En esta entrevista el ex candidato a presidente de la República  de Chile abordó temas como la derrota de la Concertación y los desafíos  que existen para organizar una nueva fuerza de izquierda.
                                                                                              
Jorge Arrate (Santiago, 1 de mayo de 1941)  abogado, economista, académico, investigador, escritor y político  chileno. Graduado en la Universidad de Chile, con estudios de post-grado  en la misma universidad y Harvard University. Militante histórico del  Partido Socialista, fue ministro de Estado de los presidentes Patricio  Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle y embajador en Argentina durante el  gobierno de Ricardo Lagos. En el año 2009 fue designado como candidato a  la Presidencia de la República por el bloque de izquierda “Nuevo Pacto  Democrático y Popular”, un referente que congregado en torno al “Juntos  Podemos”, reunía a otras fuerzas de la izquierda extraparlamentaria.
 
Como intelectual y escritor ha publicado varios libros, de los cuales podemos destacar: La fuerza democrática de la idea socialista (Documentas, 1983); Pasión y razón del socialismo chileno (con Paulo Hidalgo, Ediciones del Ornitorrinco, 1986); Pasajeros en tránsito (Catalonia, 2007); y Salvador Allende ¿sueño o proyecto? (Lom, 2008).
 
En  esta entrevista el ex candidato a presidente de la República abordó  temas como la derrota de la Concertación y los desafíos que existen para  organizar una nueva fuerza de izquierda, pasando por una relectura del  legado allendista (“ni calco ni copia”), resaltando el importante papel  de la democracia y señalando caminos para construir un país más justo,  inclusivo y fraterno.
La derrota de la Concertación
¿Cuando ya se está cumpliendo un año del gobierno de Sebastián Piñera, como evalúa el desempeño de su administración?
Pienso  que el triunfo de Piñera representa un corolario de un proceso de  decadencia de la Concertación, ya sea por desgaste o por incapacidad,  por falta de voluntad o por diferencias internas que hizo que la  Concertación dejara de ser aquello que fue cuando nació - en 1988 en el  plebiscito, en 1989 en la primera elección presidencial – y terminara  convirtiéndose en una coalición de reformas muy graduales de un status quo  establecido. Ahora digo un corolario porque a veces tiende a ponerse en  el centro el tema que ganó la derecha el 2010, siendo que la derecha  ganó por un proceso de descomposición que venía en curso. Lo que si a mi  juicio la elección de Piñera puso fin a ese ciclo, un ciclo que  efectivamente terminó, que es el ciclo de expansión y desarrollo de los  efectos del sistema electoral binominal. La derecha creció y llegó a ser  la mitad más uno de los que votan, siendo que históricamente la derecha  siempre poseía aproximadamente un tercio, pero comenzó a crecer, a  desarrollarse, a consolidarse, a plantear su proyecto más abiertamente y  finalmente triunfó.
¿Y cuáles serian las consecuencias de este proceso?
Diría  que se inicia un nuevo ciclo en que el tema ya no es el sistema  electoral binominal, sino que el objetivo de la derecha hoy día es  consolidar un sistema político, un régimen político de alternancia  binominal. Es decir, de dos fuerzas tipo demócratas y republicanos,  blancos y colorados en Uruguay o liberales y conservadores en Colombia o  laboristas y conservadores en Inglaterra…Entonces, consolidar ese  sistema en que puede haber una alternancia, pero la alternancia es  siempre dentro del mismo esquema. En ese esquema la izquierda es un  actor secundario. Y mi planteamiento, es que el desafío que tenemos hoy  en esta coyuntura es precisamente construir un tercer protagonista, una  izquierda protagonista.En algunos documentos que usted ha escrito sobre la “Nueva izquierda” o en entrevistas que ha concedido a diversos medios1,  recalca la importancia de aunar fuerzas en torno a una izquierda plena,  heterogénea, crítica y futurista, pero aún cuando comparto en términos  normativos dicha aspiración, lo que observo en Chile es que la izquierda  está muy fragmentada, existe una enormidad de pequeños grupos y  colectivos de izquierda – movimiento nueva izquierda, socialistas  allendistas, iniciativas por más izquierda, etc. – y, por otro lado,  rememoro esa alianza histórica desde la época del Frente Popular entre  comunistas y socialistas. En ese sentido, ¿es posible reconstruir esa  alianza histórica de estos dos grandes partidos, aglutinando en torno de  ellos al conjunto de las fuerzas de izquierda? Para  responder a esta pregunta, uso una frase de Mariátegui que dice “ni  calco ni copia”, entonces lo que fue la experiencia de la unidad  socialista-comunista - y yo me formé en esa generación – es una gran  experiencia que se traduce en el allendismo, pero ni calco ni copia,  porque lo que es Chile hoy día no es lo que era hace 60 años, el mundo  ha cambiado y naturalmente el país, con una sociología que implica ser  bastante más finos en el análisis, pues han habido cambios sociales muy  grandes, con una gran cantidad de grupos y segmentos que han emergido y  que no se sienten representados por el actual sistema político.  