 “Perfiles con muchos ‘huevos‘”  se titula la investigación periodística publicada este domingo por  Joseba Eloba, en el diario El País, de España, que reconoce que “crecen  las ofertas de compra de seguidores para redes sociales. Profesionales y  empresas recurren a este fraude para aparentar popularidad en la Red”.  Llama la atención este análisis, teniendo en cuenta que suelen ser  habituales en estas páginas los textos vitriólicos de Yoani Sánchez, quien tiene casi  un 50 por ciento de sus seguidores en Twitter con comportamientos  irregulares y bajo sospecha de haber sido creados por sistemas  automatizados. Denuncia, por cierto, que ni ella ni el diario que le paga sus colaboraciones han desmentido.
“Perfiles con muchos ‘huevos‘”  se titula la investigación periodística publicada este domingo por  Joseba Eloba, en el diario El País, de España, que reconoce que “crecen  las ofertas de compra de seguidores para redes sociales. Profesionales y  empresas recurren a este fraude para aparentar popularidad en la Red”.  Llama la atención este análisis, teniendo en cuenta que suelen ser  habituales en estas páginas los textos vitriólicos de Yoani Sánchez, quien tiene casi  un 50 por ciento de sus seguidores en Twitter con comportamientos  irregulares y bajo sospecha de haber sido creados por sistemas  automatizados. Denuncia, por cierto, que ni ella ni el diario que le paga sus colaboraciones han desmentido.
Por Joseba Eloba
Diario El País
Diario El País
Aparentar popularidad. Básicamente, de eso se trata. Lo hacen las marcas y lo hacen los profesionales. Quieren  parecer más populares de lo que son, incrementar su número de  seguidores en Twitter, convertir a sus fans de Facebook en legión. En  la Red, encontrar atajos para esta misión no resulta complicado. Ni  caro: por 29 dólares (22 euros), cualquiera puede comprar 1.000  seguidores en un abrir y cerrar de ojos.
“Comprar seguidores de Twitter ayuda a que miles de seguidores estén  informados acerca de tu producto o servicio en tiempo real”, reza el  texto promocional de una de las múltiples empresas que ofrecen  seguidores en Internet. “Teniendo seguidores relacionados con el giro de  tu negocio, lo único que tienes que hacer es mostrarles una oferta que  no puedan rechazar. Al hacer más famosa a tu marca en las redes  sociales, LA GENTE CONFIARÁ EN TI. ¡Compra seguidores de Twitter YA!  (sic)”.
El reclamo de esta empresa radicada en México y con una base en Barcelona no puede resultar más explícito y entusiasta.
La compra de seguidores es un fenómeno subterráneo del que se habla poco, pero que va a más. Como dice un profesional del sector del marketing en redes sociales, nadie habla a las claras de ello porque “todo el mundo tiene mierda debajo de la alfombra”; o muchos huevos  en el perfil, que se dice en el sector: el comprador de seguidores en  Twitter puede encontrarse de la noche a la mañana con un montón de  seguidores sin foto; cuando un usuario no pone su fotografía en esta red  social, aparece un huevo con fondo de color; por eso se habla de  perfiles llenos de huevos.
Las marcas llevan tiempo obsesionadas con su presencia en las redes sociales. Suelen recurrir a empresas de mercadotecnia externas para que les gestionen su presencia en la Red. La petición suele ser casi siempre la misma: necesitamos tener más seguidores, más visitas, más fans. “La naturaleza del crecimiento de seguidores en las redes es lenta”,  señala Marcos Morales, creativo y productor del sector del marketing  digital. Pero las empresas quieren resultados rápidos. Y hay algunas  agencias poco amantes de las buenas prácticas que, para cumplir con un  cliente, pueden caer en la tentación de tomar algún tipo de atajo.
Fue a finales de 2010 cuando una marca de bebidas, insatisfecha con  su cuenta de Facebook, consiguió multiplicar por 10 su popularidad en  menos de un mes: el número de fans que decían que les gustaba la marca  en esta red empezó a experimentar crecimientos espectaculares: 8.000  personas en un día, 10.000 más al siguiente, 22.000 más un día más  tarde, 40.000 más al cuarto. En cuatro días multiplicó por cuatro sus  datos de popularidad. En un mes, por 10. Tres expertos  consultados por este periódico, que prefirieron mantener oculta su  identidad, coinciden en diagnosticar que esos resultados son tan  anómalos que solo se podrían explicar gracias a alguna artimaña en la  compra de fans.
