 Un  documento titulado la “Doctrina de Guerra Irregular de la Armada de  Estados Unidos”, publicado en 2009, revela los planes expansionistas de  Washington en el mundo.
Un  documento titulado la “Doctrina de Guerra Irregular de la Armada de  Estados Unidos”, publicado en 2009, revela los planes expansionistas de  Washington en el mundo.Dentro del documento, fue incluido un mapa que supuestamente define  el nuevo “campo de batalla” de Estados Unidos a nivel mundial. El mapa  destaca un “arco de la inestabilidad”, dentro de lo cual se encuentran  los blancos de esta “batalla”, que incluyen la gran mayoría de países  desde Asia Central, el Medio Oriente, el Norte de Africa y Venezuela.
Hay algo que tienen en común estos países: las más grandes reservas  estratégicas del mundo. Poco a poco, Estados Unidos ha venido  extendiendo su guerra por todos estos territorios, buscando adueñarse de  sus ricos recursos.
Dominar a las poblaciones
La Doctrina de Guerra Irregular se oficializa con la llegada al poder  del Presidente Barack Obama en 2009. Esta forma de guerra se diferencia  de la guerra convencional, que tiene como objetivo derrotar a las  fuerzas armadas del adversario y emplea tácticas tradicionales como la  invasión con tropas y el bombardeo aéreo.
Pero la guerra irregular tiene otro objetivo: dominar e influir sobre  las poblaciones civíles, y sus tácticas son distintas. En ésta forma de  guerra asimétrica, se utilizan técnicas como la subversión, la  penetración y la infiltración en la “sociedad civil”, empleando  mecanismos de operaciones psicológicas y promoviendo el caos, la  desestabilización y el descontento para generar conflictos internos,  debilitando a los pilares del poder.
En el presupuesto del Pentágono del 2010, fue destacado el cambio de  doctrina de la guerra clásica a la guerra irregular: “El presupuesto del  2010 apoya al esfuerzo del Pentágono para institucionalizar las  capacidades necesarias para conducir la Guerra Irregular.
El Pentágono debe desarrollar nuevas capacidades para enfrentar el  rango de desafíos irregulares. Para este fin, el presupuesto del 2010  aumenta los recursos para la Guerra Irregular…” (DoD FY 2010 Budget  Request Summary Justification).
Simultáneamente, el Pentágono fue expandiendo su presencia militar  dentro de su nuevo “campo de batalla”, con la creación del Comando  Africa (AFRICOM) y los acuerdos de “cooperación en defensa y seguridad”  con Colombia, Panamá, Brasil y Costa Rica.
Estos acuerdos, que permitieron ampliar la presencia de equipos,  fuerzas y recursos militares de Washington en América Latina, formaron  parte de la nueva estrategia de “movilidad aérea”, revelada en el Libro  Blanco del Comando Aéreo de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
En dicho documento, Estados Unidos enfatizó la necesidad de ocupar  bases militares en Colombia, particularmente en Palanquero, para  permitir un alcance aéreo de “amplio espectro” por todo el continente de  Suramérica.
Según ese documentos y otros de la Fuerza Aérea, esa presencia  estadounidense era necesaria para combatir los “gobiernos  anti-estadounidenses” en la región: principalmente Venezuela y otros  países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América  (ALBA).
El Libro Blanco también destacó la necesidad de ampliar la presencia  militar de Estados Unidos en Colombia, y ahora en Panamá y  Centroamérica, para poder asegurar el alcance global, enlazándose con  las bases de AFRICOM, y luego por todo el Medio Oriente, Europa y Asia,  donde el Pentágono es la fuerza dominante.
Ampliando el campo de batalla
Con las recientes revueltas en Egipto, Tunéz, Yémen, Bahrein y Libia,  Estados Unidos ha venido cumpliendo con sus objetivos- expandiendo su  presencia militar y asegurando el control sobre los recursos  estratégicos en esa región.
Y aunque en todos esos países hubo matanzas por parte de los  gobernantes, solo en el caso de Libia, Washington impulsó la invasión  militar. En los otros casos, los gobiernos voluntariamente se han  subordinado a la agenda estadounidense, pero en Libia, el gobierno de  Muammar al-Gaddafi ha resistido.
Desde que Obama llegó al poder, su administración ha ampliado las  guerras en Afganistán e Irak, y ha abierto nuevos “campos de batalla” en  Pakistán y Yémen, y ahora Libia. Analizando al mapa del “campo de  batalla” de la Guerra Irregular, se puede deducir que solo faltará  expandir las operaciones militares hacia América Latina; hacia Venezuela  en particular, donde residen las más grandes reservas petroleras del  mundo.
Las amenazas de Washington contra Venezuela y Cuba se han endurecido  durante los últimos meses. Hace pocos días, el Washington Post –  periódico influyente sobre la política estadounidense – publicó un  artículo promoviendo acciones militares contra Venezuela, acusando al  gobierno de Hugo Chávez de ser un “centro de terrorismo mundial”, justo  al sur de la frontera de Estados Unidos.
En el artículo, pidieron al gobierno de Obama actuar contra Venezuela  y clasificarlo como un país “patrocinante del terrorismo”, algo que  abriría la puerta a una intervención militar. Al mismo tiempo, el  gobierno de Obama ha venido aumentando el financiamiento multimillonario  a grupos anti-chavistas dentro de Venezuela, buscando alimentar al  conflicto y fomentar alguna acción que podría resultar en un “cambio de  régimen”.
Desde el 2001, el plan de invasión a Venezuela fue diseñado. El  llamado “Plan Balboa”, ejercicio militar de la OTAN que fue realizado en  España en mayo 2001, tenía como objetivo invadir a Venezuela y tomar el  control de sus recursos petroleros.
De hecho, en el Plan Balboa, la estrategia era invadir y atacar a  Venezuela desde las bases militares de Estados Unidos en Colombia,  Panamá, Aruba y Curazao, y Puerto Rico, ocupando la zona occidental del  país desde Zulia a Apure (la media luna venezolana) y tomando control de  la misma. Era un plan secesionista que buscaba dividir a Venezuela en  dos partes, dejando el control sobre las reservas petroleras en manos de  las fuerzas invasoras.
Ese mapa de invasión fue un simple borrador, sobre lo cual el  Pentágono ha venido trabajando e intentando convertir en una realidad.  Durante los últimos años, la presencia militar de Estados Unidos en  América Latina ha llegado a su nivel más grande de toda la historia, y  principalmente está rodeando a Venezuela.
El deseo del Pentágono es no tener que activar ningún plan militar  contra Venezuela, sino lograr el objetivo de derrocar al gobierno de  Hugo Chávez a través de otras estrategias, como el golpe suave (las  “revoluciones de colores”), la desestabilización y subversión interna, y  una campaña feróz de operaciones psicológicas a nivel mundial que ha  satanizado al gobierno venezolano, justificando cualquier agresión en su  contra.
El ejemplo de Libia demuestra hasta que punto está dispuesto a llegar  el gobierno estadounidense cuando pone en marcha un plan de “cambiar un  régimen” que no le conviene, en un país con grandes reservas  estratégicas. El campo de batalla de Washington sigue extendiéndose, y  Venezuela está claramente en su mira.
Eva Golinger
 
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