
Ángel Guerra Cabrera
Pero yendo a una perspectiva más universal, en un mundo abrumado por  la intolerancia, el intento de imponer a toda costa un chato, banal y  dogmático pensamiento único y las crecientes y mortíferas guerras  imperiales de conquista, la visita del sucesor de Pedro a la mayor de  las Antillas muestra no sólo la posibilidad sino la necesidad imperiosa  del diálogo, la relación abierta y constructiva y la cooperación entre  quienes mantienen diferencias filosóficas pero también importantes  coincidencias en puntos que tienen que ver con la conquista del  bienestar de sus semejantes y de un destino mejor para la humanidad. Al  anunciar que se reuniría con el papa alemán, Fidel Castro explicó que  fue a raíz de las experiencias de los primeros 15 años de revolución, en  el duro enfrentamiento a las agresiones de Estados Unidos contra Cuba, cuando  llegué a la convicción de que marxistas y cristianos sinceros, de los  cuales había conocido muchos; con independencia de sus creencias  políticas y religiosas debían y podían luchar por la justicia y la paz  entre los seres humanos
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En esta línea fidelista de pensamiento los marxistas podemos  suscribir varias de las ideas formuladas por el pontífice en Cuba como  la de su homilía en la misa celebrada en la Plaza de la Revolución de La  Habana que vincula al cubanísimo y universal padre Félix Varela –de  quien José Martí afirmó que fue el primero que nos enseñó a pensar
–  con la transformación social contemporánea: “El padre Varela nos  presenta el camino para una verdadera transformación social: formar  hombres virtuosos para forjar una nación digna y libre, ya que esta  trasformación dependerá de la vida espiritual del hombre, pues no hay patria sin virtud
 (Cartas a Elpidio,  carta sesta, Madrid 1836, 220). Cuba y el mundo necesitan cambios, pero  éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por  la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando  reconciliación y fraternidad”. Y es que en el núcleo del primer  pensamiento independentista y antiesclavista cubano de principios del  siglo 19 está vivo el sentido de justicia social y fraternidad del  cristianismo primigenio. De la misma manera que la virgen de la Caridad  es un símbolo emblemático nacional que une a cubanos creyentes –sean  católicos, del sincretismo afrocubano o evangélicos–, no creyentes y  ateos, pues su imagen acompañó a numerosos integrantes del ejército  independentista de la isla a lo largo de tres guerras y también a muchos  de los combatientes de la última contienda de liberación.  Desafortunadamente, el embate imperialista, una aguda lucha de clases y  el marxismo encartonado conspiraron durante décadas contra la  instalación de estas realidades históricas como parte elemental del  nuevo sentido común revolucionario cubano.
Viene muy a tono con aquella tradición esta cita que en su  discurso de bienvenida a Benedicto hiciera el presidente Raúl Castro:  Cintio Vitier, insigne intelectual y cristiano, escribió que “el  verdadero rostro de la Patria… es el rostro de la justicia y de la  libertad” y que la nación no tiene otra alternativa: o es independiente o deja de ser en absoluto
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Con respeto, nadie dejó de expresar sus ideas principales en esta visita. Raúl continuó: La  potencia más poderosa que ha conocido la historia ha intentado  despojarnos, infructuosamente, del derecho a la libertad, a la paz y a  la justicia. Con virtud patriótica y principios éticos el pueblo cubano  ha hecho tenaz resistencia, sabiendo que ejercemos también un derecho  legítimo cuando seguimos nuestro propio camino, defendemos nuestra  cultura y la enriquecemos con el aporte de las ideas más avanzadas
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La visita del sucesor de Pedro confirma también la firme decisión del Vaticano de continuar oponiéndose al aislamiento y las medidas punitivas contra Cuba decretadas por Estados Unidos.
 
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