Esta práctica fraudulenta no es patrimonio de las marcas. “También  recurren a esto los profesionales: abogados, médicos”, señala Marcos  Blanco, director de la agencia de marketing digital Gestazion. “No hay  más que ver las ofertas que hacen esas páginas, por valor de 50 dólares,  orientadas a pequeños negocios: la mitad de lo que les entra son  profesionales”, estima Blanco.
Hace apenas doce días, una persona que dirige una firma de marketing y  publicidad experimentó crecimientos espectaculares en el número de  seguidores de su cuenta de Twitter. Ganó más de 10.000 seguidores en un  día; 13.000 más al día siguiente. En tan solo 48 horas registraba un  incremento de seguidores de unos 49.000 a unos 72.000. En el perfil de  esta persona que tuitea en español brotaron de pronto una legión de  seguidores canadienses, francófonos y angloparlantes. Buena parte del  escuadrón de canadienses no tenía ni un solo tuit en su cuenta. Y muchos  tenían los mismos seguidores (pocos; en muchos casos, ocho, casi  siempre los mismos) y seguían a las mismas personas (en múltiples casos,  237). Los tres expertos consultados por este periódico señalan que el  comportamiento de esta cuenta obedece al patrón del clásico caso de  compra de seguidores.
Este modo de fraude empezó hace unos cuatro años, señala Antonio  Delgado, periodista, tuitero de pro y estudioso de las redes sociales.  Por aquel entonces, los seguidores que el comprador incorporaba a su  cuenta eran, en su mayoría, legiones de huevos. Es decir,  seguidores sin foto, ilustrados por un huevo, y con un nombre fruto de  una combinación aleatoria de letras, explica Delgado. La oferta se ha  ido refinando con el paso del tiempo. Ahora las empresas ofrecen  seguidores con foto, con biografías -el pequeño espacio en el que el  tuitero se presenta- más trabajadas. Incluso se ofrecen seguidores de  zonas geográficas concretas o que hablan un idioma en particular.
“Cada vez recibimos más propuestas de compra de fans”, afirma Ramón  Azofra, director general de I’move, agencia digital fundada en 2008. “Es  un fenómeno que cada vez está más organizado y estructurado. Esta  práctica es un fraude, constituye un desastre para las marcas: cuando  tratas con piratas, el resultado nunca es bueno”.
Las empresas que ofrecen seguidores se dirigen en muchas ocasiones a  las agencias de marketing digital, que son las que tienen que presentar  resultados ante las marcas que las contratan. “Cuando existe una  obsesión por la acumulación de audiencia y popularidad”, argumenta  Azofra, “la gente puede perder el foco de la recomendación y olvida que  lo importante es la influencia y la reputación”. Como señalan todos los  directores de agencias digitales consultados, lo importante no es el  número de seguidores, sino la calidad de estos, su nivel de compromiso  con la marca, de participación en las acciones y en la conversación. ¿De  qué sirve tener miles de perfiles falsos a los que no se puede  recomendar nada, que no responden a ninguna acción? A pesar de todo, la  presión de las marcas sobre las agencias, en ocasiones, es tan fuerte  que algunos optan por la vía fácil. “Las agencias serias no lo hacen,  pero hay otras en las que alguien, por justificar su puesto o conservar  su trabajo, cae”, dice Azofra. La práctica aún se mantiene vigente,  sostiene. “Observo marcas que generan crecimientos de 2.000 fans al día,  esto se sigue produciendo”.
Las empresas que ofrecen fans y seguidores suelen usar robots, programas informáticos que generan perfiles falsos.  “Hay plataformas en países como Filipinas que funcionan como si fueran  un call center”, explica Juan Luis Polo, coautor del libro #socialholic, en el que se analiza el marketing en redes sociales.
Las metodologías son variadas. En la mayor parte de los casos  se utilizan robots. Las empresas montan las llamadas granjas de  perfiles falsos, granjas de huevos. Esos perfiles pasan a ser manejados  por unos robots que les asignan funciones.
