Hugo Chávez siempre consideró a la Revolución Bolivariana como un proceso continuo, en dos sentidos: 
 1) la revolución contemporánea era una continuación de la lucha 
histórica por la liberación nacional liderada por Simón Bolívar a 
principios del siglo XIX; 
 2) la revolución política nacional 
iniciada con su elección en 1998 debía, por necesidad, avanzar hacia una
 transformación socialista. 
 Chávez comprendía que el poder 
político involucraba algo más que ganar elecciones y entrar al palacio 
presidencial; el objetivo político estratégico era la transformación del
 estado neocolonial para avanzar en la revolución de liberación 
nacional, que en Venezuela significaba crear una nación independiente. 
En un Estado petrolero, liberación nacional significaba tomar el 
control total de la industria petrolera y redistribuir los ingresos 
entre la mayoría de los trabajadores. Para Chávez la revolución 
nacionalista era un paso necesario para avanzar hacia la revolución 
socialista. Para Chávez, la nacionalización de las industrias 
estratégicas era un paso hacia la socialización de la economía -la 
descentralización del control que pasó a manos de los consejos 
comunales. Para Chávez, o la revolución avanzaba de lo político y 
económico hacia una transformación social, cultural y ética o la 
revolución se estancaría, se revertiría y sería derrotada. 
 Ante
 cada crisis de peso -el golpe de Estado de 2002, el paro patronal de 
2003, el referéndum de 2004, la década de amenazas militares y sabotajes
 desde Washington y Bogotá- Chávez respondió con la radicalización de la
 revolución, movilizando las masas e internacionalizando la revolución. 
 Ante cada punto de la confrontación de clases, Chávez jamás retrocedió;
 en lugar de transigir con la burguesía, intensificó los esfuerzos para 
elevar el nivel de conciencia nacional y socialista de las masas. 
 Chávez libró la lucha en dos frentes: 
 1) contra el enemigo externo -el imperialismo estadounidense, el Estado
 terrorista colombiano y la clase capitalista venezolana; 
 2) 
contra el enemigo interno, aquellos líderes y funcionarios del Estado 
bolivariano y del PSUV que formaban parte del legado rentista y estaban 
involucrados en la corrupción, que abusaban del poder y no respondían a 
las demandas populares. Chávez declaró la guerra contra la burocracia y 
contra la conciliación con la burguesía. 
 Chávez pensaba que la 
capacidad de resistencia frente a los "enemigos externos" dependía de 
los movimientos de masa organizados y concientes. Chávez detestaba a los
 líderes burocráticos, incompetentes y corruptos que querían impedir el 
avance de la revolución. Esos funcionarios intentan paralizar el avance 
del poder popular, marginalizar los consejos comunales, concentrar el 
poder en manos de la élite burocrática para negociar un acuerdo con el 
imperialismo y la burguesía nacional que deje intactos las instituciones
 básicas y los privilegios de la sociedad capitalista. 
 El legado político esencial de Chávez es la noción de que la relación dialéctica entre enemigos externos e internos de la revolución continua
 exige la profundización del nivel de conciencia espiritual, cultural y 
político a través de la radicalización de la lucha de clases y de la 
acción audaz de las masas. 
 Enfrentado al sabotaje capitalista 
de la economía, Chávez declaró la necesidad de nacionalizar todas las 
industrias principales. Enfrentado a las maniobras financieras 
fraudulentas del sector privado y de funcionarios públicos, Chávez 
exigió la socialización del sistema bancario. 
 Enfrentado al 
bloqueo imperial, Chávez buscó nuevos aliados internacionales: 
profundizó los lazos con nacionalistas de América Latina, el mundo 
islámico, Rusia y China. 
 Hoy, Venezuela enfrenta su mayor 
crisis desde la elección de Chávez. El presidente Maduro tiene dos 
opciones: seguir el camino trazado por Chávez, el camino de la 
revolución continua; o elegir el camino de la reconciliación, la 
capitulación y la derrota. 
 Chávez identificó los cinco 
objetivos históricos interrelacionados del pueblo venezolano en el 
camino hacia la revolución. Estableció el marco nacional, colocó al 
socialismo en la agenda inmediata, promovió la unidad de América del 
Sur, participó en la creación de un mundo multipolar y llevó a primer 
plano el tema del cambio climático. 
 Los avances del presidente 
Chávez están en peligro mortal hoy frente a los ataques de los enemigos 
internos y externos. Durante los próximos meses, la continuación y 
concreción de los objetivos históricos de Chávez está en manos de los 
sectores de avanzada de las masas revolucionarias.
 

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