En el aniversario de su muerte
Barómetro Internacional
Decía Martí en su carta:
(…) “Ya puedo escribir; ya estoy todos 
los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber, de 
impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se extiendan por las 
Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras
 tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. Viví en
 el monstruo, y le conozco las entrañas. Y mi honda es la de David”.
En la mañana del domingo 19 de mayo de 
1895, daría Martí su único discurso ante las tropas rebeldes, discurso 
en el que culminaría diciendo: “¡Por Cuba yo me dejo hasta clavar en la 
cruz!”.
En la tarde de ese día Martí, a cuyo 
lado cabalgaba un ayudante del cual nunca supo su nombre, caía revólver 
en mano bajo una cerrada descarga de fusilería. Su ayudante se llamaba 
Ángel de la Guardia. Nada pudo hacer por él.
En 1891 Martí participaría, como Cónsul 
de las repúblicas de Uruguay, Paraguay y Argentina, en la Conferencia 
Monetaria Internacional organizada por el gobierno de los Estados 
Unidos, que intentaba imponer un segundo patrón monetario, el patrón 
plata, metal sobre el cual tenían un gran dominio.
José Martí supo ver los perjuicios que 
provocaría el proyecto yanqui a las repúblicas latinoamericanas, y se 
opuso a ello vehementemente, logrando echar por tierra las pretensiones 
norteamericanas. Decía Martí en su informe sobre la “Conferencia 
Monetaria de las Repúblicas de América”, acerca de los Estados Unidos:
“Creen en el derecho bárbaro como único 
derecho. Creen en la superioridad incontrastable de la raza anglosajona 
contra la raza latina. Creen en la bajeza de la raza negra, que 
esclavizaron ayer y vejan hoy. Creen que los pueblos de Hispanoamérica 
están formados, principalmente de indios y negros.
Mientras no sepan más de Hispanoamérica 
los Estados Unidos y la respeten más. ¿Pueden los Estados Unidos 
convidar a Hispanoamérica a una unión sincera y útil para 
Hispanoamérica? ¿Conviene a Hispanoamérica la unión política y económica
 con los Estados Unidos?
Quien dice unión económica dice unión 
política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve. Hay 
que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad.”
En enero de ese mismo año 1891, José 
Martí publicaría en México su famoso ensayo “Nuestra América”, que en 
sus primeros párrafos dice:
“Cree el aldeano vanidoso que el mundo 
entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique 
al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros,
 ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que 
llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de
 la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormido 
engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. 
Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con
 las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las 
armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más 
que trincheras de piedra.
No hay proa que taje una nube de ideas. 
Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la 
bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los 
pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como 
quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos
 celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que 
le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una 
las dos manos. Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron,
 con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra del 
hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no 
quieren que les llame el pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al 
hermano. Las deudas del honor no las cobra el honrado en dinero, a tanto
 por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el 
aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la 
acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; 
¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las
 siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de
 andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”
Muchos años después, en el 2010, aquella
 idea de Martí comenzaba a hacerse realidad. A propuesta del comandante 
Hugo Chávez Frías, presidente entonces de la República Bolivariana de 
Venezuela, se fundaba, libre de la tutela yanqui, por el bien de las 
naciones hispanoamericanas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y 
Caribeños, la CELAC.
 
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