Entonces, yo diría que domiciliar al Partido Socialista en la izquierda  es para mí un gran objetivo, ojala que logremos que el Partido  Socialista vuelva a recuperar su sitio en la izquierda. Pero aún así en  la actualidad la unidad entre socialistas y comunistas no daría cuenta  del arco y la amplitud de lo que es la izquierda, las fuerzas sociales,  culturales y políticas que quieren un cambio de verdad, más libertad,  más igualdad. En síntesis, en buena hora si los socialistas vuelven a  domiciliarse en la izquierda, que es lo que creo tienen que hacer. Pero  eso no basta, porque hay en día grandes segmentos de la población que no  quieren ser ni socialistas ni comunistas y que son de izquierda.¿Usted  cree que este nuevo referente tiene condiciones de “encantar” – a pesar  que el concepto está un poco sobre utilizado – a esos diversos  segmentos de la izquierda?
No  estoy plenamente seguro. Creo que lo que estamos emprendiendo ahora  puede ser un paso, estamos haciendo una convocatoria a las entidades y  personas que quieren construir una fuerza de izquierda anti-neoliberal  que busque alianza con las otras fuerzas de izquierda y no la  contraposición, porque mi deseo es hacer una contribución en lo que  queda en mi larga actividad política, es generar precisamente un  protagonista de izquierda y no a encabezar batallas dentro de la  izquierda, porque para eso no estoy disponible. Creo que es una tarea  muy difícil, pero por eso es un desafío que hay que asumir, porque hay  que asumirlo, para quienes pensamos así es un deber.Parafraseando a Gramsci, representa un compromiso ético-político.
Así es.El legado de Salvador Allende
Y como vislumbra el legado de Allende en este proyecto. Porque Allende es una figura  que para muchas personas es el gran líder del siglo pasado, pero para  algunos sectores progresistas Allende no es una referencia importante…
Bueno,  a mi no me gusta mucho el término “progresista” porque creo es un  chicle que ya ha masticado demasiada gente. Hubo una cumbre progresista  en la que estuvo Clinton, Tony Blair, junto con Lula, Cristina  Fernández, no sé si estuvo Correa…En realidad yo me refería a aquellos sectores progresistas a  ser sumados en una propuesta alternativa, pensando en la idea de Enrico  Berlinguer respecto a la construcción de un bloque histórico que  impulse los cambios desde una perspectiva socialista y democrática.
Creo  que para hacer cambios en Chile se requiere de una izquierda poderosa y  capaz de entenderse con otros sectores. No estoy en contra de los  acuerdos de la izquierda con el centro o los llamados progresistas,  porque tenemos que hacer una política de mayorías. Pero el punto es qué  es lo que tiene prioridad hoy día, van los bueyes adelante o va la  carreta. Es decir, una opción es construir un movimiento unitario de  izquierda y de centro para derrotar a la derecha. Y la otra opción –que  no es contradictoria con unir fuerzas- consiste en poner la primera  prioridad en construir un protagonista de izquierda, porque no hay un  protagonista de izquierda solido. Nosotros sacamos un 6,2% en las  elecciones, el Partido Comunista tiene tres diputados…la izquierda es un  actor secundario en Chile. Entonces la pregunta que hay que hacerse es  como hacemos para transformarnos en un actor principal. Para ello  tenemos que ser una izquierda pactista, capaz de asumir compromisos y  alianzas. El punto es desde donde se hacen los acuerdos, si se hace  desde casi la insignificancia o se hace desde una fuerza que ha sido  capaz de superar sus diferencias, por lo menos coordinarse, plantear una  plataforma mínima que no signifique olvidar o dejar para las calendas  griegas los grandes objetivos que nos hemos planteado.Volviendo  al legado de Allende. En una entrevista, el escritor Jorge Edwards  señalaba que en el Chile actual Allende era una estatua.