Polo, que dirige la agencia Territorio Creativo, cuenta que se ha  encontrado con profesionales del sector que le contaron cómo funcionan  las agencias tramposas. “Una persona me contó cómo en una de las  agencias en la que trabajó le encomendaron la labor de construir  perfiles falsos durante 15 días seguidos”. Algunas encomiendan a los  becarios que mantengan decenas de perfiles falsos para que estén vivos y  actúen en las redes. Polo relata que uno de sus alumnos de marketing se  dedicaba a crear su propia granja de perfiles falsos para hacerlos  crecer poco a poco. Ramón Azofra, de I’move, confirma estas impresiones:  “Hay gente que construye granjas de fans y las vende”.
Un profesional del sector que prefiere no identificarse cuenta que  hace dos años hizo el experimento de darse de alta y solicitar una  compra de seguidores para saber cómo funcionaban las empresas que  ofrecen fans. Creó un perfil de Twitter falso y contrató con una empresa  australiana la compra de 1.000 seguidores por 50 dólares (38 euros).
La mecánica, en casos como este, es la siguiente, explica el  directivo: el comprador facilita el usuario y contraseña de su cuenta de  Twitter; la empresa asigna a la cuenta un robot -programa informático-  cuya tarea es ponerse a seguir a 1.000 personas cuya biografía -las  líneas en las que cada usuario se presenta- contengan una palabra  determinada; de esos 1.000 seguimientos lanzados a personas reales, un  porcentaje contesta convirtiéndose en seguidor: es lo que se llama  follow back, es decir, tú me sigues, yo te sigo, normas de cortesía de la Red. El  robot, al cabo de un tiempo, da de baja a todas aquellas cuentas que no  han devuelto el seguimiento, y lanza una nueva operación sobre otras  1.000 cuentas. Este profesional comprobó que el sistema funciona:  consiguió 1.000 seguidores en 10 días. Fue hace dos años.
Ahora los hay que ofrecen seguidores al instante. Y cada vez más  baratos: una página que se presenta como mercadillo de servicios  contiene ofertas como las siguientes: por 10 euros, 1.000 usuarios  nuevos de Facebook; por 100 euros, 10.000 fans de Facebook “100% reales y  que hablan en español”; en un plazo de entre 5 y 12 días.
También se pueden comprar tuits que realizan usuarios que cuentan con  millones de seguidores. Esas cuentas generan un alto porcentaje de  retuits -reenvío de mensajes-, lo que permite construir un trending  topic -tema más popular del momento- con relativa facilidad, explica  Antonio Delgado: “Los trending topics están sobrevalorados: no significan, ni mucho menos, que toda la Red esté hablando en ese momento de algo”.  Hay franjas horarias en las que conseguir un trending topic cuesta  mucho menos que en otras: por ejemplo, cuando los norteamericanos  duermen.
Las compras de seguidores o fans se suelen hacer por paquetes. Pero  hay empresas que ya, a las claras, ofrecen 10 céntimos a quien se haga  fan de una determinada marca. Algunas agencias digitales recurren a  estas artimañas sin saberlo la marca que las contrata. Este periódico se  puso el jueves pasado en contacto con la empresa Iberocruceros  al encontrar en la Red una página que ofrecía 10 céntimos de euro a  quien se hiciera fan. “Iberocruceros dice que desconocían completamente  la existencia del anuncio, que no lo han promovido ellos y que en breve  desaparecerá”, comunicó una portavoz de prensa de la firma.
En las cloacas del marketing digital también se lleva el  astroturfing, que consiste en contaminar la imagen de otra marca  promoviendo comentarios desfavorables. Se suele hacer desde granjas de  perfiles falsos. Un profesional del sector cuenta que en España existe  un caso reciente en el que una agencia que representaba a una marca de  bebidas descubrió cómo otra estaba lanzando ataques de comentarios  negativos contra una competidora desde perfiles falsos.
Este periódico se puso en contacto con Facebook y Twitter  para recabar su opinión sobre estos fenómenos y conocer las políticas  que llevan a cabo si descubren prácticas fraudulentas o crecimientos  inusuales en alguna cuenta. No hubo respuesta.
“España no es el país en el que más se dan estas prácticas”, apunta  Fermín Álvarez, director de la agencia Social Noise. “Hay países como  Turquía, Italia, Reino Unido o India donde son aún más comunes”.
La preocupación en el sector del marketing digital ha conducido a la  creación esta misma semana de una plataforma, Adsocial, que pretende,  entre otras cosas, implantar un código deontológico que evite fenómenos  como la compra de seguidores. IAB, asociación que representa al sector  de la publicidad en medios digitales, también trabaja en estos días en  un código de buenas prácticas.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario