Dicen que esto no habría pasado si Estados Unidos no quisiera el terreno
libre para que su Plan Alianza para la Prosperidad se desarrolle sin
mayores obstáculos. Como sea y por las razones que sean, a todos nos
conviene salir de esta clase política corrupta, de sus socios y
financistas. A todos nos conviene dejar de sentir el peso de la
impunidad. A todos nos conviene salir de la empresarialización de la
política y de esta partidocracia que nos tiene de rodillas. No es que
Cicig haya dicho nada nuevo, es que nombró en público lo que se decía al
oído y al nombrarlo, lo hizo existir.
La Cicig, como actor calificado e imparcial, lanzó la bomba que nadie
había podido lanzar antes en este país, por miedo o porque el régimen
estaba blindado. Dijo recio que los políticos son financiados por el
capital emergente y tradicional, y también hizo importantes
señalamientos a los medios de comunicación. En concreto, se trajo abajo
el castillo de arena sobre el cual se ha construido una democracia de
mentiras, con instituciones de mentiras. Cicig dio el banderazo de
salida el 16 de abril del 2015, y desde entonces la ciudadanía también
ha puesto de su parte, porque esta lucha es nuestra. Seguro nos tendrá
que acompañar por un buen tiempo porque el pudridero es enorme, pero la
responsabilidad final es de la ciudadanía guatemalteca.
El #Renunciaya llegó de la ciudadanía y creció a cuatro erres más:
revela ya, reforma ya, rescata ya, (r)evolución ya. Ha habido
participación ciudadana en las propuestas de reforma a la Ley Electoral y
de Partidos Políticos, se han consolidado formas de participación
ciudadana como los comités cívicos, se ha conformado un movimiento
estudiantil inédito en el país, entre mucho más que hemos ganado con
solo relacionarnos más los unos con los otros. Este sábado llegaremos a
la décimo cuarta semana de manifestaciones que no se han quedado solo en
el plano del grito y la denuncia. Como dije antes, hemos ganado
juventud, ciudadanía y calle.
Ahora toca insistir que en estas condiciones no queremos elecciones.
Queremos la renuncia de Otto Pérez Molina, que haya un gobierno de
transición que rinda mejores cuentas que este al próximo gobierno que
debería tomar posesión el 14 de enero del 2016. Subiría el actual
vicepresidente y el Congreso debería de nombrar una persona para ese
cargo, pero la sociedad civil no dejaría de poner el ojo en esta movida.
Esto también pediría un nuevo gabinete de transición y la negociación
de un presupuesto 2016 en mejores condiciones. Seguiríamos apoyando al
MP y a la Cicig como hasta ahora, en un marco de mayor independencia
judicial. En fin, como dijo un amigo, tendríamos que darle al
comisionado Velásquez la Orden del Pueblo Soberano, no la del Quetzal. cescobarsarti@gmail.com
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