Mire,  yo creo que Allende le daría la razón a Edwards, porque en un momento  recuerdo haber escuchado a Allende decir: “Yo soy carne de estatua”, en  el sentido que tenía una misión histórica…ahora entiendo que en el  sentido que lo dice Edwards, posee una connotación peyorativa. En todo  caso Allende es la figura más grande del siglo XX chileno, representa el  líder del único proyecto que en 500 años de historia ha querido  transformar la sociedad y que estuvo a punto de hacerlo. Para mí es un  referente que marca toda mi vida política. Entonces, yo soy un  allendista, pero sin calco y sin copia…Chile en la actualidad
Tengo la clara  impresión de que Chile ha entrado desde hace varios años en un proceso  de conservadurismo moral, fuertemente condicionado por las formas que  asume la cultura de este nuevo capitalismo al que hace referencia  Richard Sennett.2  O sea, las personas están preocupadas de consumir y consecuentemente de  trabajar afanosamente pagar las deudas, con escasa participación, con  fragmentación de la vida social, con ciudades segregadas, sin espacios  públicos donde las personas convivan activamente, etc. En ese contexto,  ¿usted cree que el país podrá retomar un camino delineado por la acción  colectiva, la participación y la solidaridad? Bueno,  yo creo que usted apunta a una cuestión básica en todo análisis de  diseño político donde se contemple la dimensión cultural. O sea, Chile  siempre fue un país más encerrado sobre sí mismo con relación a otros  países como Argentina, que tuvo una política migratoria abierta y la  nuestra fue una política migratoria más selectiva. Los chilenos a veces  no nos damos cuenta de que estamos al final del mundo, somos finalmente  un islote raro y largo. Eso se convirtió tempranamente en Estado antes  que muchos países de América latina, con el predominio de una burguesía y  de una iglesia que establecieron a lo largo del siglo XIX un sistema  muy autoritario, sin bien con rasgos democráticos formales, que tuvo un  periodo de apertura en el estado de compromiso desde 1932 hasta el golpe  militar. Entonces Chile ha sido siempre un país culturalmente  conservador donde las noticias siempre llegan después y las cosas  siempre ocurren después de que han ocurrido en el resto del mundo. Chile  acaba de reconocer a Palestina después de Brasil, Argentina, Ecuador y  otros países latinoamericanos. Y además la ha reconocido sin los limites  de antes de la guerra de los 6 días. Eso es típico de lo que es la  cultura conservadora chilena de no arriesgar, es un país que está menos  abierto al mundo, a pesar de que hoy día el mundo se ha reducido por la  vía de las tecnologías de la información y las comunicaciones, de la  música y de la globalización, para recurrir a un concepto que tiene un  fuerte impacto en Chile. Entonces, el tema que plantea usted es una  lucha permanente de largo plazo “desde abajo” en un país donde el  pensamiento conservador ha ido estableciendo una hegemonía muy fuerte.  En los últimos 20 años es la derecha la que parece más gramsciana:  fundaron universidades, controlan la educación, se han preocupado por  controlar todos los medios de comunicación, o sea, es la batalla  cultural…
Pero si  uno piensa que Chile vivió la experiencia de la Unidad Popular, que es  una síntesis de todo un proceso histórico que se inicia en 1938 con el  Frente Popular y cuya población fue reconocida como poseedora de una  vasta cultura política ¿En qué quedó toda esa herencia, simplemente se  extinguió?
La  verdad es que la dictadura fue muy brutal y su objetivo fue exterminar,  literalmente exterminar lo que había sido la izquierda en Chile,  comunistas, socialistas, miristas. Junto con eso, se produjo una  yuxtaposición entre un proceso mundial hacia la constitución del mercado  como una institución rectora de la sociedad, el libre mercado a  ultranza y un régimen político autoritario. Lo interesante desde el  punto de vista analítico de Chile es esta mezcla entre la libertad  extrema en lo económico y autoritarismo en lo político. Entonces, el  golpe fue muy fuerte, el golpe desarticuló, el golpe extinguió…Aquí hay  una generación completa que fue barrida, incluso en términos etarios se  aprecia un hoyo, un espacio de las dirigencias políticas de la  izquierda, particularmente es el caso del Partido Comunista, que estuvo  17 años perseguido para exterminarlo y 20 años excluido del sistema  político. Que no fue el caso del Partido Socialista. Y el MIR es un caso  extremo de persecución. En tal sentido, ese gran movimiento social que  representó la Unidad Popular en Chile -que junto con la revolución  mexicana y la revolución cubana fue uno de los grandes acontecimientos  del siglo XX-, la dictadura y las tendencias mundiales lo golpearon muy  fuertemente.sigue acá..... 
 
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