
Gerardo Szalkowicz
Adital
La
capital paraguaya se convertirá en el teatro de operaciones donde Mauricio
Macri descargue su primera artillería en la arena internacional. Será el 21 de
diciembre, en la XLIX Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, cuando –si cumple
su palabra- proponga a sus pares que se ejerza la cláusula democrática para
suspender a Venezuela del bloque.


Será un debut con los tapones de punta, que lo consagrará como el nuevo paladín de las causas imperiales y que marcará la apertura de un cambio importante en la correlación de fuerzas en el mapa geopolítico regional. Una pieza clave en el ajedrez latinoamericano como la Argentina empezará a jugar para el equipo de la "restauración conservadora”, en un escenario que sufrirá la primera baja presidencial del campo progresista producida por vía electoral desde el cambio de época que germinó a principios de siglo en América Latina.
El Protocolo de
Ushuaia sobre Compromiso Democrático en el Mercosur, suscrito en 1998,
establece la posibilidad de suspender a un país del organismo cuando exista
"una ruptura del orden constitucional” o cuando no se verifique "la plena
vigencia del orden democrático”. La cláusula le fue aplicada a Paraguay tras el
golpe parlamentario a Fernando Lugo en junio de 2012, medida que rigió hasta
julio de 2013.
La propuesta de Macri para el caso venezolano suena
descabellada. Nicolás Maduro fue electo en 2013 con el 50,61% de los votos, en
un país récord en procesos electorales (19 en los 16 años de revolución
bolivariana). El propio Alto Representante General del Mercosur, el brasileño
Florisvaldo Fier, afirmó recientemente: "Creo
que Macri tiene que informarse un poco mejor porque la cláusula democrática se
aplica cuando hay un golpe de Estado”. Por si acaso, Venezuela además acaba
de ser reelegida como miembro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas.
El argumento sobre la situación del líder opositor
Leopoldo López –cuya esposa Lilian Tintori fue la invitada estrella en el
bunker macrista el día del balotaje- también adolece de coherencia. López fue
condenado a 13 años de prisión "por delitos que van desde la instigación a
delinquir, intimidación pública y daños a la propiedad pública, hasta homicidio
intencional calificado ejecutado por motivos fútiles e innobles”. Por instigar
a las acciones violentas de los primeros meses de 2014 en las que fueron
asesinadas 43 personas. Es decir, por golpista.
Pero además de carecer de un libreto sólido, Macri
tendrá otro problema: en el Mercosur las decisiones se toman por consenso. Si
bien podría caber una mínima chance de que le haga la segunda su amigo Horacio
Cartes (el empresario y neoliberal presidente paraguayo), parece una quimera
pensar que Tabaré Vázquez y Dilma Rousseff acompañen su iniciativa
antibolivariana.
¿Qué motiva entonces al presidente electo argentino a
emprender esta cruzada tan tosca y con indudable destino de fracaso? Más que la
eficacia de la acción, Macri busca enviar una clara señal al Norte, al capital
financiero, a los organismos de crédito internacional, al establishment global.
Con esa carta de presentación, el Berlusconi argentino
intentará mendigarles algún favorcito a cambio de dejarles en claro que se pone
a su servicio. Y que no tendrá ningún tapujo
en ocupar el lugar vacante que dejó Álvaro Uribe y calzarse el traje de
principal peón de Estados Unidos en la región para hacerle el trabajo sucioen lo que hace tiempo es su principal objetivo: derrumbar la revolución
bolivariana.
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