez a 
partir de la Unasur y la Celac, las relaciones con Rusia, China e Irán, 
obedecen a cuestiones geopolíticas, económicas o comerciales… 
Y prosigue: 
5)
 “En Venezuela no faltaron esfuerzos para cambiar la matriz productiva, 
para ‘sembrar el petróleo’. Seguro hubo errores, pero tampoco es posible
 en 16 años cambiar esa matriz, apelando a la promoción y a la 
sugerencia y estando sometidos a elecciones periódicas”. 
6) 
“El precio del barril de petróleo osciló alrededor de los 100 dólares 
durante los años 2011, 2012 y 2013; los mismos bajaron en 2014, 2015 y 
en el primer trimestre de 2016 no superaron los 30 dólares….” 
7)
 “Como consecuencia del cambio climático Venezuela ha soportado una 
feroz sequía desde hace tres años […], que no afecta solamente a la 
producción agropecuaria. En Venezuela el 73 por ciento de la energía 
eléctrica que se consume se genera en represas que abastecen a usinas 
hidroeléctricas...” 
8) “La imposibilidad de hacer un 
referendo revocatorio durante 2016 es responsabilidad de la derecha 
local, que perdió tiempo apelando a otros métodos para desalojar al 
presidente Nicolás Maduro del Gobierno. Se acordaron tarde, y ahora los 
plazos están vencidos para un proceso formal con las instancias 
previstas de apelaciones”.
Por ello, y más, el Estado en cuestión
 no puede parangonarse en igualdad de condiciones con otros 
posneoliberales del continente. A todas luces, aquí alienta una 
revolución más genuina. Solo que los dirigentes habrán de saber –a no 
dudarlo, eso sucede– que la toma del poder no significa automáticamente 
vencer a una derecha cuyas artimañas para desplegar terror están siendo 
apreciadas en su cabal magnitud en los primeros momentos de la vuelta al
 poder. El pueblo deberá conjurar el peligro.
 

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