 “Si  alguien tenía alguna duda de que la guerra en Libia no tenía un  trasfondo económico, se equivoca”. Así se expresa un antiguo colaborador  del Ministerio francés de Asuntos Exteriores en París, que analizó la posición de Francia ante la posibilidad de que Muammar Al Gaddafi pierda el poder.
“Si  alguien tenía alguna duda de que la guerra en Libia no tenía un  trasfondo económico, se equivoca”. Así se expresa un antiguo colaborador  del Ministerio francés de Asuntos Exteriores en París, que analizó la posición de Francia ante la posibilidad de que Muammar Al Gaddafi pierda el poder.Y prosigue: “Es cierto que no ha sido éste el único motivo que ha  motivado a Francia a presionar tanto a la comunidad internacional como a  la OTAN para intervenir en Libia, pero participar en el reparto de los  recursos energéticos y petrolíferos libios ha sido también una cuestión  primordial”.
El análisis de este experto en política exterior francesa sirve para  comprender la implicación y la determinación del presidente francés,  Nicolas Sarkozy, de ayudar el avance de los opositores libios en la  guerra contra Gaddafi.
Francia siempre ha apoyado la actividad bélica de la oposición y ha  sorprendido su cambio de estrategia con Gaddafi, cuando hace menos de  dos años el coronel libio firmaba acuerdos comerciales con París.
El Gobierno francés se frota las manos en una Libia post-Gaddafi y ya  está estudiando el rendimiento económico que podría sacar con empresas  reconstructoras y extractoras de petróleo.
Francia ha puesto en marcha la operación militar denominada Harmattan,  que se inició el pasado 19 de marzo, para debilitar las posiciones  defensivas y de ataque de Gaddafi. Ha enviado portaaviones, decenas de  cazas y entre 1.500 y 2.500 militares en operaciones marítimas y ataques  aéreos.
La guerra en Libia ya ha supuesto un gasto de 200 millones de euros a  las cuentas de la República francesa (que se incluyen en un total de  950 millones de euros si se suma la participación de tropas francesas en  Afganistán y en Irak).
No es casualidad que los opositores iniciaran los ataques en las  ciudades del este de Libia y las más importantes ubicadas en la costa  mediterránea: Brega, Bengasi -donde instalaron la sede del Consejo  Nacional de Transición (CNT), órgano de gobierno opositor- que tienen  infraestructura de transporte de petróleo, energético y de refinado de  crudo.
Fuentes empresariales francesas ya han confirmado que si Gaddafi  abandona el poder, Francia y otros países como Italia (que dominó a  Libia como colonia) reclamarán su parte en el “pastel” energético y  petrolero.
La petrolera francesa Total y la italiana ENI están  en cabeza de la lista de corporaciones que participarán con “prioridad”  en la gestión de los recursos libios que quedarán en manos de los  opositores si consiguen finalmente derrotar a Gaddafi.
También participarán constructoras de ambos países que ya están  negociando con el Consejo Nacional de Transición (CNT) los contratos de  futuro para la reconstrucción de puentes, infraestructuras de  transporte, gasoductos y carreteras en Libia.
El presidente de la cámara de comercio franco-libia, Michel Casals,  se ha mostrado muy claro en la participación extranjera en la  reconstrucción: “La competencia será muy importante en el mercado libio,  un mercado con un enorme potencial de negocio”.
De estas cifras se deduce que Francia e Italia pugnarán por ganarse  la confianza de los opositores libios en la transición a la hora de  negociar los contratos de la reconstrucción.
De hecho, el Ministerio francés de Economía y Finanzas ya organizó el  pasado mes de junio una misión comercial en Bengasi -sede de los  opositores- en la que participaron grandes empresas francesas como  Alcatel-Lucent, Total, Thales, Entrepose, EADS, Sanofi, Veolia, GDF  Suez, Sidem y Denos con la voluntad de interesarse en los posibles  negocios de futuro.
LibreRed.net (Con información de La Vanguardia)
 
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